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Los límites del faroleo

Sabado, 07 de septiembre de 2019 00:00

Entre las páginas de lo que pasa por ser el libro más revelador sobre Donald Trump -The Art of the Deal (1987)-, el futuro presidente de los Estados Unidos acuñó la expresión "hipérbole sincera".

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Entre las páginas de lo que pasa por ser el libro más revelador sobre Donald Trump -The Art of the Deal (1987)-, el futuro presidente de los Estados Unidos acuñó la expresión "hipérbole sincera".

Toda una engañosa contradicción en términos ya que se puede ser hiperbólico o sincero pero difícilmente es posible combinar de forma simultánea el ditirambo y la candidez.

Según explicaba Trump en el bestseller escrito con ayuda del periodista Tony Schwartz: "La clave final de lo que promociono es bravuconería. Juego con las fantasías de la gente. La gente quizá no piensa a lo grande por sí misma pero se excita con quienes lo hacen. Yo lo llamo hipérbole sincera". Tres décadas después, ese oxímoron no ha perdido vigencia por lo menos para ilustrar las muchas alegrías que el nacional-populismo se permite con la verdad y los hechos.

Aunque está claro que en política, los embustes con mayor calado son aquellos que los votantes están predispuestos a creerse.

El Trump de Gran Bretaña, como le llama el ocupante del despacho oval, ha practicado con gusto a lo largo de su esperpéntica trayectoria la "hipérbole sincera".

A la hora de elegir entre la verdad y la mentira, Boris ha optado al igual que su mentor americano por la trola con generosas dosis de bravuconería para poder jugar en beneficio propio con fantasías populares.

El referéndum

Además de las engañifas desplegadas en el referéndum de 2016, como primer ministro Boris ha utilizado todo tipo de embelecos en su gestión de Brexit empezando por el órdago de acabar el 31 de octubre con un portazo. Sin evidencia alguna ha insinuado estar a punto de alcanzar un acuerdo con la Unión Europea.

Ha forzado la suspensión del Parlamento durante cinco semanas críticas. Ha amenazado a los diputados conservadores disidentes.

Y ha barajado un adelantamiento electoral a pesar de requerir para ello una mayoría de dos tercios en Westminster.

Ante los límites de tanto faroleo, Boris Johnson empieza a enfrentarse a las consecuencias de sus abundantes mentiras.

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