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Un proyecto busca que sean habitables los espacios desolados por la pandemia

El profesor de Filosofía Hernán Ulm y el cellista Augusto Brito con “Música sin programa” intervienen lugares públicos y de la cultura con las experiencias del arte.
Jueves, 26 de noviembre de 2020 21:30

“Música sin programa” es un proyecto llevado a cabo por el profesor en Filosofía Hernán Ulm y el cellista de la Orquesta Sinfónica de Salta Augusto Brito. Se trata de intervenciones en espacios urbanos y en espacios de la cultura que se vaciaron para evitar la propagación del coronavirus. 
Algunos videos se realizaron oportunamente en paisajes desérticos durante la estricta cuarentena y otros mientras las restricciones se iban liberando, apuntando a que el ruido ambiente se imprimiera en la música ejecutada por Brito. 
La primera experiencia fue filmada en el ingreso al cementerio de la Santa Cruz, a puertas cerradas. Sin el flujo de gente que es habitual en ese campo santo, Brito interpretó Sarabanda suite Nº 5 de Bach.
La segunda entrega, un arreglo para cello de “La Pomeña”, obra musical del Cuchi Leguizamón con letra de Manuel Castilla, se grabó en la Usina Cultural. 
El tercer envío -“El cisne”, de Camille Sainte-Saëns-, desde la terminal de ómnibus, entre las plataformas deshabitadas de micros y de pasajeros. 
También irrumpió sobre el escenario del Teatro Provincial y sin público Martín Bonilla, solista de timbales de la Orquesta Sinfónica de Salta. 
Además, hicieron una entrega en la intimidad de una casa de familia, pero sin la presencia de sus habitantes. 
“En el contexto de la pandemia, tanto Augusto como yo pensábamos que teníamos la oportunidad de demostrar que la música podía ser un modo de intervención en ámbitos no convencionales tanto como que pese al encierro estábamos activos, trabajando y produciendo cosas. Entonces decidimos comenzar con esta idea de llevar la música a otra parte”, contó Ulm a El Tribuno. Añadió que en un principio habían pensado en hacer una especie de performance urbana musical y después, en conversaciones más extensas, les surgió la idea de seguir con la premisa general, pero en ambientes desiertos, que en ocasión de la pandemia ofrecían un aspecto entristecido y a los que se les ocurrió llenarlos de música.

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“Música sin programa” es un proyecto llevado a cabo por el profesor en Filosofía Hernán Ulm y el cellista de la Orquesta Sinfónica de Salta Augusto Brito. Se trata de intervenciones en espacios urbanos y en espacios de la cultura que se vaciaron para evitar la propagación del coronavirus. 
Algunos videos se realizaron oportunamente en paisajes desérticos durante la estricta cuarentena y otros mientras las restricciones se iban liberando, apuntando a que el ruido ambiente se imprimiera en la música ejecutada por Brito. 
La primera experiencia fue filmada en el ingreso al cementerio de la Santa Cruz, a puertas cerradas. Sin el flujo de gente que es habitual en ese campo santo, Brito interpretó Sarabanda suite Nº 5 de Bach.
La segunda entrega, un arreglo para cello de “La Pomeña”, obra musical del Cuchi Leguizamón con letra de Manuel Castilla, se grabó en la Usina Cultural. 
El tercer envío -“El cisne”, de Camille Sainte-Saëns-, desde la terminal de ómnibus, entre las plataformas deshabitadas de micros y de pasajeros. 
También irrumpió sobre el escenario del Teatro Provincial y sin público Martín Bonilla, solista de timbales de la Orquesta Sinfónica de Salta. 
Además, hicieron una entrega en la intimidad de una casa de familia, pero sin la presencia de sus habitantes. 
“En el contexto de la pandemia, tanto Augusto como yo pensábamos que teníamos la oportunidad de demostrar que la música podía ser un modo de intervención en ámbitos no convencionales tanto como que pese al encierro estábamos activos, trabajando y produciendo cosas. Entonces decidimos comenzar con esta idea de llevar la música a otra parte”, contó Ulm a El Tribuno. Añadió que en un principio habían pensado en hacer una especie de performance urbana musical y después, en conversaciones más extensas, les surgió la idea de seguir con la premisa general, pero en ambientes desiertos, que en ocasión de la pandemia ofrecían un aspecto entristecido y a los que se les ocurrió llenarlos de música.

 

El profesor en Filosofía Hernán Ulm, sobre el escenario del Teatro Provincial. 
Añadió que se condicionaron por referencias previas. Además, fue inevitable que se fueran presentando resultados impensados. 
“Filmamos cerca de la rotonda que lleva a la Universidad Católica, cerca de los antiguos ferrocarriles, en Chachapoyas. Eso nos parecía interesante porque estaba vacío por un lado, pero había circulación de autos por el otro y se podía incorporar ese ruido a la música de Augusto. No hicimos un rastreo previo”, señaló al describir este devenir intuitivo. 
El próximo será un dueto para cello y clarinete con Augusto Brito y Eugenio Tiburcio.
“Pensamos seguir trabajando, pese a que el encierro y el aislamiento se va levantando poco a poco pensamos que es interesante seguir interveniendo los espacios urbanos, siempre con la premisa nuestra de que el arte es un modo de interrupción de los flujos cotidianos de la sensibilidad. Nos parecía interesante ahora continuar el proyecto interrumpiendo esa cotidianeidad”, describió. Para Ulm, el arte es un modo de volver habitable la ciudad, de la que entiende que está atravesada por tanto ruido, por tantas experiencias a las que sus habitantes se han acostumbrado y que en un punto los ha vuelto indolentes o los ha llevado al mismo estado que se presenta después de una anestesia. 
“Tal vez las intervenciones artístico-musicales sirvan para llamarnos la atención sobre algo a lo que habitualmente no prestamos atención”, señaló. 

Augusto Brito y Hernán Ulm, los realizadores de "Música sin programa". 
También está interviniendo el espacio público digital a través de videopoemas armados entre el Centro de Estudios en Filosofía de la Cultura (CEFC), el Instituto de Investigaciones en Cultura y Arte (IICA) y el Lepel de Río de Janeiro. 
Este se basa en lecturas de poemas a las que disponen en un régimen visual como un modo de mostrar que las redes sociales son pasibles de habitar e interrumpir de otras formas. 
“A través de ellas siempre nos bombardean con noticias, chismes, fake news, con cosas que nos estresan permanentemente. Por eso, queremos habitar esos espacios de interacción social bajo un régimen estético diferente, que no significa que sea lindo o feo, sino que construye nuestra sensibilidad de otra forma, que está recorriendo todos los proyectos de los que estamos hablando. Nuestra sensibilidad puede tener una acción política diferente”, sintetizó. 

Un interés particular

El profesor de Filosofía Hernán Ulm se viene interesando en las implicancias de la pandemia desde el inicio de esta. Por ejemplo, en la sala 4 del Museo de Bellas Artes de Salta (MBAS) se exhibió en junio pasado “Arte en cuarentena”, organizada por el Instituto de Investigaciones en Cultura y Arte (IICA), dependiente de la Universidad Nacional de Salta (UNSa), el MBAS y la Dirección de Audiovisuales de la Secretaría de Cultura de la Provincia de Salta.
La intervención estuvo compuesta por doce entrevistas a artistas efectuadas a través de Zoom por el director del IICA, profesor Hernán Ulm, quien también fue el curador de la muestra, y obras realizadas por esos mismos entrevistados u otros artistas durante el aislamiento social, preventivo y obligatorio. Ulm explicó a El Tribuno en aquel momento que “Arte en cuarentena” había surgido de la voluntad de pensar junto con los artistas en qué consiste una práctica del arte en el mundo contemporáneo en el contexto singular de la pandemia del coronavirus que suspendió las actividades habituales de todos los ciudadanos y restringió su circulación. “Nuestra intención era tratar de explorar colectivamente hasta qué punto la propia práctica del arte se vería afectada o atravesada por esta situación inesperada por la que todos estamos atravesando”, había definido entonces. Ahora también trabaja con el artista Martín Córdoba en intervenciones urbanas. “Estamos muy interesados en eso, bajo la premisa de reapropiarnos de los espacios públicos para demostrar que tenemos otros modos de pensarnos viviendo juntos”, concluyó. 
 

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