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Muy cerca de tocar fondo

Viernes, 30 de octubre de 2020 02:33

Hace dos centurias, en 1820, los jefes territoriales del Litoral daban cuenta, de hecho, del gobierno directorial y del proyecto constituyente generado por el Congreso reunido en Tucumán primero y luego en Buenos Aires. Cada uno tenía sus razones, pero lo que resulta innegable es que en ese año las Provincias Unidas transitaron el nadir de su existencia política como Estado.

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Hace dos centurias, en 1820, los jefes territoriales del Litoral daban cuenta, de hecho, del gobierno directorial y del proyecto constituyente generado por el Congreso reunido en Tucumán primero y luego en Buenos Aires. Cada uno tenía sus razones, pero lo que resulta innegable es que en ese año las Provincias Unidas transitaron el nadir de su existencia política como Estado.

La reconstrucción sería penosa y contradictoria. Desde el aborto presidencial de Rivadavia, las guerras civiles recurrentes, la confederación empírica de Rosas, Caseros con la intervención brasileña, la constitucionalización incompleta por la rebeldía porteña, los nuevos conflictos intestinos, hasta la llegada de Roca, con la federalización de la ciudad-

puerto y la memorable marcha al sur. Sesenta años de desencuentros confirmatorios de que toda reconstrucción es mucho más ardua y trabajosa que la destrucción.

Si nos comparamos no con las unidades políticas que solíamos emular hace varias décadas, sino, simplemente, con nuestros vecinos más o menos inmediatos, salta a la vista en todos los indicadores el retroceso argentino y una sensación irreprimible de nunca tocar fondo.

Tenemos a nuestro favor la aceleración de la historia, por la cual -de recuperarse el rumbo- harían falta mucho menos que las seis décadas del siglo XIX para volver a contar en el mundo. Pero hace falta acertar en él diagnóstico, sin lo cual todo activismo resultaría vano. Y en este punto queremos ser claros.

A nuestro entender el mal argentino no se refiere a que esté en juego la República o el Estado de Derecho, que no sería poco, ciertamente. No está en entredicho el cómo ser de la Nación sino el ser mismo.

Las ocupaciones de tierras que Juan Grabois anunciaba para cuando remitiese la pandemia no esperaron tanto. Se completan con la entrega de fundos militares a grupos mapuches. En lo que hace al instinto de conservación del Estado argentino, no quisiéramos medirlo por la decisión de la Universidad de la Defensa de homenajear al Che Guevara en el aniversario de su muerte a manos del Ejército boliviano. Como telón de fondo nuestra unidad monetaria registra día por día valores evanescentes.

Integridad territorial, conocimiento del enemigo, control del espacio interno, moneda, figuran entre los atributos esenciales del Estado. Es todo eso lo que estamos perdiendo.

Estamos convencidos de que las grandes tareas de la década que se inicia constituyen el servicio específico de la derecha. Es ella la responsable de la continuidad en el ser de los grandes agregados sociales como, en este caso, la Nación. A otros puede competer perfeccionarlos. A ella asegurar su conservación. Pero, dado el género de los riesgos que hoy se afrontan, dicha derecha no puede prescindir de una fuerte componente hobbesiana. Al mismo tiempo, es menester apuntar a otros dos rasgos de la derecha del siglo XXI. Ella debe ser popular, no en el sentido demagógico de la palabra, sino en cuanto a la necesidad de que trascienda holgadamente los ghettos ideológicos, fueren ellos liberales o nacionalistas, que hasta ahora la han apresado. Y, por otra parte. debe ser proactiva y, por ello, decididamente reformadora. Las estructuras confortables para nuestro establishment no son, necesariamente, las más útiles para la conservación nacional. Suelen ser meramente corporativas o, más grave aún, retroprogresistas. En lo educativo como en lo tributario, en lo que hace a la diplomacia como al comercio exterior o a la seguridad y la defensa, va a resultar imperativo renovar para sobrevivir y crecer. Sin ilusiones pero con esperanzas nos vamos a despertar. Lo que hace falta es que una sección significativa de la clase política lo comprenda y asuma.

* Profesor Emérito de la Universidad Católica Argentina. Exdecano de la Facultad de Ciencias Políticas de la Universidad Católica de La Plata.

 

 

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