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Proyecciones que requieren cautela

Miércoles, 08 de abril de 2020 00:00

La proyección de escenarios en una pandemia es imprescindible para los médicos a cargo de la política sanitaria. Pero es solo eso, una proyección. No es una profecía ni, necesariamente, lo que va a ocurrir. La ministra Josefina Medrano dijo ayer que el Gobierno de Salta estima que el COVID-19 podría llegar a infectar al 80% de los habitantes de la provincia, y que los muertos oscilarían entre los 400 y los 1.500.

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La proyección de escenarios en una pandemia es imprescindible para los médicos a cargo de la política sanitaria. Pero es solo eso, una proyección. No es una profecía ni, necesariamente, lo que va a ocurrir. La ministra Josefina Medrano dijo ayer que el Gobierno de Salta estima que el COVID-19 podría llegar a infectar al 80% de los habitantes de la provincia, y que los muertos oscilarían entre los 400 y los 1.500.

Todo dependerá de la disciplina con que la ciudadanía evite el contagio. Luego de dos semanas de cuarentena, la gente común, encerrada en su casa y con una sensación de incertidumbre, espera noticias más alentadoras. Por ejemplo, que si se mantiene la disciplina actual el contagio sería el mínimo.

Anticipar que se podría morir el 1% de la población no es un dato tranquilizador. No se trata de un trascendido o un informe interno, sino de una admonición de la ministra para hacer saber que la amenaza existe.

Es una amenaza potencial causada por un ser invisible, incontrolable, que se reproduce en proporción geométrica y que se ensaña con los mayores, los enfermos y los inmunodeficientes. Y esto ocurre en una provincia que espera a la pandemia con hospitales de campaña.

Tiene razón la doctora Medrano en que la gente adulta debe conocer la verdad, y la verdad es que estamos en un momento de alto riesgo, en el que habrá que extremar las precauciones por un tiempo indeterminado; al menos, hasta que se descubra la vacuna. El problema es que una noticia de este tipo puede generar angustia en una ciudadanía de por sí preocupada y desconcertada. Una ciudadanía que desde el lunes deberá salir con barbijos caseros, "artesanales", y sin posibilidad de comprar los de origen industrial, porque no hay y porque si hubiera serían impagables.

Es de esperar que no haya muertos. El gobernador dijo anteayer que estamos "en una guerra". Una guerra exige a la ciudadanía "sangre, sudor y lágrimas". Y a los que gobiernan, comunicar las noticias, que no suelen ser buenas, de la forma más cauta y pedagógica. El miedo colectivo no es un buen consejero.

 

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