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“Para San Martín, el patriotismo era una fuerza revolucionaria que se debía insuflar en los pueblos”

Entrevista con Beatriz Bragoni, autora de "San Martín", una biografía política del libertador.
Sabado, 17 de agosto de 2019 00:41

“San Martín y Güemes eran dos hombres convencidos de la independencia, y corajudos para defenderla”. Beatriz Bragoni es doctora en Historia, investigadora del Conicet y catedrática en la Universidad de Cuyo. Acaba de publicar una valiosa biografía política del Libertador, en la que reconstruye al detalle las vicisitudes que requirió al héroe de los Andes construir la epopeya. En esa descripción de lo cotidiano de la guerra de la independencia se descubre la dimensión de la visión histórica, la percepción geográfica y la “muñeca política” para reclutar hombres del pueblo, incluidos una mayoría de negros e indígenas.

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“San Martín y Güemes eran dos hombres convencidos de la independencia, y corajudos para defenderla”. Beatriz Bragoni es doctora en Historia, investigadora del Conicet y catedrática en la Universidad de Cuyo. Acaba de publicar una valiosa biografía política del Libertador, en la que reconstruye al detalle las vicisitudes que requirió al héroe de los Andes construir la epopeya. En esa descripción de lo cotidiano de la guerra de la independencia se descubre la dimensión de la visión histórica, la percepción geográfica y la “muñeca política” para reclutar hombres del pueblo, incluidos una mayoría de negros e indígenas.

¿Cómo definiría usted la figura política de José de San Martín, en su tiempo y a lo largo de su historia?

San Martín era un militar convencido de que la independencia de América era una cuestión que no se discutía, y también de la necesidad de que las monarquías reformaran su organización institucional. Era un hombre de la Ilustración y, como tal, juzgaba necesario poner límites al poder real; para eso era necesaria una Constitución escrita que garantizara las libertades civiles.

¿Cómo veía él a América en ese entonces?

La veía independiente de la metrópoli, porque consideraba que era posible combinarse “independencia” con “monarquía constitucional”. Es por eso que pide su retiro del Ejército español. Antes, se habían planteado otros condicionamientos que habían frenado su ascenso dentro de ese ejército y, muy especialmente, frente al deterioro de la monarquía española, producido por las inauditas abdicaciones de los borbones frente a Napoleón.

Pero San Martín admiraba a Napoleón...

Profundamente, y hay muchos aspectos de claro sello napoleónico en la conducta política de San Martín. No solo al organizar el Regimiento de Granaderos sino también en la idea de que el patriotismo era una fuerza revolucionaria que se debía insuflar en los pueblos, como lo hizo no solo al gobernar Mendoza, sino también en la organización de la campaña de los Andes, la experiencia en Chile y cuando le tocó gobernar Perú.

¿Cómo se le representaba a él nuevo escenario independiente que se iba construyendo?

El pensamiento político de San Martín añadía una concepción del poder centralizado, porque estaba convencido de que la revolución y la guerra solo podrían desarrollarse con un poder de ese tipo. Este es un dato importante para corregir las versiones que buscan incluir a San Martín en el federalismo argentino. Los revisionistas, muchas veces, han utilizado las cartas que San Martín envió a Estanislao López y a Artigas, pero lo que él buscaba era persuadirlos de que desistieran en su lucha contra el “centralismo porteño”, que no era tal, sino una defensa del sistema de unidad defendido por San Martín e, incluso, por Güemes. En síntesis, a San Martín hay que ubicarlo con un convencimiento profundo sobre la independencia de América, sobre la unidad política y militar como herramienta indispensable para la revolución, y de que todos esos esfuerzos se orientan a un formato político que es la monarquía constitucional. Es el formato que comparte en Buenos Aires con Belgrano y con Pueyrredón, en Chile con Bernardo O’Higgins y en Perú, con Bernardo de Monteagudo, que había abandonado el republicanismo del primer momento.

La visión revisionista impregna la visión de nuestro pasado, pero la historia, y esto queda claro en su libro, no es un relato de triunfos sin claroscuros

Es una lucha política que divide opiniones, donde no están los criollos de un lado y los españoles del otro, sino que ambos bandos están mezclados. Los ejércitos, tanto los realistas como los patriotas, estaban conformados por americanos. De la península vinieron contingentes, pero una vez acá reclutan fuerzas locales. Los aborígenes ocuparon un lugar importante, y también los negros. Fueron ejércitos multiétnicos. Las identidades y motivaciones son variables en el tiempo y eso se ve claramente con los prisioneros de Chacabuco. Muchos de los que son trasladados a Mendoza son penquistas (oriundos de Concepción), aborígenes del sur de Chile. Sobre ese conglomerado de personas alojadas en cuarteles miserables, asignadas a trabajos en obras públicas o dispersos en las pampas son la población con la que José Miguel Carreras, desplazado de la conducción militar por O’Higgins, aspira a reclutar fuerzas y regresar a Chile. Esa idea de que los americanos estaban de un lado y los realistas eran peninsulares exclusivamente no es verificable; no pasó en la realidad. Se trata de una polarización construida por los revisionistas.

Hugo Chumbita sostiene que la madre de San Martín era una indígena guaraní.

Chumbita es un ensayista que sostiene que San Martín optó por América porque le corría sangre indígena. Cuando nace San Martín, en el siglo XVIII, América ya era producto de un mestizaje. El problema de esas hipótesis es que son deterministas, porque suponer que solo por ser hijo de una indígena podría haber optado por la independencia muestra la debilidad del argumento. No hace falta ser americano para defender una causa legítima. El argumento es casi biologista. Lo cierto es que hay una decisión política, y esto reivindica lo político.

Chumbita va más allá, porque también indaga en la supuesta genética indígena de Perón e Yrigoyen.

Se trata de trazar un hilo conductor con las montoneras, los movimientos populares y la lucha contra la historia oficial. Es el antagonismo con la “historiografía liberal” o la “historia verdadera y la historia falsa”. Me parece que ya es hora de salir de esa dicotomía y pensar el pasado en sus propios términos y con como capítulos de la lucha política y liberal. Hay gente a la que le encanta. A mi me interesa entender el pasado.

El revisionismo toma las figuras de la historia y les asigna nuevos roles...

No generalicemos. Hay figuras muy eruditas y muy serias de esa corriente. Simplificaciones hay en todas las escuelas. Sin duda, Bartolomé Mitre es el historiador más importante del siglo XIX argentino. No es porque sea liberal. Mitre es lo que es porque es el que se toma en serio la historia de la Independencia y de San Martín. Y es el único que lo hizo. Hay que entender que no existe una sola historia. La cuestión está en que seamos capaces de escuchar las diversas formas de hacer historia y de narrar el pasado. La historia es una disciplina que se renueva, no hay una historia, como no hay una física o una literatura. El problema es lo que se busca encontrar en la historia. Y hay una tendencia en nuestro país a pensar que el pasado puede explicar los orígenes de los infortunios de cada uno. Y eso es una interpretación que proviene del revisionismo histórico.

¿Cómo es el vínculo de San Martín con Londres?

Con el Gobierno británico no tuvo vínculos. Tuvo vínculo con ingleses: funcionarios, diplomáticos y marinos británicos, pero en América. El admiraba, como Bolívar, a la monarquía inglesa y valoraba que hubiera sido capaz de controlar un desborde como fue, del otro lado del canal de la Mancha, la Revolución Francesa. La veía como un régimen que permitía tramitar libertad y derechos dentro de un orden legal y político determinado, mientras que en Francia todo se había desbordado y el terror, y el horror, se habían adueñado de la vida política. San Martín es hijo del período revolucionario, pero un detractor del desorden político. Además, los ingleses en ese momento eran los principales adversarios de Napoleón. Y los ingleses liberales apoyaban las independencias americanas y a los emigrados españoles, americanos y europeos. Los vínculos eran estrechos y había interesantes correspondencias con ingleses sobre la guerra y lo que se aparecía en el nuevo escenario.

¿Cuál es la relación con los pueblos indígenas?

En todo América, los indígenas se convierten en actores cruciales para el desarrollo de la guerra. En el caso chileno, las comunidades del sur tuvieron un rol muy importante en el rechazo a las fuerzas patriotas y el respaldo a las expediciones que enviaban desde Lima para reprimir a los chilenos revolucionarios. Como la cordillera era muy permeable, San Martín, tomando la huella de los anteriores gobiernos, llega a acuerdos con los indígenas, especialmente con los pehuenches. Es importante el grado de conexión con ellos, y el libro lo pone de relieve al describir los vínculos que construyen los capitanes para organizar el reclutamiento de jóvenes huerpes en las tropas patriotas. Allí se pone de manifiesto la muñeca política de San Martín y de sus oficiales para negociar la leva sin desarticular a las comunidades.

Es llamativo por el trato respetuoso y desprejuiciado hacia los indígenas y los negros. Incluso, usted destaca que, en el parte posterior al combate de San Lorenzo, él menciona a Juan Bautista Cabral sin consignar que es negro...

Es la necesidad de organizar la leva sin látigo ni imposiciones. Y es lo mismo que ocurre en el cuidado por los uniformes y la eliminación de las diferencias, que tienen el objetivo de dignificar a la tropa y fortalecer la autoestima. Son aspectos que al historiador le permiten aproximarse a la realidad cotidiana de esos ejércitos.

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