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Silicon Valley al poder

Martes, 02 de junio de 2020 03:08

Mientras el presidente estadounidense Donald Trump desata un conflicto con Twitter, una compañía emblemática del mundo de Silicon Valley, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, designó al exdirector ejecutivo de Google, Eric Schmidt, titular de una comisión de quince expertos para formular alternativas para reimaginar la realidad de ese Estado en la etapa posterior al coronavirus, con énfasis en la integración permanente de la tecnología en todos los aspectos de la vida comunitaria.

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Mientras el presidente estadounidense Donald Trump desata un conflicto con Twitter, una compañía emblemática del mundo de Silicon Valley, el gobernador de Nueva York, Andrew Cuomo, designó al exdirector ejecutivo de Google, Eric Schmidt, titular de una comisión de quince expertos para formular alternativas para reimaginar la realidad de ese Estado en la etapa posterior al coronavirus, con énfasis en la integración permanente de la tecnología en todos los aspectos de la vida comunitaria.

Esta decisión de Cuomo, la estrella ascendente del Partido Demócrata, no es un hecho aislado. Forma parte de una tendencia de fondo hacia una transformación estructural de Estados Unidos basada en el despliegue intensivo de las nuevas tecnologías de la información, en particular de la inteligencia artificial, potenciadas a partir del salto cualitativo registrado por su uso generalizado derivado de las exigencias de la pandemia.

Para ilustrar sobre sus puntos de vista, Schmidt señaló que "las primeras prioridades de lo que estamos tratando de hacer se centran en telesalud, aprendizaje remoto y banda ancha. Necesitamos buscar soluciones que se puedan presentar ahora para mejorar las cosas". El sentido de la propuesta queda elocuentemente reflejado en el hecho de que en ese "grupo de los quince" encabezado por Schmidt figura también nada menos que Bill Gates.

Una decisión estratégica

Cuomo ya había suscripto un convenio entre el Estado de Nueva York y la Fundación Bill y Melinda Gates para impulsar "un sistema educativo más inteligente".

En esa ocasión, tras calificar a Gates de "visionario", subrayó que la pandemia ha creado "un momento de la historia en la que podemos avanzar en esas ideas" y lanzó una pregunta provocativa: "¿todos esos edificios, todas estas aulas físicas, para qué con toda la tecnología que se tiene?".

Schmidt está en el centro de esta nueva perspectiva. El exejecutivo de Google preside la Junta de Innovación de Defensa, que asesora al Pentágono en el empleo de la inteligencia artificial en el Ejército, y es titular de la Comisión de Seguridad Nacional sobre Inteligencia Artificial (NSCAI) que asesora al Congreso sobre "avances en inteligencia artificial, desarrollos relacionados con el aprendizaje automático y tecnologías asociadas".

Ambos organismos cuentan con la participación de altos ejecutivos de compañías tecnológicas como Amazon, Microsoft, Facebook y Oracle.

Mucho antes de la irrupción del COVID-19, Schmidt ya había iniciado una campaña pública para plantear la necesidad de una reingeniería de la sociedad estadounidense acorde con la visión de los gigantes tecnológicos de Wall Street.

Uno de sus ejes fundamentales es la necesidad de inyectar más fondos públicos para el gasto en investigación y desarrollo sobre inteligencia artificial y en infraestructura para impulsar tecnologías como la 5G.

El peligro amarillo

Un reciente documento de la NSCAI advierte que China está decidida a gastar ilimitadamente dinero público para la alta tecnología y subsidiar a compañías privadas como Alibaba, Baidu y Huawei para avanzar en su proyección internacional. Añade que las regulaciones relativamente laxas vigentes en el coloso asiático contrastan con la rigidez de ciertas disposiciones de la legislación estadounidense y crean una "competencia desleal". Puntualiza que las compañías tecnológicas chinas tienen "la autoridad para eliminar rápidamente las barreras regulatorias"

La agencia estadounidense recalca que el volumen de consumidores chinos que compran en línea, unido a la ausencia de un sistema bancario suficientemente desarrollado, le ha permitido a sus empresas locales avanzar en un enorme mercado de comercio electrónico y servicios digitales. Sostiene asimismo que la voluntad del régimen de Beijing de promover las alianzas público - privadas en la recopilación de datos y en la vigilancia masiva constituye otra ventaja competitiva.

Advierte que la opacidad en el control real de las empresas tecnológicas, en las que funciona siempre una delegación del Partido Comunista, hace que la distinción entre lo público y lo privado en la propiedad de esas compañías sea difícil de establecer.

En otra de sus presentaciones, la NSCAI destaca "el apoyo y la participación explícita del gobierno de China, por ejemplo, en el despliegue del reconocimiento facial", una tecnología en la que los chinos son indiscutiblemente pioneros a escala mundial. Apunta que "la vigilancia es uno de los primeros y mejores clientes para la inteligencia artificial".

Una diapositiva titulada "Conjuntos de datos estatales: vigilancia= ciudades inteligentes" muestra cómo China, gracias a Baidu, el principal competidor de Google, está ganando esa carrera.

¿Un "New Deal" tecnológico?

En febrero pasado, Schmidt resumió su visión en una artículo publicado en The New York Times, titulado "Silicon Valley podría perder frente a China", donde pidió "asociaciones sin precedentes entre el Gobierno y la industria" y pronostica que "la inteligencia artificial abrirá nuevas fronteras en todo, desde la biotecnología hasta la banca".

.La nota señala que “si las tendencias actuales continúan se espera que la inversiones generales de China en investigación y desarrollo superen a Estados Unidos dentro de diez años”.
Para Schmidt, “a menos que estas tendencias cambien, en la década de 2030 competiremos con un país que tiene una economía más grande, más inversiones en investigación y desarrollo, mejor investigación, un mayor despliegue de nuevas tecnologías y una infraestructura informática más sólida. En última instancia, los chinos están compitiendo para convertirse en los principales innovadores del mundo y Estados Unidos no está jugando para ganar”.
Desde la irrupción de la pandemia, Schmidt aceleró sus demandas de un “New Deal tecnológico”. En un artículo publicado en Wall Street Journal, sintetizó su programa: “Cada estadounidense debería preguntarse dónde queremos que esté la nación cuando termine la pandemia. Cómo podrían las tecnologías emergentes desplegadas en la crisis actual impulsarnos hacia un futuro mejor? Empresas como Amazon saben cómo suministrar y distribuir de manera eficiente. Tendrán que proporcionar servicios y asesoramiento a los funcionarios del gobierno. También deberíamos acelerar la tendencia hacia el aprendizaje remoto, que se está probando ahora como nunca antes... La necesidad de una experimentación a gran escala también acelerará la revolución biotecnológica... Si queremos construir una economía futura y un sistema educativo basado en tele-todo, necesitamos una población totalmente conectada y una infraestructura ultra rápida”.
En esta perspectiva, los estragos de la pandemia son concebidos como una oportunidad de cambio. Así como la crisis económica internacional de 1929 generó como respuesta el New Deal de Franklin D. Roosevelt, signado por intervención estatal para salir de la recesión, esta vez el Estado, asociado a las empresas privadas de la tecnología más avanzada, sería el promotor de un New Deal tecnológico para promover una transformación integral de la sociedad estadounidense y afrontar el desafío planteado por China, considerado una amenaza contra la seguridad nacional.
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