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14 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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A 16 años del Roland Garros del Gato Gaudio

En una final épica, Gaudio venció a Guillermo Coria para quedar en la historia.
Sabado, 06 de junio de 2020 01:14

Hoy se cumplen 16 años de la legendaria y criolla final de Roland Garros en la que, contra los pronósticos de la cátedra, el bonaerense Gastón Gaudio se quedó con el Grand Slam de polvo de ladrillo frente al santafesino Guillermo Coria.
Más de tres horas y media de juego demandó una coronación, la del Gato de Adrogué, que parecía lejana en los papeles y más lejana todavía después de que el Mago de Rufino se quedara con los dos primeros sets por holgados 6-0 y 6-3.
Por aquellos días Coria se revelaba como la medida más alta de la arcilla, venía de imponerse en el torneo de Montecarlo y llevaba una ventaja de 3-1 en el duelo personal. 
El español Rafael Nadal tenía 18 años, recién cursaba su primer año en el circuito profesional y una lesión en un tobillo lo había marginado de la cita parisina.
De pronto, Coria devino más lento e impreciso, Gaudio se hizo fuerte con la primordial herramienta de un revés que por lo menos consta entre los mejores del siglo en curso, sobrellevó un tercer set parejo y tras quedárselo por 6-4 selló el cuarto por 6-1.
Sin embargo, el tramo decisivo estuvo signado por la irregularidad de ambos jugadores argentinos, y del score, hasta que la balanza se inclinó a favor de Coria: 5-4, 6-5 y dos match points. 
Pero no por nada en la genealogía de los deportes se inscribe la metáfora bélica: espacio cedido, espacio tomado, Coria dejó pasar sus oportunidades y cuando Gaudio dispuso de la primera, fue punto, set, partido y gloria.
 

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Hoy se cumplen 16 años de la legendaria y criolla final de Roland Garros en la que, contra los pronósticos de la cátedra, el bonaerense Gastón Gaudio se quedó con el Grand Slam de polvo de ladrillo frente al santafesino Guillermo Coria.
Más de tres horas y media de juego demandó una coronación, la del Gato de Adrogué, que parecía lejana en los papeles y más lejana todavía después de que el Mago de Rufino se quedara con los dos primeros sets por holgados 6-0 y 6-3.
Por aquellos días Coria se revelaba como la medida más alta de la arcilla, venía de imponerse en el torneo de Montecarlo y llevaba una ventaja de 3-1 en el duelo personal. 
El español Rafael Nadal tenía 18 años, recién cursaba su primer año en el circuito profesional y una lesión en un tobillo lo había marginado de la cita parisina.
De pronto, Coria devino más lento e impreciso, Gaudio se hizo fuerte con la primordial herramienta de un revés que por lo menos consta entre los mejores del siglo en curso, sobrellevó un tercer set parejo y tras quedárselo por 6-4 selló el cuarto por 6-1.
Sin embargo, el tramo decisivo estuvo signado por la irregularidad de ambos jugadores argentinos, y del score, hasta que la balanza se inclinó a favor de Coria: 5-4, 6-5 y dos match points. 
Pero no por nada en la genealogía de los deportes se inscribe la metáfora bélica: espacio cedido, espacio tomado, Coria dejó pasar sus oportunidades y cuando Gaudio dispuso de la primera, fue punto, set, partido y gloria.
 

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