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El dinero del futuro: ¿físico o digital?

Miércoles, 03 de junio de 2020 02:57

El cambio de década había generado entre analistas, economistas, especialistas en tecnologías y hasta los futurólogos un intenso debate sobre la continuidad de los procesos de globalización, digitalización, y temas como calentamiento global, pobreza, nuevas formas de educación, igualdad de género, delitos cibernéticos, distribución de la riqueza, entre los más importantes.

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El cambio de década había generado entre analistas, economistas, especialistas en tecnologías y hasta los futurólogos un intenso debate sobre la continuidad de los procesos de globalización, digitalización, y temas como calentamiento global, pobreza, nuevas formas de educación, igualdad de género, delitos cibernéticos, distribución de la riqueza, entre los más importantes.

El debate sanitario

La pandemia del COVID-19 modificó internacionalmente la discusión y por supuesto los hábitos.

En cuarentena, ya no estamos pensando en los próximos años; apenas proyectamos los próximos meses y en algunos casos, tan solo el día a día, necesitamos reprogramar los viajes -ya sean de negocios como de turismo-, los proyectos y hasta los festejos.

Hoy con el avance de este virus y la duración de la cuarentena, estamos pensando cuánto duraran las medidas de aislamiento obligatorio, cuando se producirá el pico de la epidemia, si cada cual va a poder conservar el trabajo, o si deberá cerrar o no la empresa, si faltaran alimentos, cuánto y por qué suben o bajan los precios de determinados bienes o servicios.

Monedas del futuro

Las discusiones sobre la utilización física del dinero tampoco escaparon en esta nueva década.

Nos preguntábamos cómo se harían en el futuro los pagos, las transacciones o cómo serán dentro de diez años las operaciones.

¿Será el dinero digital, físico o ambos? ¿Tendrán confianza los operadores? ¿Qué pasará con las cibermonedas? ¿Existirá un sistema monetario internacional sostenible? ¿Podrán los bancos centrales emitir divisas digitales? ¿Se podrá controlar los delitos cibernéticos". Algunos dilemas, entre muchísimos otros.

Hoy el coronavirus ha generado debates públicos y privados en muchos países del mundo por el uso de las monedas y billetes como medio de pago y los riesgos que puede provocar la transmisión del virus al hacer operaciones comerciales o financieras, ha sido motivo de un sin número de consultas y búsquedas en internet.

Existen opiniones desencontradas. Los bancos centrales de Australia, Canadá, Finlandia, Alemania, Luxemburgo, Nueva Zelanda y Suecia, para consolidar la confianza en el dinero en efectivo y su aceptación, realizaron declaraciones para aseverar que no hay pruebas de que estos medios de pago contribuyan a propagar el virus. Los bancos centrales de Austria, Alemania, Marruecos y Nueva Zelanda aseguraron que la utilización de efectivo durante la crisis es seguro.

En cambio otros bancos centrales como China, Hungría, Kuwait, Corea del Sur, Rusia y los Estados Unidos están tomando medidas para esterilizar o poner en cuarentena los billetes, además entre estos y en otros países las autoridades monetarias están promoviendo medidas para realizar pagos sin contacto físico.

En un informe publicado en Covid-19 cash, and the future of payment, Bis, Bulletin N§3 de abril de 2020, entre las principales conclusiones figuran las siguientes:

* La pandemia de la COVID-19 ha avivado la preocupación de la sociedad por la posibilidad de que coronavirus pueda transmitirse a través del efectivo.

* Los estudios científicos señalan que la probabilidad de transmisión a través de los billetes es reducida en comparación con otros objetos que se tocan con frecuencia, como las terminales de tarjetas de crédito o los dispositivos de entrada de PIN.

* Para reforzar la confianza en el efectivo, los bancos centrales instan en repetidas declaraciones a seguir aceptando billetes y monedas físicos, y, en algunos casos, a esterilizarlos o a ponerlos en cuarentena. Hay bancos centrales que promueven el pago sin contacto.

* De cara al futuro, los acontecimientos podrían acelerar el cambio hacia los pagos digitales. Esta circunstancia abriría una brecha en el acceso a los instrumentos de pago que podría tener consecuencias negativas para los consumidores que carecen de servicios bancarios o aquellos de mayor edad.

¿Una brecha?

La pandemia podría intensificar el llamamiento a favor de la defensa del efectivo, pero también la demanda de monedas digitales emitidas por los bancos centrales.

Opinan los autores que "si el efectivo no se acepta de manera generalizada como medio de pago, podría abrirse una brecha entre las personas que tienen acceso a los pagos digitales y las que no lo tienen. Esto, a su vez, podría tener consecuencias especialmente graves para los consumidores que carecen de servicios bancarios y para aquellos de mayor edad.

En Londres, un periodista (Hearing [2020]) ya ha señalado las dificultades para pagar en efectivo y las consecuencias para los 1,3 millones de consumidores que carecen de servicios bancarios en el Reino Unido.

En un gran número de mercados emergentes y de economías en desarrollo, donde las autoridades han instado recientemente a incrementar el uso de los pagos digitales, el acceso a dichas alternativas dista de ser universal. Esta realidad podría seguir fomentando un importante debate de cara al futuro y, posiblemente, exigir que se refuerce el papel del efectivo".

El presidente de la Organización Mundial de la Salud ha manifestado que el brote de coronavirus ha sido una "prueba de solidaridad política contra un enemigo común que no respeta fronteras ni ideologías" pero también tenemos que tener en cuenta que en una crisis los más vulnerables son las primeras víctimas, como las personas mayores, las sin techo, con discapacidad, los pobres y las que no tienen servicios bancarios y dependen exclusivamente del dinero en efectivo para hacer sus compras y pagos de servicios, ante los informes erróneos o no de que el dinero papel o moneda podrían propagar el corona virus a pesar de los especialistas que afirman que no lo hacen, muchos negocios ven con desagrado aceptar el efectivo y esto está poniendo en situación de riesgo a grupos vulnerables, me refiero a la cantidad de gente que no tiene acceso a los bancos y quedarían excluidos ya que el efectivo lo convertiría en un paria por una nueva división monetaria.

Se estima que en el mundo 1.700 millones de adultos no están bancarizados, lo que equivale a más de un 20% de la población, sabemos que a medida que se agudiza la crisis por el COVID-19 se profundiza el problema social y es cuando debemos mostrar mayor solidaridad política, hoy la utilización del efectivo es una realidad en muchísimas personas y países en nuestro planeta, solo resta tomar las precauciones necesarias.

 

 

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