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Mi Belén, el que me negaban, un fuerte recuerdo de la infancia

Es en este lugar sagrado de Cisjordania donde la energía de millones está instalada en cada instante. Es el centro de la paz mundial.
Domingo, 20 de diciembre de 2020 01:59

Ser minoría en un pueblo tiene la magia de la protección a la discriminación. Ellas dos conviven en cada segundo.

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Ser minoría en un pueblo tiene la magia de la protección a la discriminación. Ellas dos conviven en cada segundo.

Las clases de catecismo me daban alegría y tristeza, ya que debía salir del aula. Nunca lo sentí una discriminación, lo sentí como una protección y respeto, sin saber prácticamente nada de por qué se hacía eso en mis pocos siete u ocho años.

Muchas veces me quedaba detrás de la puerta escuchando lo que mis compañeritos aprendían, es más, creo que fue mi primera experiencia de aprendizaje clandestino.

Ni qué hablar cuando llegaba diciembre, donde todos armaban el arbolito y en mi casa ni se hablaba de él.

Lo más poderoso era cuando se preparaban los pesebres y todos los chicos, excepto Israelito, el hijo del ruso, no podía participar. Alucinaba con qué personaje me darían en el casting, y definitivamente Baltazar era una opción excluyente.

Y así fueron pasando catecismo y pesebres donde mi ausencia hacía omnipresente el misterio de Belén.
Pasó el tiempo y me di el gran gusto de estar un 24 de diciembre en el auténtico lugar del establo famoso, en Cisjordania. Y desde allí, cada vez que voy lo visito poniéndome al día con los atrasos históricos.

Llegar por la ruta con recovecos es mágico. Sus empinadas cuestas y el paisaje único de los árabes con sus túnicas y turbantes te hace saber que aquí Medio Oriente es... Medio Oriente, con sus olores a especias, el desorden ordenado y los mercaderes por todos lados.

La estética árabe es una rara mezcla de colores, tierras y brillos, los gestos de sus mujeres adultas, que no miran a los ojos, los hombres con su mirada pensativa, con las manos ocupadas jugando con los cuencos del rosario y en la otra mano un café que exhala cardamomo, te exige inspirar los aromas del desierto.

Aquí mismo donde Cristo vio la estrella, aquí mismo donde el Rey David fue parido y la tumba de Raquel guarda sus restos, todo se mezcla como en un canasto de saldos y retazos. Todos juntos y revueltos, aunque el largo muro gris de la separación intente poner frontera, la cultura lo atraviesa y Cristo, David y Raquel siguen con-muriendo.

La iglesia de la Natividad, siempre alumbrada, representa un verdadero camino de vida, lleno de desniveles y la imperiosa necesidad de agacharte para llegar a los lugares sagrados, y cada genuflexión parece un ejercicio de humildad ante tamaño símbolo, la cuna de Cristo. 

Los montes guardianes parecen que están desde aquellas épocas, con sus largas barbas y sus túnicas marrones, con sus collares sujetando crucifijos imponentes. 
El humor gastado por tantos que vienen y hacen la misma pregunta para la misma respuesta: Sí, aquí estuvo el pesebre!!!, pero no importa, nada importa en este lugar sagrado donde la energía de millones está instalada en cada lugar e instante.

Es uno de los lugares de mayor energía que conocí en mi vida, sino el que más. El centro de la paz mundial, con su frente de piedra, Jerusalén parece llorar por la impotencia de no lograrlo.

La sede palestina homenajea al guerrillero prócer don Yasser Arafat, con su impecable estilo de turbante blanco y negro. Belén es controversial hasta en el significado: Bayt Lahm “Casa de la carne” en árabe; Bet Léhem o Bet Láhem, en hebreo, que significa Casa del pan; Bêth Lahamu o Casa del dios lahamu en idioma cananeo.
Cómo no va a ser un lugar interesante para que nazca un nuevo mundo, con menos diferencias y más parecidos.

Y sigo gozando con solo recordar mi vida sin catecismo y sin pesebre, pero con mis Belenes de comidas ricas, de cielos de pólvora, de mujeres escondidas con hombres mercaderes, monjes viejos y guerrilleros en afiches y de los otros también que hacen de este lugar un espacio intrigante.

Feliz navidad y que generemos una vida que merezca ser vivida para cada uno.
 

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