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“El arte debe declararse en rebeldía permanente”

La autora habla de primera novela, Fuerza magnética, que conjuga la honestidad de la amistad con el lado más oscuro de la salud. 
Martes, 02 de julio de 2019 16:25

Valentina Vidal escribe con la potencia inocultable de lo cotidiano. Una clínica, por momentos cárcel,  es el escenario donde se despliegan miserias, resistencias y sororidad. La autora  del volumen de cuentos Fondo blanco (2013), desenmascara en Fuerza Magnética,  los vértices turbulentos de un mundo donde la salud es un negocio despiadado.  Además de reflexionar sobre el proceso que devino en este libro, su primera novela, Vidal asegura que la literatura puede motorizar cambios para frenar un paternalismo caduco. “Una clara demostración fue convocatoria para adherir a la carta por el aborto legal,  seguro y gratuito donde cerca de cuatrocientas escritoras firmamos la petición que Claudia Piñero llevó a la cámara de diputados”, explica.

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Valentina Vidal escribe con la potencia inocultable de lo cotidiano. Una clínica, por momentos cárcel,  es el escenario donde se despliegan miserias, resistencias y sororidad. La autora  del volumen de cuentos Fondo blanco (2013), desenmascara en Fuerza Magnética,  los vértices turbulentos de un mundo donde la salud es un negocio despiadado.  Además de reflexionar sobre el proceso que devino en este libro, su primera novela, Vidal asegura que la literatura puede motorizar cambios para frenar un paternalismo caduco. “Una clara demostración fue convocatoria para adherir a la carta por el aborto legal,  seguro y gratuito donde cerca de cuatrocientas escritoras firmamos la petición que Claudia Piñero llevó a la cámara de diputados”, explica.


 Tu novela se ubica en una clínica que se describe como un microcósmos asfixiante, como una "torre de control" ¿cómo diseñaste esa geografía, ese espacio inmenso con poca libertad? ¿hay puntos autorreferenciales allí?

Me pareció un buen escenario para poner a jugar personajes con vínculos atravesados por la casualidad y la causalidad. La clínica es un lugar que conozco bien, porque trabajé muchos años en una que finalmente quebró, dejando a muchos empleados en la calle de un día para el otro. Ese proceso de demolición, ese desgaste estructural, generó una erosión interna entre los vínculos que se ven reflejados en la novela. La ficción se encargó del resto.

A través de diversos personajes, retratás el vaciamiento de un centro de salud, aparece también la negligencia, el romance, ciertas miserias ¿cuál fue tu hilo conductor al momento vincular estas historias en la trama de la novela?

Sin dudas la amistad entre Alina y Jimena. Si se observa la trama desde lejos, se puede notar que ese hilo es algo que se sostiene a lo largo de toda la novela, las demás acciones, los conflictos, entran y salen, como en la vida misma.

El acoso ligado al abuso de poder, el paternalismo caduco también emergen entre las páginas,  ¿pensás que la literatura puede motorizar cambios en ese sentido?

Desde lo colectivo ya empezó. Una clara demostración fue convocatoria para adherir a la carta por el aborto legal seguro y gratuito donde cerca de cuatrocientas escritoras firmamos la petición que Claudia Piñero llevó a la cámara de diputados. Desde lo individual yo creo que se  puede aportar una mirada, que finalmente no es otra cosa que el reflejo del cambio.  La prosa, los estilos, los temas, son muchas veces un espejo de lo que el escritor o la escritora transita y se ve traducido al texto con sus propios cambios internos y externos.

Sobre este punto y en sincronía con el feminismo ¿considerás que la literatura tiene algún tipo de "misión" en  el proceso de deconstrucción, qué aporta algo a la sociedad, por así decirlo?

Pienso que el arte no tiene que misionar, que el arte es un lente catalizador de múltiples formas porque es expresión pura, pero que también tiene que mantener su independencia,  hacer preguntas que abran puertas desde su calidad desestabilizadora de poner en duda lo establecido, incluso lo acordado. Tal vez ese sea su deber, declararse en rebeldía permanente. Las voces literarias que se están deconstruyendo se vienen abriendo paso dentro de lo que es el texto de forma explícita o sutil, depende de la autora. Las ficciones que ayer se escribían, hoy incluyen otro tipo de mirada y eso se puede ver en muchísimas publicaciones como Las aventuras de la China Iron de Gabriela Cabezón Cámara, que tiene una calidad narrativa exquisita y aporta una mirada nueva sobre la gauchesca del Martín Fierro y sobre los estereotipos o la colección Las Antiguas, primeras escritoras argentinas, dirigida por Mariana Docampo, que se dedica al rescate de títulos de escritoras nacidas en los siglos xix y anteriores. Es un momento de cambio, desde hace unos pocos años, nuestras voces están siendo escuchadas y nuestra mirada tenida en cuenta. Hay muchas mujeres publicadas que tienen una potencia narrativa impresionante. Pero no hay que perder de vista lo mucho que nos costó y todavía nos cuesta, no ser consideradas como literatura femenina, o literatura para mujeres, algo que se entiende como una doble desvalorización: literatura menor que solo pueden leer mujeres en calidad de lectoras menores. Nos queda todavía un gran trabajo que hacer con nuestro cánon. Y no estamos hablando de que esos grandes autores no sean merecedores de toda nuestra admiración, estamos hablando de que la puesta en valor de nuestra literatura no sea a solo a través del cristal de los autores masculinos y para que eso suceda, hay revelar y poner a la luz escritoras como tambiénse hizo con Sara Gallardo.  Esa es nuestra tarea.

¿Qué te motivó a trabajar con las tensiones que existen entre salud y enfermedad, puntualmente con una paciente crónica que estuvo "del otro lado del mostrador?

Haber visto de cerca la enfermedad y lo que se espera de una persona que atraviesa un problema de salud. Hay una idealización sobre el deber ser de un paciente oncológico y por momentos se la llega a responsabilizar con bajadas de línea que se repiten constantemente y terminan cargando de culpas a las personas, como si no hubieran hecho de todo para no padecer una enfermedad, como si tuvieran la capacidad de no estresarse en un mundo que te pide cada vez más horas de trabajo, más sacrificios, más vértigo.  Es una locura. Por supuesto que hay que cuidarse, ser preventivos, ocuparse, pero hay ciertas presiones que deberían ser erradicadas, como creer que las enfermedades pasan por algo que sólo tiene que ver con la voluntad o el destino. Porque cuando la persona se cura, por suerte, y por tratamientos adecuados, vuelve a la cotideaneidad y carga en su conciencia los pensamientos impuestos: no debo estresarme, no debo angustiarme y debo estar siempre feliz por todo o me vuelvo a enfermar.  Eso te lleva a un callejón sin salida y en consecuencia a vivir con miedo. Esa fue la motivación para llevar la voz de Alina, que es una chica que pasa por un problema de salud con su conflictiva de siempre, sólo que está atravesada por una enfermedad que la enfrenta con sus cambios corporales, con el miedo y la situación crítica de la clínica, sin dejar de ser ella misma.

En el contexto oncológico te detenés en el abandono las parejas y la amistad y la sororidad entre las mujeres ¿por qué te centraste en esos ejes y cómo pensás que pueden leerlos aquellos que transitan por un proceso similar hoy?

Quise expresar algo que experimenté durante un tratamiento de salud la primera vez que entré a la sala de espera. Cuando una enfermedad irrumpe, las parejas pasan por momentos críticos. Con la mejor de las suertes, se fortalecen, pero no es siempre así.  No es fácil para ningún miembro de la familia y eso a veces provoca rupturas. Es duro, pero real. No todo el mundo se la banca y en esa sala, las mujeres que coincidían con los días y los tratamientos, que se hacían amigas durante ese período, se contenían, se hacían chistes y también contaban situaciones tristes que les tocaba vivir. Generaban un lazo de amistad muy fuerte y a la vez momentáneo, era como una comunión instantánea para llevar todo lo mejor posible en lo que les tocaba compartir. Era muy emocionante escucharlas hablar y pasarse consejos o poder decir lo hartas que estaban del ardor de los rayos o del picor las pelucas. Mi esperanza es que los que transitan una enfermedad y tengan ganas de leer la novela, se encuentren y se sientan comprendidos, con la posibilidad de reírse un rato de los imponderables que les toca transitar.

Uno de los personajes es salteño ¿su procedencia fue casual o tenés algún vínculo particular con la provincia?

Conocí Salta hace unos años y quedé deslumbrada con la belleza de sus cerros, sus tesoros naturales y su cultura. Tenemos un país hermoso y cuando puedo lo recorro. Ahora que me lo preguntas, creí casual la elección del nombre, pero creo que se quedó pregnada en mi inconsciente y que de alguna manera la quise homenajear.

 

 

 

 

 

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