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“Las crisis son un factor importante en el incremento del delito”

Entrevista con Federico Medina, Doctor en Humanidades.
Domingo, 05 de enero de 2020 00:37

Federico Medina es abogado y doctor en humanidades por la Universidad de Tucumán. Realizó y aún trabaja en diferentes investigaciones que abordan la problemática de la delincuencia en la juventud. Asegura que la crisis es un factor que incrementa el delito, pero advierte que no hay que caer en simplicidades. Por lo que invita a tener en cuenta la mutiplicidad de factores que influyen en una “carrera delictiva” que comienza desde muy joven, desde la comisaría, pasando por institutos para menores hasta finalmente ingresar a la cárcel. 

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Federico Medina es abogado y doctor en humanidades por la Universidad de Tucumán. Realizó y aún trabaja en diferentes investigaciones que abordan la problemática de la delincuencia en la juventud. Asegura que la crisis es un factor que incrementa el delito, pero advierte que no hay que caer en simplicidades. Por lo que invita a tener en cuenta la mutiplicidad de factores que influyen en una “carrera delictiva” que comienza desde muy joven, desde la comisaría, pasando por institutos para menores hasta finalmente ingresar a la cárcel. 

En este contexto, el abogado es crítico con diferentes eslabones como los medios de comunicación, el sistema legal, judicial y penal. Según él, no hacen otra cosa que estigmatizar, profundizar la problemática y obtener como resultado la normalización de la violencia y un destino prefijado como condena; y que al mismo tiempo da cuenta de ausencias estatales. Basándose en datos, el especialista señala que la baja de edad de imputabilidad no es una opción viable. 

¿A qué se refiere cuando habla de “carerra delictiva”?

Trabajé para mis investigaciones y continúo haciéndolo con chicos y jóvenes que comienzan en situaciones de delitos o en conflicto con la ley penal desde los 12 o 13 años. En algunos casos iniciando, entre comillas, una carrera delictiva, que no se termina y continúa cuando pasan los 18 años; cuando pasan a la etapa del régimen penal de adultos.

Encontré que muchas definiciones legales y límites legales son completamente inadecuados para comprender la problemática de la vinculación con el delito, porque la diferencia de las historias de vida de los jóvenes que tienen 20 años o 25 con aquellos que tienen hoy 18, 17 no soy muy distintas. Son adolescentes que han sociabilizado con el delito, con la violencia que han internalizado y han normalizado. En ese sentido la relación con el delito es mucho más corriente que lo que uno puede pensar. Muchos se han criado en ambientes violentos, en barrios populares con índices de situaciones de violencias cotidianas, vinculadas muchas veces a situaciones adictivas. 

¿Cuán directa es la relación de la droga y la marginalidad con el delito?

En mi caso, con todos los chicos con los que trabajé son chicos que tienen adicciones. No venden, son consumidores con situaciones de vulnerabilidad total, con índices de escolarización muy bajos. Dejaron la escuela desde la primaria, tienen situaciones familiares complejas. Generalmente comienzan con delitos menores leves como hurtos, o robos, pero que con las diferentes etapas de institucionalización, en encierro de comisarías, luego del sistema penitenciario, muchos van incrementando el delito de hurtos a robos, a robos con armas, y ya de más grandes, en muchos casos homicidios. Por eso no sorprende el dato que la mitad de delitos denunciados sea de jóvenes. De todos modos no es algo que sea privativo de Salta, pasa en todo el país y seguro se incrementa en el norte por ser la zona más pobre a nivel nacional. Pero también pasa en las periferias de Capital y Rosario. Hay índices que dan que las tasas de criminalidad tienen un alto componente juvenil.

¿Hay un fracaso en la rehabilitación de las adicciones?

Algunos de los chicos de 22, 23 años que están en contexto de encierro y que están imputados por homicidios ya han tenido relación con robos y hurtos desde los 12 o 13 años. Las respuestas estatales han sido insuficientes desde la reinserción educacional, familiar. Otro aspecto clave insuficiente es el sistema de salud, la posibilidad de acceder a una internación no solo para desintoxicarse, sino para la rehabilitación da cuenta de una marcada ausencia del Estado en este sentido. Así, muchas de estas historias de vida que comienzan con delitos leves van incrementando y generan mayor respuesta estatales de mayor punitividad que en muchos casos los condenan a pasar experiencias de encierro en adultos.

Hay especialistas que hablan de los hijos de la crisis...

Hay bastantes estudios sobre este tema, Keissler escribió sobre esto. Sí, hay estadísticas que dan cuenta que en un contexto de crisis hay un incremento de delitos y en general de los delitos contra la propiedad, pero eso no es inequívoco. No hay una causa lineal: a mayor crisis mayor cantidad de delitos. Eso sería una gran simplificación porque hubo crecimiento económico y los delitos no bajaron. Pero como todo fenómeno social, el delito y los delitos que implican violencia son multicausales. 

La crisis son grandes factores de la violencia y además en los mercados ilegales, está el ganar dinero más rápidamente. Las crisis son un factor importante en el incremento del delito, pero no son el único, también la violencia intrafamiliar, la falta de posibilidades laborales y barriales y las estigmatizaciones que se promueven desde medios de comunicación también contribuyen al incremento de violencia. 

Cuando se habla de un joven en conflicto con la ley, o de “pibe chorro”, se lo estigmatiza irreversiblemente, genera sentido al interior de los barrios y que muchos adolescentes se autoperciben como incorregibles, como que su vida está defintivamente deteriorada y no tienen como salir. Todos estos procesos tanto sociales como de construcción de sentido y criminalidad como el acceso a necesidades básicas, contribuyen al incremento de la violencia. Pero también las pautas que tiene en el interior de sus casas y sus barrios cuando son señalados como “pibes chorros”. Además también de la intervención de la policía, la comisaría de los barrios que van marcando pibes que los torturan, los hostigan sin ningún sustento y se va normalizando la violencia que utilizan para robar.

¿Los sistemas de encierro son criminalizantes?

Si, el sistema penitenciario no cumple con la reinserción. Hay ausencias de políticas estatales de reinserción al sistema juvenil. Estas cifras lo dicen. 

No hay en esto un determinismo. No es que los que cometen delitos leves y luego graves y que pasan por comisarías por institutos y luego por penales, no tiene que decir que desembocarán en delitos más graves. Si quiero marcar que esto ocurre con mucha frecuencia y pasa mucho más de lo que se piensa. Esto habla de una falta de respuesta del Estado en políticas penales, pero también educativas laborales, o reescolarización tardía como el plan Fines, y las políticas en el ámbito de salud. Los sistemas punitivos van sellando la condición de delincuente y va perpetuando y multiplicando la violencia.

Un pibe que está en una comisaría con adultos constantemente torturado, es poco probable que no rutinice la violencia y que no le genere un resentimiento hacia la actuación policial. Ni que hablar de los sistemas carcelarios de adultos donde la violencia es más intensa. En las cárceles pasan cosas muy graves entre internos o con guardiacárceles. La violencia es parte de la trama cotidiana. Un delito grave como un hurto pasa a un robo con uso de arma o en caso más extremos a homicidios. 

¿Está de acuerdo con la baja de edad de imputabilidad?

 En caso de delitos graves se producen de 18 años en adelante. Lo que da cuenta que bajar la edad de imputabilidad de 16 años para abajo, como proponía el proyecto del 2017 de Garavagno (exministro de Justicia del macrismo), no encuentra respaldo alguno. Los delitos graves cometidos por adolescentes de menos de 16 años son ínfimos y no respaldan ese proyecto. Por lo general los homicidios se producen entre 18 y 35 años. 

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