El juicio por los abusos sexuales ocurridos en el instituto para niños hipoacúsicos Antonio Próvolo de Mendoza fue suspendido hoy hasta el miércoles próximo, luego de que el tribunal fijara un cuarto intermedio.
La medida fue dictada ya que el Tribunal autorizó que se realicen las pericias psiquiátricas y psicológicas a uno de los imputados, el exjardinero Armando Gómez, de 49 años.
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El juicio por los abusos sexuales ocurridos en el instituto para niños hipoacúsicos Antonio Próvolo de Mendoza fue suspendido hoy hasta el miércoles próximo, luego de que el tribunal fijara un cuarto intermedio.
La medida fue dictada ya que el Tribunal autorizó que se realicen las pericias psiquiátricas y psicológicas a uno de los imputados, el exjardinero Armando Gómez, de 49 años.
Con respecto a la solicitud de las defensas que se transcriban las declaraciones para otro de los acusados, el cura Nicola Corradi, de 83 años y que presenta dificultades auditivas, el tribunal resolvió que el religioso use auriculares para poder escuchar bien.
Además de Gómez y Corradi, el tercer imputado que esta siendo juzgado por los abusos sexuales es el sacerdote Horacio Corbacho, de 59 años. Corbacho está imputado por 16 hechos, mientras que a Corradi lo acusan por seis y a Gómez por otros seis, en una causa que tiene una decena de víctimas.
La defensora de los tres imputados, Alicia Arlotta, había solicitado este lunes, durante la jornada de inicio del juicio, que las personas denunciantes reiteren sus declaraciones.
Sin embargo, los abogados querellantes y el fiscal que llevó adelante la investigación, se opusieron a lo solicitado, al igual que lo hizo el tribunal.
Los familiares denuncian que el Próvolo "era una fachada"
Familiares de los exalumnos del Instituto Próvolo de Mendoza, cuyas autoridades comenzaron esta semana a ser juzgadas por 28 casos de abusos sexuales, aseguraron hoy que el establecimiento para niños hipoacúsicos “era una fachada” donde "no se enseñaba el lenguaje de señas ni se daban certificados".
“Decían que era una escuela, pero no enseñaban el lenguaje de señas y nunca daban certificados. Decían que había talleres por la tarde, pero en realidad era una fachada”, afirmó a Telam Érica, hermana de una de las jóvenes querellantes.
Érica recordó que allí adentro “no se enseñaba el lenguaje universal de señas, sino que se comunicaban con un sistema de oralidad. Nos lo vendían como una posibilidad de futuro, que para nosotros era una gran esperanza”, lamentó.
Según se supo por los testimonios presentados en la causa, los chicos allí alojados, muchos de los cuales llegaban desde otras provincias, “generaron un lenguaje de señas propio para señalar ciertas cosas y personas”.
“Sabían algunas señas y las compartían para armar un sistema de comunicación propio común”, explicó la mujer, cuya hermana mayor estuvo alojada allí entre los 12 y los 22 años.
Ese "particular" sistema de oralidad que los curas les enseñaban "les impedía a los chicos comunicarse con gente de afuera. Tampoco podían denunciar los abusos y sufrimientos que allí padecían, dado que utilizaban los restos auditivos y otros medios técnicos muy complejos para enseñar y aprender", completó la mujer.