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15 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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Luces y sombras del "bienestar verde"

Lunes, 15 de junio de 2020 00:00

El COVID-19, cuya veloz propagación se vio favorecida por los desequilibrios estructurales que soporta el planeta desde hace décadas, también le habla al mundo sobre el agotamiento de un modelo económico basado en la explotación de combustibles fósiles, con la consiguiente amenaza real de un calentamiento global que potencia las pandemias y un estrés al límite de los recursos que no distingue entre países ricos y empobrecidos.

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El COVID-19, cuya veloz propagación se vio favorecida por los desequilibrios estructurales que soporta el planeta desde hace décadas, también le habla al mundo sobre el agotamiento de un modelo económico basado en la explotación de combustibles fósiles, con la consiguiente amenaza real de un calentamiento global que potencia las pandemias y un estrés al límite de los recursos que no distingue entre países ricos y empobrecidos.

Mucho tiempo antes ya de la irrupción de esta pandemia, líderes de todo el mundo plantearon y desplegaron con mucho detalle desde el mundo desarrollado los llamados Pactos Verdes, que en pocas palabras se proponen cambiar las bases del desarrollo económico para hacerlo compatible con la salud del planeta.

Así, la Unión Europea (UE), lanzó su European Green Deal (Pacto Verde Europeo). Del otro lado del Atlántico, los demócratas asumieron en su agenda el Green New Deal, inspirado en el ideario del New Deal (1933-39), el ambicioso plan con el que Estados Unidos reformó y logró relanzar su economía tras la Gran Depresión que siguió al crack financiero de 1929.

Estas dos grandes iniciativas merecen sin embargo llamados de atención desde los países en desarrollo. El riesgo: la recreación de un neo "colonialismo verde", que bajo nuevas reglas de explotación de recursos naturales mantenga la primacía del mundo desarrollado sobre los países que los proveen.

Y como telón de fondo, la emergencia ambiental: según los científicos del Panel Intergubernamental sobre Cambio Climático (IPCC) de la ONU, el mundo clama por una transición rápida y de gran alcance en los usos de la tierra, la producción y el consumo de energía, la industria, el transporte y las ciudades. Las emisiones netas de CO2 originadas en la actividad humana deberían reducirse 45% (respecto a 2010) antes de 2030, pero siguen en aumento.

En febrero de 2020, la Comisión Europea (CE) definió oficialmente su European Green Deal (o Pacto Verde Europeo) como "una nueva estrategia de crecimiento, que apunta a transformar la UE en una sociedad próspera y justa, con una economía eficiente en el uso de sus recursos, pero competitiva". En su intención de reeditar el welfare state (estado de bienestar), que le dio a Europa liderazgo mundial, y transformarlo en un nuevo greenfare state (o bienestar verde).

Los líderes europeos reconocen que su Pacto Verde no podrá ser alcanzado unilateralmente por la UE, considerando que se trata de un problema global que atraviesa las fronteras.

Estados Unidos, todavía la mayor potencia económica global, lleva largo tiempo escuchando planteos de reconversión sustentable de su estructura productiva.

El New Green Deal (Nuevo Pacto Verde), inspirado en las reformas económicas del New Deal liderado por el presidente Franklin D. Roosevelt (1933-45), propone otro cambio radical para Estados Unidos.

La propuesta demócrata, sostenida en luchas que ambientalistas y científicos dieron durante décadas, pretende descarbonizar la economía estadounidense en 10 años y conseguir que Estados Unidos, el segundo mayor emisor de gases de efecto invernadero (detrás de China) logre alcanzar un nivel neto cero de emisiones.

La transición energética del Green New Deal aspira a un mix eléctrico 100% de origen renovable y de cero emisiones, con una gigantesca inversión fiscal que apoye acciones de eficiencia energética, inversiones en vehículos eléctricos, sistemas ferroviarios de alta velocidad, reducción de emisiones contaminantes en los diversos sectores o mejora, reparación y mantenimiento de infraestructuras.

Frente a estos planes, el mundo subdesarrollado presiente que le están demandando un esfuerzo que llega cuando todavía brega por cerrar la enorme brecha de desarrollo con los países avanzados.

El mundo desarrollado, se puede argumentar, se decide a establecer los nuevos límites en la explotación de recursos ahora que ya se sirvieron de ellos lo suficiente para asegurar su dominio económico y tecnológico en los últimos dos siglos.

En 2007, el entonces presidente brasileño Luiz Inácio Lula da Silva exigió a los países desarrollados un compromiso mayor y más serio contra el cambio climático, con estas palabras: "No se le puede exigir a un pobre que no corte un árbol si lo precisa para comer".

La sola reducción de la dependencia de los combustibles fósiles no resuelve la crisis de desigualdad y pobreza global.

El futuro sustentable del planeta dependerá no sólo de la inversión masiva de fondos que demandan estos acuerdos, sino además de una coordinación global, la misma que cuando el mundo afrontó crisis financieras, o más recientemente de salud frente a pandemias, permitieron recuperar estabilidad, primero, y una base de crecimiento después. (Fragmento)

 

 

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