¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
25 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

“El límite es un modo de cuidar a un niño, no es un castigo”

Entrevista con la especialista en educación, crianza y vínculos. 
Lunes, 23 de septiembre de 2019 02:15

Veintitrés años pasaron desde que Alejandra Libenson dio su primer taller sobre crianza en Buenos Aires. Entonces trabajaba en una página web (Planeta mamá) y tenía un blog que se llamaba Preguntale al Especialista, en el que respondía preguntas a la gente. Así nació en 2003 su primer libro “Criando hijos, criando personas”. 
Es psicopedagoga y psicóloga por lo que tuvo mucho contacto con padres. Allí descubrió que era mejor hacer prevención para evitar que los niños después llegaran al consultorio. Dice que la vida la fue llevando, sus propios hijos le fueron enseñando (tiene tres), también sus errores. Es infinitamente feliz con lo que hace y busca que todos tengan la posibilidad de pensar, de hacerse preguntas y de transformar la culpa en responsabilidad. 
¿Qué tengo que ver yo con lo que le pasa a mi hijo?, sugirió que sea el primer planteo como padres a la hora de enfrentar una situación. En la radio on line “Mamás felices” tiene un segmento que se llama Somos Familia, donde habla justamente de las violencias invisibles.
Como especialista en Educación, Crianza y Vínculos viaja por el mundo con sus talleres, ahora se está yendo a Barcelona a dictar uno: “Ser padres buenos o buenos padres”. “A veces se piensa que darle todo a un niño es quererlo, y en realidad los límites estructuran la vida de los chicos”, advirtió.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Veintitrés años pasaron desde que Alejandra Libenson dio su primer taller sobre crianza en Buenos Aires. Entonces trabajaba en una página web (Planeta mamá) y tenía un blog que se llamaba Preguntale al Especialista, en el que respondía preguntas a la gente. Así nació en 2003 su primer libro “Criando hijos, criando personas”. 
Es psicopedagoga y psicóloga por lo que tuvo mucho contacto con padres. Allí descubrió que era mejor hacer prevención para evitar que los niños después llegaran al consultorio. Dice que la vida la fue llevando, sus propios hijos le fueron enseñando (tiene tres), también sus errores. Es infinitamente feliz con lo que hace y busca que todos tengan la posibilidad de pensar, de hacerse preguntas y de transformar la culpa en responsabilidad. 
¿Qué tengo que ver yo con lo que le pasa a mi hijo?, sugirió que sea el primer planteo como padres a la hora de enfrentar una situación. En la radio on line “Mamás felices” tiene un segmento que se llama Somos Familia, donde habla justamente de las violencias invisibles.
Como especialista en Educación, Crianza y Vínculos viaja por el mundo con sus talleres, ahora se está yendo a Barcelona a dictar uno: “Ser padres buenos o buenos padres”. “A veces se piensa que darle todo a un niño es quererlo, y en realidad los límites estructuran la vida de los chicos”, advirtió.

Antes no se consultaba sobre cómo criar a los hijos, ¿qué cambió en la actualidad?
Antes en las familias ampliadas, las abuelas, las tías, los vecinos funcionaban como consultores, como una tribu que acompañaba la crianza de los niños y niñas, ahora vivimos muy aislados y muy solos, entonces no tenemos grupos de pertenencia adonde poder hablar de las cosas que nos pasan. Entonces, papás y mamás consultan para confirmar si están o no por el buen camino. 

¿Cómo son los padres de hoy?
Los padres de hoy tienen una crianza en la que han sido hijos tal vez muy cuestionados, muy limitados y con una crianza muy autoritaria y rígida y quieren realizar una crianza totalmente diferente. Pero se olvidan que un niño para crecer necesita ciertos límites y bordes, o se desbordan ellos y ponen límites todo el tiempo, se enojan, castigan, premian, o todo lo contrario, no hacen nada y el niño está como muy perdido, desamparado. 
Esto es lo que yo llamo violencia invisible, que no deja huellas físicas porque no hay moretón, chirlo, castigo, pero deja huellas porque un niño criado en soledad se siente muy abandonado, las niñas y los niños necesitan adultos que respondan por ellos para que puedan vivir su infancia. 
El límite es un modo de cuidar a un niño, no es un castigo. Uno cree que el límite es lastimar a un niño, castigar, ponerlo en penitencia y nada que ver. Un límite es un borde, es anticipar lo que se espera de él, acompañarlo.

¿Cómo se hace para poner límites a los chicos de hoy y sin violencia?
La violencia la tenemos todos, somos seres violentos. Nacemos con cierto grado de violencia, pero necesaria para vivir, lloramos para que nos den de comer, mordemos la comida para alimentarnos, es una agresividad natural. El llorar o el comer no lastima al otro pero el gritar, insultar, humillar lastima y esas son las violencias invisibles que sin querer los padres ejercen sobre los niños cuando sienten que no pueden dominar la situación, cuando se salen de su eje. Por eso, ¿cómo hacer?, sobre todo poner palabras, hacerse preguntas, decir yo estoy desbordado, este chico me da ganas de agarrarlo y sacudirlo, pero no, no se puede. ¿Qué siento? ¿Enojo? Qué tengo que ver yo con ese enojo, qué me pidió mi hijo que yo no pude escuchar. Tengo un proyecto (UPA) en Instagram que se llama Microescenas de Crianza, en los que muestro en 30 segundos escenas de la vida cotidiana donde se ejercen esas violencias invisibles sin querer.
En los talleres con Unicef trabajamos en grupos con personas significativas en la vida de los niños en esto de empezar a pensar juntos: mirá, esto que le dijiste a tu hijo le dolió, cómo reaccionaste cuando tu hijo no comió, ¿le pegaste?, ¿lo obligaste a comer? No le pegues, decile que si no come esa comida va a tener que esperar hasta la comida siguiente. Entre ellos se iban dando consejos y esto les hizo comprender que no estaban solos y lo que me pasa a mí te pasa a vos y a todos. Siempre la pregunta del otro te permite correrte de la certeza. 

¿Se repite la forma de criar?
Vos como hija tuviste una crianza, tal vez tu padre te pegaba o tu madre te gritaba, y tal vez, sin querer‘, ahora tenés tus hijos y les gritás o les pegás porque fuiste criada así, tal vez sabés que no está bien hacerlo pero es un modo automático que uno repite. Pero uno con el otro va a aprendiendo a que hay otros modos de poner límites, que no son a través de la violencia. No tiene que ver con una clase social tampoco.

Cómo analiza el castigo...
A veces la conducta automática es acción-reacción, el niño hace algo y el padre lo castiga para que aprenda, pero ningún niño aprende por el sufrimiento, tal vez obedece como un perrito por miedo pero no comprende. Porque lo que hace es temerle a quien más ama. Porque mi mamá me quiere, me pega, después ¿qué hago? Elijo una pareja violenta porque estoy acostumbrada a que el amor tiene que ver con que me peguen. 

¿Se dan con padres que pegan a sus hijos?
En los manuales de crianza de Unicef que se pueden descargar gratuitamente casi un 50 por ciento de los padres reconoce haber ejercido violencia alguna vez hacia sus hijos y que no la han podido evitar, que quieren no hacerlo, o sea, que existe un gran parte de la población que aún castiga a sus hijos no solo física sino psicológicamente. 

Y quitarle cosas como castigo...
Los niños necesitan límites, pero el quedarte sin algo es una forma de violencia también porque ¿qué aprende ese niño?, simplemente sabe que a la semana va a tener aquello que quería y se lo aguanta. En cambio, si le decís hoy íbamos a ir a la plaza pero la verdad que esto que hiciste no me gusto así que no vamos a ir. Mamá está triste. Entonces, el niño entra en empatía y dice mi mamá está triste por algo que hice y no le gustó, no lo voy a hacer más. 
A la siguiente, cuando el niño hace algo bien vos recalcas: Estoy muy orgullosa de vos; entonces ese niño se siente valioso y eso es mucho más amoroso y más efectivo para la vida de ese hijo. 

En el caso de adolescentes rebeldes, ¿cómo se pone límites?
Un adolescente rebelde fue niño antes. Lo primero que se arma es en los primeros cinco años de vida, entonces un adolescente rebelde habría que revisar su historia como niño, cómo fue, si tuvo todo, muchos sí y pocos no, o al revés. Cuando crece y es adolescente es desafiante y es parte de su crecimiento porque para diferenciarse y crecer necesita pelearse con los padres.
La identidad la construyen a partir de mostrarnos que son diferentes a eso. Tiene que cuestionarnos para separarse de nosotros, es normal que suceda, no es normal que un niño insulte a la madre, le falte el respeto al padre. Una cosa es que disienta, discuta, se rebele, que haga cosas que no están bien, que quiera hacer más de lo que puede hacer, pero otra cosa es que rompa los límites.

Hay adultos que viralizan por las redes sociales supuestas lecciones a sus hijos...
Es horrible. Es una manera de ejercer la violencia invisible, es una humillación al hijo, primero porque es menor de edad, la Convención de los Derechos de las Niñas y los Niños dice que necesitan intimidad y derecho a ser preservados. Es un modo de descarga tecnológica, en vez de hablar con el compañero de oficina lo expone en las redes. 

¿El bullying tiene que ver con la crianza?
El bullying es una situación de hostigamiento entre pares niños de manera sostenida. Generalmente el que ejerce bullying es porque de alguna manera lo vivió pasivamente, producto tal vez de su propia crianza, y lo que hace es transformar esto y descargarlo activamente contra un compañero. Es tan víctima como el que lo recibe, la escuela es responsable de eso porque tiene que accionar internamente para ayudarlos a comprender que esas conductas no son sanas, que hay que respetar las diferencias, la diversidad. Los responsables de resolverlo si sucede dentro de la escuela son los docentes, que tienen que estar capacitados para poder mediar y ayudar a los niños a convivir.

Y en el contacto con los educadores qué ve...
Veo que no tienen herramientas los docentes, que no están capacitados porque tienen que cumplir el programa pedagógico, entonces, no llegan y no tienen los tiempos institucionales para hacer reuniones de grupos. La directora dice que se arreglen ellos o voy a llamar a la madre y decirle que lo saquen de la escuela como si fuera un enfermo, y no es un enfermo, es un chico que sufre. No hay que juzgar a los chicos.

PUBLICIDAD