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El papa Francisco inició el Viernes Santo postrado en la Basílica de San Pedro

La denominada "Pasión del señor" se caracteriza porque el Papa no predica sino que se limita a escuchar la homilía del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, un capuchino de 85 años.
Viernes, 10 de abril de 2020 15:49

Postrado tres minutos en silencio en el piso de una Basílica de San Pedro vacía por las medidas de restricción por la pandemia de coronavirus, el papa Francisco participó hoy de la celebración de la Pasión del Señor, la primera de las actividades por el Viernes Santo de una semana "inédita" por la falta de público y fieles en las ceremonias vaticanas.

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Postrado tres minutos en silencio en el piso de una Basílica de San Pedro vacía por las medidas de restricción por la pandemia de coronavirus, el papa Francisco participó hoy de la celebración de la Pasión del Señor, la primera de las actividades por el Viernes Santo de una semana "inédita" por la falta de público y fieles en las ceremonias vaticanas.

Apenas pasadas las 18 de Roma (13 de Argentina), Jorge Bergoglio dio inicio a la celebración y se recostó en soledad en la nave mayor de la Basílica vaticana para adentrarse en la oración que recuerda, según la tradición cristiana, la muerte de Cristo.

La denominada "Pasión del señor" se caracteriza porque el Papa no predica sino que se limita a escuchar la homilía del predicador de la Casa Pontificia, Raniero Cantalamessa, un capuchino de 85 años.

En una celebración con la Basílica y la plaza de San Pedro vacías, Cantalamessa dedicó su homilía al coronavirus y pidió mirar los "efectos positivos" que puede dar esta "situación dramática".

"La pandemia del coronavirus nos ha despertado bruscamente del peligro mayor que siempre han corrido los individuos y la humanidad: el del delirio de omnipotencia", planteó Cantalamessa.

"El otro fruto positivo de la presente crisis sanitaria es el sentimiento de solidaridad", planteó el predicador.

"¿Cuándo en la memoria humana los pueblos de todas las naciones se sintieron tan unidos, tan iguales, tan poco litigiosos, como en este momento de dolor?", se preguntó.

"Nos hemos olvidado de los muros a construir. El virus no conoce fronteras. En un instante ha derribado todas las barreras y las distinciones: de raza, de religión, de censo, de poder. No debemos volver atrás cuando este momento haya pasado", agregó, ante la mirada del Papa y los pocos diáconos y religiosos presentes en la Basílica.

"Esta es la recesión a la que tenemos que tenerle miedo", manifestó.

"Destinemos los ilimitados recursos empleados para las armas para los fines cuya necesidad y urgencia vemos en estas situaciones: la salud, la higiene, la alimentación, la lucha contra la pobreza, el cuidado de lo creado. Dejemos a la generación que venga un mundo más pobre de cosas y de dinero, si es necesario, pero más rico en humanidad", alentó en esa dirección.
 

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