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Darío Córdoba, el sensei salteño que conquistó la cima del judo

El instructor de las fuerzas armadas y de seguridad fue el primer campeón nacional de la categoría 71 kilos que trajo el título a la tierra del general Güemes. Una vida de mucho esfuerzo y victorias.
Domingo, 19 de abril de 2020 01:46


Un campeón de las artes marciales y de la vida. Un maestro de la disciplina y la tolerancia. Y también un verdadero sensei de los amantes de estas prácticas milenarias. Darío Francisco Córdoba fue el primer salteño en obtener un campeonato nacional para nuestra provincia en la categoría hasta 71 kilogramos y hoy está más vigente que nunca.
Y lo cierto es que Córdoba, a los 67 años de edad, 5 Dan de Judo y Ju-Jitsu, sigue con la misma fuerza que cuando se inició en el judo, allá por 1968. La vida le abrió muchas puertas y la cosecha es el orgullo que hoy ostenta.
Pero este verdadero apasionado de las artes marciales logró forjar su propia espada de la sabiduría, no solo con los campeonatos obtenidos durante 52 años de práctica, sino como maestro e instructor, tanto de artes marciales como de uso de armas, en la Policía de la Provincia y en el Ejército Salta, como así también de varias empresas de seguridad.
Fue parte de los creadores de la Asociación de Técnicos de Judo y Artes Afines de Salta, también el fundador del Dojo Santa Ana, el instituto privado dedicado a la enseñanza del judo y la defensa personal, ubicado en el barrio homónimo.
También un permanente colaborador de la comuna capitalina mediante el “Plan de Inclusión Social de Jóvenes en Situación de Riesgo” y otros planes sociales a favor de los salteños.
Hoy es parte de los maestros de la escuela Kawaishi Ryu, en la zona de Limache.
“El judo fue el deporte que más me gustó desde que lo conocí, en el colegio Salesiano. Seguí como profesor en Salta y después me fui a Buenos Aires en donde conocí al maestro Emilio Kohatsu, director de la escuela BudoKan (una de las más prestigiosas del país) para la Argentina y que me permitió especializarme”, recordó Córdoba.
En una breve reseña de su vida también señaló que “después estuve en Córdoba y finalmente retorné a la provincia en la década del 80”.
“El judo me benefició en distintos aspectos. Nosotros, los que llevamos adelante la práctica, no solo apuntamos al desarrollo físico y mental, sino a la vida misma”, destacó.
“Lo usé en mi vida. Me sirvió para difundirlo en personas que lo necesitan, por ejemplo en las diferentes instituciones , como fuerzas armadas, de seguridad, y en el campo deportivo”, resaltó Córdoba.
En ese sentido aclaró: “En realidad tiene tres ejes fundamentales: la agrupación, la seguridad y el deporte en sí. Porque la característica fundamentales del judo es que es un deporte olímpico”.
Pero hasta dónde llegar cuando se comienza en la práctica. “Vos te podés iniciar y hacer un judo recreativo, porque uno quiere sentirse bien. Y también puede hacerlo en el judo competitivo, en donde las personas se preparan para afrontar alguna competición”, aclaró el maestro Córdoba.

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Un campeón de las artes marciales y de la vida. Un maestro de la disciplina y la tolerancia. Y también un verdadero sensei de los amantes de estas prácticas milenarias. Darío Francisco Córdoba fue el primer salteño en obtener un campeonato nacional para nuestra provincia en la categoría hasta 71 kilogramos y hoy está más vigente que nunca.
Y lo cierto es que Córdoba, a los 67 años de edad, 5 Dan de Judo y Ju-Jitsu, sigue con la misma fuerza que cuando se inició en el judo, allá por 1968. La vida le abrió muchas puertas y la cosecha es el orgullo que hoy ostenta.
Pero este verdadero apasionado de las artes marciales logró forjar su propia espada de la sabiduría, no solo con los campeonatos obtenidos durante 52 años de práctica, sino como maestro e instructor, tanto de artes marciales como de uso de armas, en la Policía de la Provincia y en el Ejército Salta, como así también de varias empresas de seguridad.
Fue parte de los creadores de la Asociación de Técnicos de Judo y Artes Afines de Salta, también el fundador del Dojo Santa Ana, el instituto privado dedicado a la enseñanza del judo y la defensa personal, ubicado en el barrio homónimo.
También un permanente colaborador de la comuna capitalina mediante el “Plan de Inclusión Social de Jóvenes en Situación de Riesgo” y otros planes sociales a favor de los salteños.
Hoy es parte de los maestros de la escuela Kawaishi Ryu, en la zona de Limache.
“El judo fue el deporte que más me gustó desde que lo conocí, en el colegio Salesiano. Seguí como profesor en Salta y después me fui a Buenos Aires en donde conocí al maestro Emilio Kohatsu, director de la escuela BudoKan (una de las más prestigiosas del país) para la Argentina y que me permitió especializarme”, recordó Córdoba.
En una breve reseña de su vida también señaló que “después estuve en Córdoba y finalmente retorné a la provincia en la década del 80”.
“El judo me benefició en distintos aspectos. Nosotros, los que llevamos adelante la práctica, no solo apuntamos al desarrollo físico y mental, sino a la vida misma”, destacó.
“Lo usé en mi vida. Me sirvió para difundirlo en personas que lo necesitan, por ejemplo en las diferentes instituciones , como fuerzas armadas, de seguridad, y en el campo deportivo”, resaltó Córdoba.
En ese sentido aclaró: “En realidad tiene tres ejes fundamentales: la agrupación, la seguridad y el deporte en sí. Porque la característica fundamentales del judo es que es un deporte olímpico”.
Pero hasta dónde llegar cuando se comienza en la práctica. “Vos te podés iniciar y hacer un judo recreativo, porque uno quiere sentirse bien. Y también puede hacerlo en el judo competitivo, en donde las personas se preparan para afrontar alguna competición”, aclaró el maestro Córdoba.

Una síntesis de 52 años

“Después de ser el primer campeón argentino en el torneo 1971/72, en 1975 me consagré campeón de judo otra vez (de Kyus, en Córdoba). Obtuve un cuarto puesto en el selectivo para competir en el mundial de Río de Janeiro y en 2007 donde fui campeón internacional del Río de la Plata, en Berazategui”, recordó.
“Luego, obviamente que por la edad, me dediqué a ser más un maestro y me reflejé en la parte recreativa. Estuve 11 años en la Escuela de Suboficiales de la Policía, en distintas dependencias del Ejército. En el complejo Nicolás Vitale. Y también en diferentes instituciones privadas en donde te permiten difundir el judo”, concluyó orgulloso.

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