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Producción familiar, clave para el desarrollo salteño

Fundado el 21 de agosto de 1949. Director: Sergio Romero
Domingo, 12 de enero de 2020 01:24

El ministro de Desarrollo Social de la Nación, Miguel Arroyo, dijo que uno de los recursos para superar la pobreza debe ser la producción de alimentos y se comprometió a potenciar a los emprendimientos familiares y facilitar una "producción en escala".

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El ministro de Desarrollo Social de la Nación, Miguel Arroyo, dijo que uno de los recursos para superar la pobreza debe ser la producción de alimentos y se comprometió a potenciar a los emprendimientos familiares y facilitar una "producción en escala".

Arroyo terció de esa manera en una insólita polémica que se desencadenó en el mundo del espectáculo cuando la diva Susana Giménez reclamó que los beneficiarios de planes sociales "se vayan a criar gallinas al Norte". El ministro destacó que no iba a entrar en el "debate fácil" pero recalcó que "la salida de la pobreza es con trabajo", y agregó que el plan "Argentina contra el hambre" quiere garantizar el acceso a los alimentos y un gran plan de trabajo y desarrollo local de los productores.

El problema de la pobreza no admite frivolidades. En las regiones subdesarrolladas, el campo es expulsivo y los jóvenes migran buscando un futuro más auspicioso. Sin formación profesional adecuada, la necesidad los vuelve vulnerables.

En la Argentina no hay "hambruna", pero mucha gente no puede cubrir las necesidades básicas.

El verdadero problema de la pobreza es la incapacidad de la política de garantizar el empleo genuino y de calidad, lo que según el Observatorio de la Deuda Social ha generado un 25% de hogares donde la desocupación es una condición permanente, que se transmite de padres a hijos y que se viene acumulando desde más de cuatro décadas.

El presidente Alberto Fernández ya había anticipado que "la cultura del trabajo se garantiza creando trabajos formales". Para Salta esta es una buena señal. En nuestra provincia la producción agroganadera familiar, que en la mayoría de los casos es economía de subsistencia, puede encontrar así la posibilidad de alcanzar una producción en escala, tal como prometió el ministro.

En los cinco millones de hectáreas del campo chaqueño inmovilizados por un retardatario ordenamiento territorial, como en los valles calchaquíes y en la Puna, hay decenas de miles de producciones familiares en condiciones de alcanzar un nivel de calidad competitivo en los mercados locales y extranjeros. Hace dos décadas, la cooperativa Cauqueva logró sistematizar la producción y selección de los ancestrales papines andinos producidos por campesinos de la puna salto - jujeña para ubicarlos como plato de lujo en el exigente mercado europeo.

Hoy, pequeños productores de San Martín y Rivadavia podrían sumarse a la producción de terneros con destino a las fincas de engorde si la actividad ganadera se normalizara. Para esto, hacen falta claras definiciones.

Es necesario hacer nuevamente el ordenamiento territorial, para estimular la inversión productiva. Al mismo tiempo garantizar el abastecimiento de agua y energía eléctrica, adaptar los sistemas de producción a las exigencias de los grandes mercados, mejorar los caminos rurales y generar condiciones de igualdad de oportunidades al acceso a la educación y a la salud pública.

A mismo tiempo, es imprescindible ofrecer garantías a los inversores. En los valles y la Puna, los pequeños productores se ven afectados por un vacío jurídico producido por la arbitraria creación de comunidades indígenas y de caciques rentados, que ocupan tierras privadas ante la mirada complaciente de los estados provincial y nacional. La provincia debe diseñar un plan de desarrollo agrícola, ganadero y forestal, y regular la actividad de mataderos y frigoríficos ya que cualquier la actividad debe ajustarse a normativas internacionales para ser exitosa.

De parte del gobierno nacional, cualquier producción en escala será utópica si no se toman en cuenta las condiciones de producción y comercialización del siglo XXI y si se vuelve a un enfrentamiento injustificado con los productores como el que hace doce años terminó postergando a la Argentina como exportador de agroalimentos.

La pobreza se combate con trabajo genuino y con educación, pero también con racionalidad económica. La política tiene en esto un rol central, porque debe definir objetivos y recursos, dejar de lado las prácticas clientelares que lucran con la necesidad de los más pobres, y comprometer a los funcionarios en una tarea ardua, que requerirá menos discurso militante y una insoslayable dosis de idoneidad.

 

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