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Prioridades ambientales del Norte Grande

Lunes, 21 de diciembre de 2020 01:36

El pasado jueves 17 la Embajada de Francia organizó un seminario para traer a la vista los 5 años transcurridos desde el Acuerdo de París, evento que marcará un antes y después en relación a los compromisos que los países y las regiones deberán adoptar para reducir las emisiones de carbono y lograr un sistema de vida humano más acorde a las limitaciones que el propio ambiente nos impone.

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El pasado jueves 17 la Embajada de Francia organizó un seminario para traer a la vista los 5 años transcurridos desde el Acuerdo de París, evento que marcará un antes y después en relación a los compromisos que los países y las regiones deberán adoptar para reducir las emisiones de carbono y lograr un sistema de vida humano más acorde a las limitaciones que el propio ambiente nos impone.

En este evento y como representante de la Fundación ProYungas fui invitado a exponer sobre nuestra visión en el vínculo entre producción y ambiente en el Norte Grande.

El próximo año nos enfrentamos a desafíos y dilemas importantes, deberemos incrementar significativamente el ingreso de divisas, debemos reducir el desempleo lo que implica generar muchos nuevos puestos de trabajo, reducir considerablemente los niveles de pobreza que han superado el 50% de las familias y en el Norte Grande aún posee valores más elevados.

Y todo ello deberemos hacerlo protegiendo el ambiente y enfrentando al cambio climático, un flagelo que por lo que se dice generará impactos muy superiores a la presente pandemia. En ese contexto el Acuerdo de París y los procesos simultáneos y confluyentes como el Pacto Verde de la Unión Europea, los Objetivos de Desarrollo Sustentable y el propio Acuerdo Mercosur Unión Europea, debemos verlos como una gran oportunidad para posicionar las producciones del norte argentino asociadas a un contexto de protección de los servicios ambientales y orientadas hacia la carbono neutralidad, un objetivo que será central en los próximos años en el comercio internacional.

Sin duda de muchos de los males que vive hoy el mundo, Argentina no está exenta de ellos, pero en general en magnitudes relativamente más bajas, empezando por nuestra contribución global a las emisiones de Gases de Efecto Invernadero (GEI), sobre los cuales el país no alcanza el 1%.

Además y si bien aún no hemos alcanzado la meta mundial de proteger al menos el 17% de nuestros ecosistemas, en muchos casos hemos superado ese mínimo y en otros, si bien no hemos establecido mecanismos formales de protección, existen aún grandes espacios con potencial para la conservación, incluso en ecosistemas como el Gran Chaco, donde hoy se concentra gran parte de la expansión de la frontera agropecuaria en el país.

Argentina mantiene aún más del 50% de la cobertura boscosa nativa, y dentro de ella, en el marco de la zonificación de la Ley de Bosques, más del 80% está en categorías de mantenimiento de la cobertura boscosa. Todo ello en el marco de realidades contrastantes entre el centro del país que produce gran parte de las emisiones y del consumo de energía y una periferia o interior, que muchas veces pareciera que está destinado a compensar esas emisiones afectando el necesario desarrollo regional.

Sin duda el sector productivo argentino posee excelentes niveles de organización, es innovador y generador de altos estándares científicos y tecnológicos. Sin duda también es un sector muy mal comunicador, y esa limitación ha permitido “perder la calle” frente a un ambientalismo mucho más efectivo en estas lides.

En este sentido la juventud (o los jóvenes) están llamados a jugar un rol cada vez más activo y sobretodo en los entornos urbanos (donde vive más del 90% de la población en Argentina) se va consolidando una mirada crítica hacia el campo, la agroindustria, el uso de agroquímicos, la contaminación, el uso del agua, los incendios, la producción y consumo de animales, etc, etc. En el marco de este mayor protagonismo, pero también en esta lluvia intensa de malas noticias ambientales globales, reina un pesimismo creciente sobre el futuro de la humanidad, pesimismo que se debe revertir por su carácter de inmovilizante, depresivo y socialmente negativo.

Hay una responsabilidad de los medios sobre la visión negativa del mundo que les estamos dejando, más allá de los problemas reales que debemos enfrentar. Necesitamos generar una agenda ambiental positiva, esperanzadora, motivadora del cambio necesario y posible.

En todo este contexto abrumador por momentos, el Norte Grande en general y Salta en particular tienen una excelente oportunidad en puerta, vinculando sus emprendimientos productivos con esfuerzos de protección del entorno ambiental donde están inmersas sus producciones. Este vínculo desde ProYungas lo denominamos “Paisajes Productivos Protegidos”, espacios que vinculan armónicamente ambos objetivos que no son otra cosa que las dos caras de una misma moneda, la del desarrollo sustentable.

Esperamos que este próximo año, con apoyo de la Unión Europea y del propio sector productivo y ambiental, podamos avanzar en identificar estos ejemplos superadores del actual dilema instalado en nuestra sociedad entre producción vs. ambiente. Para reducir el potencial efecto del cambio climático debemos reducir nuestras emisiones globales y Argentina como los restantes países están comprometidos a su reducción.

Pero también debemos adaptarnos a los cambios o mitigar sus efectos. Para ello debemos concentrarnos en la protección de recursos claves como el agua y sus cuencas, definir áreas relevantes de protección de la naturaleza y sobretodo generar los recursos económicos para sustentar todo esto.
 

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