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“Ayudar te ayuda a vivir, yo espero mi muerte sin miedo porque sé que mi vida valió la pena”

Entrevista con Rodolfo Usy, director de la ONG encargada del Hogar San Rafael Arcángel de Cerrillos.
Domingo, 08 de marzo de 2020 01:10

“Vivo mis últimos días trabajando para que el Hogar San Rafael Arcángel sobreviva”, le dijo este hombre singular a El Tribuno en una profunda y emotiva charla.  Rodolfo Usy (quien requiere del apoyo constante de un respirador), es el director y fundador de una institución ubicada en la Recta de Cánepa, ruta nacional 68 (km 176), a la que le ha dedicado los últimos 16 años de su vida para que sea el refugio y la contención de miles de personas con discapacidades y adicciones. Rodolfo es un querido personaje de Cerrillos a quien los diagnósticos médicos le bajaron el pulgar de la vida como consecuencia de una enfermedad cardiopulmonar terminal. “Mi diagnóstico es irreversible y mis expectativas de vida son de muy corto plazo”, asegura.

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“Vivo mis últimos días trabajando para que el Hogar San Rafael Arcángel sobreviva”, le dijo este hombre singular a El Tribuno en una profunda y emotiva charla.  Rodolfo Usy (quien requiere del apoyo constante de un respirador), es el director y fundador de una institución ubicada en la Recta de Cánepa, ruta nacional 68 (km 176), a la que le ha dedicado los últimos 16 años de su vida para que sea el refugio y la contención de miles de personas con discapacidades y adicciones. Rodolfo es un querido personaje de Cerrillos a quien los diagnósticos médicos le bajaron el pulgar de la vida como consecuencia de una enfermedad cardiopulmonar terminal. “Mi diagnóstico es irreversible y mis expectativas de vida son de muy corto plazo”, asegura.

Hoy, todos sus esfuerzos están puestos en que la institución sobreviva a su persona, ya que de ella dependen cerca de 30 “personitas” que lo habían perdido todo y que en el hogar recuperaron su dignidad, encontraron contención y más de una razón para seguir viviendo. 


Actualmente asisten a 25 internos permanentes y a otras tantas personas como centro de día. Allí trabajan médicos, enfermeras, operadores y docentes especiales, entre otros profesionales. Los pacientes realizan actividades físicas y de recreación, talleres con orientación especial y participan de jornadas integradoras. La ONG nació con el fin de albergar a personas con riesgo social y sanitario. Trabaja con diversas áreas del Gobierno, del Ministerio Público y los juzgados de Familia de toda la provincia.
Antes de charlar, lo esperamos a que terminara de hacer las compras diarias de mercadería para los “chicos” del hogar, su absoluta prioridad. 

Con su delicado estado de salud, ¿cómo es que sigue trabajando todavía en el Hogar?

La institución nació como un sueño hace 16 años y se mantuvo con muchísimo esfuerzo. Mi deseo más profundo es que siga funcionando en la antigua casona ubicada a la vera de la Recta de Cánepa. Allí le brindamos un techo y contención a personas con retraso mental severo y agudo, con patologías asociadas como psicosis, esquizofrenia, epilepsia, entre otras. El Hogar ha sobrevivido gracias al esfuerzo y la vocación de todo un equipo, que en verdad es una gran familia. No es sencillo mantener sus puertas abiertas. Creo que es producto del amor, porque la gente sabe que la paga es mínima y hasta tuvo que aguantar sueldos atrasados y un sinnúmero de dificultades, pero siempre siguió adelante. La atención que se brinda es gratuita y la mayoría de los internos no tiene familia o no los contienen.

“Antes de morir, espero que el Ministerio de Salud garantice los fondos para que el Hogar funcione” 

 

¿Qué es lo que más lo preocupa?

Mi preocupación o mis aspiraciones pasan porque el Ministerio de Salud, a través de la Secretaria de la Discapacidad, garantice que apoyará al Hogar. Que el Estado garantice los fondos para que siga funcionando. Se trata de una institución única en su tipo en el NOA, que le ha devuelto la vida a muchísimas personas que lo habían perdido todo, hasta la dignidad. A chicos violados, maltratados, abandonados. Necesitamos ese apoyo, porque es muy duro “mendigar” periódicamente una ayuda para que esta institución se sostenga. No debería ser así. Su rol social es muy valioso, y el Gobierno tiene que darse cuenta. Por esas razones es que cada día, que podría ser mi último día, me levanto, siento que estoy vivo y me voy a seguir peleando por ellos.

“Es gente sin nada ni nadie. Somos su único sostén. Hay que atender sus patologías, darles comida, medicarlos, vestirlos”.

 

¿Ha tenido una respuesta concreta del Gobierno?

En eso estamos. He mantenido una reunión con la titular de la Discapacidad, tengo otra pactada con el secretario general de la Gobernación. Tengo esperanzas, espero tener vida para cuando se resuelva esta situación. Hemos atravesado períodos muy duros, el equipo de colaboradores aguantó hasta cuatro meses de retraso de sus sueldos. Hay vocación, hay voluntad, pasión por lo que se hace, pero necesitamos del Estado para mantener el Hogar.


“En 16 años, el Hogar San Rafael atendió a miles de personas de toda la provincia. Su existencia es fundamental”.
 

¿Siente que han quedado cosas en el tintero¿, ¿cuentas pendientes?

Tengo 49 años, cinco hijos y dos nietos a quienes amo. Me faltó tiempo tal vez para compartir con ellos a causa de mi entrega al Hogar. Pero estoy seguro que ellos lo entienden, y algunos siguen mis pasos. He dedicado mi vida al trabajo social; lo di todo. Estoy en paz. Estoy listo. Eso me permite hoy tener una sana aceptación de lo inevitable. He llevado una vida digna y lo haré hasta el final. Los chicos del hogar me dan fuerzas. Cuando llego, con toda su inocencia lo primero que me dicen es: “Papá te vas a curar, ¿no?”. Y yo les digo que sí.

 


 

 

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