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Saldó con "especias" una deuda contraída con el amigo de su hijo

Frase: “Hay gente tan falsa que hasta causa espanto”.
Domingo, 07 de julio de 2019 01:41

Los abusos sexuales contra menores, en la mayoría de los casos, son cometidos por hombres que se aprovechan del estado de vulnerabilidad de las víctimas. Sin embargo hay veces que la cosas se dan a la inversa y no por ser las menos, la Justicia no aplica los castigos que marca el Código Penal. "Ley pareja no es rigurosa", reza un conocido refrán.

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Los abusos sexuales contra menores, en la mayoría de los casos, son cometidos por hombres que se aprovechan del estado de vulnerabilidad de las víctimas. Sin embargo hay veces que la cosas se dan a la inversa y no por ser las menos, la Justicia no aplica los castigos que marca el Código Penal. "Ley pareja no es rigurosa", reza un conocido refrán.

Días pasados se conoció el caso de una mujer que fue condenada por haber abusado sexualmente de un adolescente. Lo insólito del suceso fue que, tras la sentencia, la protagonista de esta historia difundió su "proeza" por las redes sociales y de esa manera el caso tomó estado público. La abusadora fue una mujer salteña de 35 años que se había trasladado, junto a su hijo adolescente, a localidad santafesina de Villa Guillermina en busca de nuevos horizontes.

Los primeros meses vivieron en una pensión hasta que la mujer consiguió un trabajo en una casa de préstamos de dinero y eso le posibilitó alquilar un departamento. Todo iba bien hasta que su hijo hizo amistad con un chico de 15 años, hijo de una familia de buena posición económica.

Lucy, tal su nombre, tomó conocimiento por boca del chico que sus padres tenían un negocio floreciente y que todos los años se iban de vacaciones al exterior. Luego de advertir la afectiva relación entre los adolescentes, la joven se las ingenió para sacarle provecho al asunto.

Así fue como comenzó a pedirle prestado dinero al menor con el argumento de que estaba endeudada con el alquiler del departamento. Le dijo que corría el riesgo que la desalojen y que si eso ocurría se vería obligada a trasladarse a otro barrio o retornar a su provincia.

El chico se sensibilizó con la preocupación de la señora, pero lo que más le preocupaba era el hecho de perder el fluido contacto con su amigo. Es decir, le hizo lo que se conoce como "la psicológica".

Para satisfacer a la mujer, el jovencito empezó a sacar dinero a escondida de sus padres. Lo hizo varias veces y cada vez en mayor cantidad. Así fueron pasando los días, hasta que en una ocasión el adolescente le pidió que le devolviera el dinero, porque sus padres habían empezado a sospechar el faltante de dinero que guardaban en un armario.

La embaucadora, que ya tenía todo planeado, le manifestó al menor que se lo podía devolver "en especias". Y para que el chico se entusiasmara con la propuesta, primero, le envió fotos íntimas a su celular y luego de comprobar que su víctima había "caído en la trampa", le pidió 10.000 pesos.

Cuando el menor apareció con el dinero lo convenció de que faltara al colegio, lo invitó a su casa, lo acostó en su cama y abusó de él. Tuvieron varios encuentros íntimos y la mujer en todo momento le aseguraba que se cuidaba con pastillas para no quedar embarazada.

Sin embargo, un día la amante le manifestó que estaba encinta y le exigió 45 mil pesos para practicarse un aborto. En medio de la desesperación, el adolescente le sustrajo esa suma a sus padres en secreto absoluto, como lo había hecho las otras veces para satisfacer la voracidad y el oportunismo de la madre de su amigo.

Por esos días, el menor había perdido el celular y entonces utilizó el aparato de su madre a través del cuál le confirmó a Lucy que ya contaba con el dinero que le exigió para que se practicara el aborto. Cuando el caso salió a luz, se descubrió que no estaba embarazada, que todo formó parte de las tantas mentiras que había inventado para estafar y abusar sexualmente de su víctima.

"El hecho no hubiese ocurrido, no hubiese existido, si la víctima no hubiera contado con medios económicos. La victimaria sabía exactamente quién iba a ser su víctima y por eso lo manipuló. Si el chico no hubiera tenido acceso a dinero, ella no hubiera hecho eso", sostuvo el fiscal del caso.

La mujer fue sentenciada a tres años de prisión de ejecución condicional en un juicio abreviado. Además se la obligó a devolver los 90 mil pesos que le sacó a la víctima mediante su ardid delictivo.

Según los medios de prensa santafesinos, la condenada se alejó del barrio, pero no guardó silencio con la historia que protagonizó. "Gracias a los que jamás me soltaron la mano... la gente que amo está conmigo. Los demás sigan colgándose de mí y gracias por hacerme más importante", escribió en las redes sociales, con una sensación de orgullo, tras la sentencia.

 

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