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“Eliminar el dengue es casi imposible, lo que se puede es controlar el mosquito”

Entrevista con José Gil, investigador de enfermedades regionales y transmitidas por vectores.
Domingo, 12 de abril de 2020 01:28

José Gil se dedica a estudiar varias enfermedades regionales y transmitidas por vectores desde el Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (Inenco), que depende de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y del Consejo Nacional en Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y desde el Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (IIET) de la UNSa en Orán.

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José Gil se dedica a estudiar varias enfermedades regionales y transmitidas por vectores desde el Instituto de Investigaciones en Energía No Convencional (Inenco), que depende de la Universidad Nacional de Salta (UNSa) y del Consejo Nacional en Investigaciones Científicas y Técnicas (Conicet), y desde el Instituto de Investigaciones de Enfermedades Tropicales (IIET) de la UNSa en Orán.

El doctor en Ciencias Biológicas, con posdoctorado en Epidemiología, relató el trabajo que hacen entre varias instituciones para controlar el mosquito en distintas localidades de Orán. Las tareas se realizan en colaboración entre el Inenco, el IIET, los municipios de Orán, Yrigoyen y Aguas Blancas, los sistemas de Salud Pública locales y el servicio nacional de control de vectores.

“Las medidas típicas son los descacharrados. La cantidad de personal que salía a la calle a hacer estas cosas disminuyó mucho... Esto depende de la gente y a veces no está acostumbrada a actuar por sí misma”, analizó sobre el incremento de casos. 

Las últimas semanas aumentaron mucho los casos de dengue... ¿A qué pudo deberse esto?

En noviembre del año pasado, la Organización Panamericana de la Salud/ Organización Mundial de la Salud (OPS/OMS) dictó una alerta epidemiológica por dengue. Había el pico de casos más grande de la historia en distintos países y Paraguay era uno de los más afectados.

Todos esperábamos que se desate esta epidemia. Hemos trabajado muy duro para lograr que no se disparen los casos.

Implementamos estrategias para monitorear y controlar al mosquito y veníamos bastante bien, hasta que llegó el problema del coronavirus... Aparentemente, se pusieron mucho más laxas las medidas y ha habido un pico tremendo de mosquitos en marzo, lo que puede estar asociado con el incremento de casos que se observó entre marzo y abril.

¿Era esperable esto?

Sí, podía suceder. De hecho, en la epidemia de 2009, este pico se dio antes. La epidemia comenzó en enero y en febrero ya había un pico tremendo... Hizo dos picos ese año y hubo un incremento importante.

Puede ocurrir y depende mucho de las medidas que se toman... Ahora, este crecimiento es relevante y puede estar relacionado -no te lo puedo asegurar- con que se han relajado un poco las medidas por el aislamiento social... Es un tema que hay que investigarlo a fondo con los datos, para, en otras ocasiones, tener presente que esto puede pasar y planificar las cosas de otro modo.

¿A qué medidas se refiere?

Las medidas típicas son los descacharrados. La cantidad de personal que salía a la calle a hacer estas cosas disminuyó mucho... Esto depende de la gente y a veces no está acostumbrada a actuar por sí misma.

¿Cómo evalúan la cantidad de mosquitos que hay?

Hay diferentes métodos de monitoreo: unos son más factibles de llevar adelante que otros. El que se realiza de manera común desde el Ministerio de Salud Pública se llama Levantamiento de Índices Rápidos de Aedes aegypti (LIRAa). Se necesita mucha gente saliendo a golpear las puertas de las casas y revisar si hay recipientes en los patios y si estos tienen larvas. Se suele hacer dos o tres veces al año y da un pantallazo de lo que pasa, pero no se puede hacer un seguimiento constante...

Nosotros usamos un sistema que se llama monitoreo mediante ovitrampas. Colocamos en toda la ciudad unos recipientes que simulan ser cacharros y adentro tienen un sustrato donde los mosquitos ponen los huevos. Ahora tenemos 82 en la ciudad y los contamos cada semana para ver la evolución de la abundancia de mosquitos.

¿Qué hacen a partir de esa información?

Al comienzo, detectamos en qué zonas empieza a aparecer el mosquito, para intervenir... A partir de los sitios positivos, se hace un descacharrado selectivo. Los operarios del municipio o del sistema de Salud local van a las casas de la manzana donde hay casos y a las ocho colindantes, para ver si hay cacharros con mosquitos. 

Se lleva insecticida líquido para las larvas y se le agrega a los recipientes que no se pueden eliminar. Se fumiga. En las viviendas, se complementa con información del riesgo y educación para la salud.

En diciembre y enero, el mosquito avanza y empiezan a dar positivo casi todas las ovitrampas. Cuando se desata la epidemia, se hace fumigación espacial. Se pasea con una camioneta que genera una nube de insecticida para voltear a los mosquitos adultos.

¿Desde cuándo hacen el trabajo?

Lo implementamos desde 2017 con algunas interrupciones por falta de personal, pero ahora se está haciendo. Este año, si el coronavirus nos deja, vamos a empezar con un sistema mucho mejor, en el que se van a aumentar los sitios de monitoreo y a cada uno se le va a asignar un área de intervención de ocho cuadras. 

Cuando haya sitios positivos, se va a intervenir desde agosto, para evitar que la población de mosquitos crezca y, así, reducir al máximo el riesgo de transmisión de dengue, zika y chikungunya.

¿Por qué Orán suele ser un centro de la epidemia?

Al igual que Tartagal, por varias cuestiones. Está en una zona subtropical y las temperaturas hacen que haya mayor cantidad de mosquitos que en Salta.

Además, la pobreza... Son ciudades grandes y hay mucha pobreza, lo cual también está relacionado con la basura... Hay cuestiones culturales con respecto al manejo de los residuos que hace que sea muy difícil erradicar los criaderos.

Hay mayor cantidad de precipitaciones. Si eso lo combinás con una temperatura alta, tenés muchos más mosquitos. 

Otro factor es la movilidad... Algunos de los países que suelen tener brotes de dengue son Brasil, Bolivia y Paraguay, que están cerca y tienen rutas que conectan con el norte de Salta. 

Todos esos factores se juntan y convierten al norte en una zona de alto riesgo cada vez que hay epidemias en muchos países.

Los primeros casos registrados en Salta son de 1995. ¿Por qué no había casos antes? 

Porque el problema global en toda la región no era muy importante. Entonces, llegaban pocos casos o no llegaban. En una época, incluso, se erradicó el mosquito pero, a falta de seguimiento, volvió a aparecer y empezó gradualmente a aumentar el riesgo, porque se empezó a extender cada vez más y hoy está casi en todas partes.

El año pasado se reportaron casos en julio. ¿A qué se debe eso?

Hasta junio es común que haya unos pocos casos, pero sobre todo en zonas que son bien tropicales, donde se mantiene de alguna manera la abundancia de mosquitos. Puede que haya casos importados, sobre todo, que vengan de países tropicales. En Orán, en julio casi no hay mosquitos. Algunos años los monitoreos arrojan que hay cero mosquitos o dan una densidad tan baja, que es muy improbable que se generen focos locales.

¿Cuál es la mejor manera de impedir que aumenten los casos?

Lo mejor es eliminar los recipientes donde el mosquito puede poner los huevos, aunque el descacharrado y la eliminación de criaderos tienen una limitación. Hay lugares que a veces no se encuentran a simple vista. Puede haber algún agujero en la canaleta del techo tapada, algún resumidero que no se sabe que está... 

El dengue no es un problema solo de la Argentina. Está en Latinoamérica y en todo el mundo y no es fácil eliminarlo... Lo que se puede hacer es controlar el mosquito, que, desde un punto de vista de salud pública, significa llevarlo a niveles que no signifiquen una problemática de salud pública. 

La erradicación, desde mi experiencia, es casi imposible, a menos que se consiga un insecticida que sea tan efectivo que los mate a todos, lo cual, por ahora, es algo lejano.

¿El cambio climático influye en estas epidemias?

El tema del cambio climático es algo controvertido... Hay quienes plantean que es así y los datos que hay a nivel global no terminan de ser del todo contundentes. Al parecer, hay una pequeña tendencia y quizás dos grados de diferencia hacen que la amplitud del mosquito se extienda un poco.

El ciclo de vida del mosquito depende de que tenga criaderos, por lo tanto, depende de la lluvia. El cambio climático modificaría un poco eso y, sumado a temperaturas más altas, haría que se desarrolle más rápido y genere poblaciones más grandes en menos tiempo.

Lo que sí hay es un cambio global, que tiene que ver con la contaminación, con la deforestación y con la antropización, que está causando desastres y es impredecible lo que va a ocurrir. El incendio del Amazonas, por ejemplo, puede traer aparejadas un montón de consecuencias que no conocemos.

¿El desmonte también influye?

El dengue es urbano y depende de que haya ciudades para que se manifieste. Si se desmonta para armar una ciudad, al generar un lugar antrópico, se da la posibilidad de que el mosquito colonice. 

Este casi no se desarrolla en ambientes silvestres. No hay una relación directa entre el desmonte y la transmisión del dengue, como, al parecer, sí la hay con otras enfermedades, como la leishmaniasis.

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