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El fantasma de las antenas

Martes, 30 de julio de 2019 00:00
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Un fallo de la Suprema Corte de Justicia de la Nación declara inconstitucional una ordenanza del municipio de General Gemes, de Salta, donde se adoptan medidas acerca de las antenas de telefonía celular. El máximo tribunal establece claramente que no se trata de un problema de la Salud Pública, a pesar de denuncias de algunos vecinos sobre eventuales efectos cancerígenos de esas emisiones, sino que es un caso que involucra a las comunicaciones, cuya competencia fue trasladada de las provincias a la Nación. Hasta hoy no existe evidencia científica alguna al respecto.

A este tema se refiere un artículo publicado por el abogado Sebastián Aguirre Astigueta, quien considera que al no existir la certeza de que las antenas no son cancerígenas, se trata de un problema de Salud Pública.

Cabe señalar que el ministerio específico de la Provincia no se ha pronunciado al respecto.

Como ingeniero en Telecomunicaciones no me corresponde opinar sobre los argumentos jurídicos del doctor Astigueta, pero mis incumbencias me permiten comentar algún párrafo de esta nota y en especial el que trata sobre el funcionamiento de la telefonía celular. En el párrafo que dice: "El tema no era tan grave para las empresas y sí preocupante para la gente. Con estas prevenciones, se comprobó en Gemes que las antenas pueden ser relocalizadas (de hecho, así pasó con varias). Y la prestación del servicio se acomoda técnicamente. No hay en modo alguno, frustración de la finalidad del Gobierno federal en todo este asunto".

Me permito disentir en este punto porque esto sí tiene un impacto negativo sobre el servicio de la telefonía celular y sobre la salud de la población. Cuando se diseña un sistema de telefonía celular se tienen en cuenta todas las fuentes: antenas de las estaciones base y antenas de los equipos que tienen los usuarios muy cerca de sus cuerpos (el celular pegado al oído).

Las estaciones bases se diseñan de acuerdo al área de servicio (área geográfica de cobertura) y las antenas de teléfonos celulares de acuerdo al grado de servicio y demanda del mismo.

Por lo tanto, al ser un sistema bidireccional, emite tanto la antena de la estación base como la antena incorporada en el equipo celular, se deben tener en cuenta todas las variables para una distribución homogénea de la emisión radioeléctrica.

Cuando el sistema está funcionando de acuerdo al despliegue estudiado, aplicado y medido, cualquier modificación afecta al sistema.

En este caso llevar las antenas de las estaciones base fuera del ejido de la ciudad altera la ecuación, porque las antenas de los celulares en poder de los usuarios no fueron trasladadas con esas antenas.

Nos podríamos preguntar ¿cómo reacciona el sistema?

A más distancia, más emisión

Tengamos presente que los teléfonos celulares siempre están en búsqueda de una estación base y la comunicación es bidireccional, como dijimos emiten tanto las antenas de las estaciones bases como la de los teléfonos celulares.

Por diseño y para que dure más la batería de los equipos celulares, la comunicación de estos con la estación base se realiza a máxima señal, cuando se establece ese enlace, la potencia de ambos equipos disminuye hasta encontrar la menor emitida que mantenga la comunicación.

Después del traslado de las estaciones bases se incrementa la distancia entre estas y los celulares, ambos incrementan su potencia para realizar el enlace y los celulares que las personas tienen cerca de su cuerpo emiten a máxima potencia.

"El sistema se acomodó técnicamente", pero con los celulares emitiendo a máxima potencia.

No creo que la aplicación del principio precautorio implique poner a los usuarios de la telefonía móvil en una peor condición.

Un dato empírico

En un sentido práctico en el año 2012, el 5 de julio entre las 14 y las 15.30 he medido en la localidad de Gemes inmisión de las antenas de la zona, siendo el máximo medido sobre la calle Rodríguez entre Rivadavia y Alberdi, con un valor de 0,000631miliWatts/centímetros cuadrados, siendo el máximo permitido 0,2 miliWatts/centímetros cuadrados, o sea 316,95 veces menos que el máximo permitido, 0,3% del mismo.

Coincido plenamente que las estructuras sostén de las torres tienen un impacto visual negativo, pero en ese caso también se puede trabajar para minimizar los mismos.

La opinión científica

Con respecto a la salud de la población y al no ser mis incumbencias, me remito al patólogo Osvaldo Spinelli, con quien trabajamos en la investigación de la radiación no ionizante en la Facultad de Ciencias Médicas de la UNLP. Con el doctor Spinelli hemos analizado la categorización de las emisiones de las antenas por el Centro Internacional de Investigaciones sobre el Cáncer (IARC), órgano intergubernamental que forma parte de la Organización Mundial de la Salud.

Las categorías son cuatro:

1: Cancerígeno

2ª: Probablemente cancerígeno

2B: Posiblemente cancerígeno

3: No se clasifica

4: Probablemente no cancerígeno.

Las emisiones de antenas, tanto como de radios AM, FM, telefonía celular, etc., están clasificadas en el grupo 2B.

En el grupo 1 están clasificadas, por ejemplo, todas las carnes procesadas, embutidos y todos los alimentos que superen una temperatura a la ingesta de 65 grados, en total 108 agentes son clasificados en esta categoría.

¿El principio precautorio cómo actuaría en estos casos?

Una investigación seria involucra todas las variables del sistema. De lo contrario, las conclusiones pueden ser totalmente incorrectas y la peor condición es que nos desvíe la atención una de esas variables cuando hay otras potencialmente mucho más peligrosas y comprobadas, a las que no tenemos en cuenta.

En varias ciudades he realizado peritajes de emisiones de antenas, y me he encontrado con situaciones inesperadas. Por ejemplo, en el entorno de una estación base con varios casos de cáncer en la población. La preocupación era evidente y los casos muy concretos; sin embargo, las mediciones indicaban una muy baja emisión de las antenas. Casi al terminar el peritaje y acompañado por los vecinos, encontramos un pozo que llegaba a las napas de agua, al que un taller de la zona arrojaba aceite quemado y agua de limpieza de maquinaria con agroquímicos. Sin embargo, lo que llamaba la atención era la torre de la antena, a la que se atribuía la contaminación.

Las antenas de los distintos servicios son una interfaz que comunican un medio confinado, los coaxiles, guías de onda con un medio no confinado, el espacio.

Al ser el espacio un medio no confinado las emisiones se dispersan según la potencia emitida, la geografía del área geográfica, etcétera.

¿Por qué debería ser controlado por un medio federal? Porque esas emisiones pueden impactar de un municipio a otro, de una provincia a otra.

¿Cómo controlaríamos todo el sistema de comunicaciones si lo fragmentamos y no tenemos control de la generación y de sus influencias en el medio ambiente donde se recibe?

Este es un punto de vista (y un dato) de la ingeniería práctica y no incluyo lo constitucional porque mis incumbencias no me lo permiten. 
Igualmente creo que debemos seguir trabajando e investigando, como así tampoco perder el control de todos los dispositivos emisores y que esa información llegue al público en general.
 

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