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Tesoros, historia y tradiciones, una escena única en el MAAM

A puertas cerradas el Museo Arqueológico de Alta Montaña sigue investigando. En su interior se prepara un recorrido con códigos QR, y la expo del “Soplo mágico”.  
Domingo, 26 de julio de 2020 10:36
Fotos Jan Touzeau, El Tribuno.

“Este museo tiene realmente secretos maravillosos”, expresó Gabriela Recagno Browning, directora del Museo Antropológico de Alta Montaña (MAAM), en su encuentro con El Tribuno. 
El MAAM, ubicado sobre Mitre casi esquina España se instaló en una casona construida en a principios del siglo XIX, donde luego funcionaron las oficinas del Ministerio de Educación y que ahora alberga a los Niños del Llullaillaco. Para cumplir con este objetivo, que además reviste el cuidado de un patrimonio cultural, único en el mundo, el edificio fue remodelado y acondicionado. El recorrido fue una creación de Gabriel Miremont, hoy secretario de Cultura de la Ciudad de Salta. “La creación del guión de presentación buscó mostrar el legado de la cultura incaica y la presentación de los Niños”, destacó la directora del MAAM. 

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“Este museo tiene realmente secretos maravillosos”, expresó Gabriela Recagno Browning, directora del Museo Antropológico de Alta Montaña (MAAM), en su encuentro con El Tribuno. 
El MAAM, ubicado sobre Mitre casi esquina España se instaló en una casona construida en a principios del siglo XIX, donde luego funcionaron las oficinas del Ministerio de Educación y que ahora alberga a los Niños del Llullaillaco. Para cumplir con este objetivo, que además reviste el cuidado de un patrimonio cultural, único en el mundo, el edificio fue remodelado y acondicionado. El recorrido fue una creación de Gabriel Miremont, hoy secretario de Cultura de la Ciudad de Salta. “La creación del guión de presentación buscó mostrar el legado de la cultura incaica y la presentación de los Niños”, destacó la directora del MAAM. 

Gabriela Recagno Browning advierte que el mayor tesoro de este museo son las momias de los niños, que convirtieron a este espacio en una joya nacional e internacional. 
A la espera de una posible reapertura, el MAAM buscó adecuarse a las medidas de distanciamiento social que se vienen reclamando en otros espacios ya habilitados. El primer paso es facilitar un recorrido por turnos, con no más de 10 personas cada media hora. Se realizó la señalización en los pisos y se ofrecerá un paso por las salas a puerta abierta, para evitar la manipulación de picaportes. El equipo técnico del MAAM concretó la grabación de videos, con la historia de los Niños del Llullaillaco, a los que se podrá acceder a través de los códigos QR que se instaló en cada una de las salas de exposición. “Queremos que la gente pueda contar con la información necesaria para recorrer la sala hasta llegar a encontrarse con los Niños”, expresó. 

El recorrido que se ofrecerá, en tiempos de pandemia, no incluirá el primer piso, sino que será directo desde el hall de ingreso al segundo piso. En este espacio se cuenta con cinco salas, donde se puede conocer la historia del Imperio Inca, y su influencia en la zona norte del país. También se puede ver la exposición a ajuar de los Niños, dividido en dos zonas: la femenina y masculina. “El Imperio Incaico marcaba muy bien esta dualidad y dividía lo femenino de lo masculino”, destacó Recagno Browning. 

Desde la dirección del MAAM, se explicó que solo se expone a los Niños uno por vez como una medida de conservación, más allá de que toda la sala está preparada para evitar daños en este patrimonio cultural. También se advierte que no todo el patrimonio del Museo se encuentra expuesto. “Tenemos artículos maravillosos, que son una colección importante, no solo de los Niños sino también el cementerio que se encuentra al pie del Llullaillaco”, contó la directora del Museo. 


 
Pieza única: el “Soplo de vida”

Se trata de un instrumento realizado en cuero y hueso, que se utilizaba en las ceremonias de entierro del Inca o sus descendientes que se utilizaba para soplarle coca molida. “Era como infundirle nueva vida en este paso”, detalló Gabriela Recagno, quien destacó que el Museo de Antropología de Salta se encarga de investigar y observar los nuevos espacios que puedan aparecer, mientras que el MAAM solo realiza estudio de la colección interna del Museo, que tiene un potencial infinito. 

Creando el sistema de crioconservación

En 2003, Marcelo Bernaski y Mario Bernaski, presentan el proyecto de sistema de crioconservación. La propuesta era la de colocar a los Niños en unas cápsulas que permitirían modificar su atmósfera interna, refrigerarlas por medio de un refrigerante secundario a -20°C y asemejar sus condiciones internas 98% nitrógeno y 2% oxígeno a las de la cima del volcán, gracias a ellas se evitaría que los cuerpos se disequen en el tiempo y cambien su color por la oxidación del aire.

Para estar seguros de que este sistema podía funcionar se mantuvieron durante 3 semanas de agosto de 2003 en el Museo de Historia Natural de Nueva York, reuniones multidiciplinarias lideradas por el doctor Craig Morris para estudiar su viabilidad técnica y su capacidad teórica de conservar a los Niños en el tiempo. Los resultados favorables permitieron iniciar la búsqueda de una empresa que tuviera la capacidad técnica, científica y económica de llevar adelante el proyecto del sistema de criopreservación de los Niños del Llullaillaco. Se licita la construcción que fue adjudicada a la empresa INVAP S.E. de Río Negro, dedicada al diseño, integración, y construcción de plantas, equipamientos y dispositivos en áreas de alta complejidad como energía nuclear y tecnología espacial. En julio de 2007 se daba marcha a la criopreservación de los Niños del Llullaillaco luego de más de 2 años de obra en el Museo de Arqueología de Alta Montaña (MAAM).

En diálogo con Mario Bernaski destacó que hace 13 años que se trabaja con este sistema en perfectas condiciones. Cuando los visitantes llegan a encontrarse con los Niños, en la parte posterior se encuentra en laboratorio de crioconservación, que cuenta con una cápsula de repuesto, en un ambiente que se adapta para poder trabajar con las momias. Bernaski destacó que los Niños se mantiene a -20 grados y a -10 grados cuando se realiza los controles de medición de color u otro estudio. Entre el laboratorio y la cámara de contención se cuenta con una espacio de descontaminación. Este espacio ofrece una ducha de aire estéril que limpia tanto al ingreso como a la salida. “Hay que evitar entrar en contacto con los patógenos que puedan tener los Niños y que los nuestros entren en contacto con ellos”, destacó el ingeniero. En la cámara de contención, que cuenta con tres espacios, se mantiene a las dos momias que no están en exposición.  

Mitre 77, la vivienda del 1860 que se transformó en un espacio de ciencia

La elección del edificio para albergar a los Niños del Llullaillaco y su ajuar recayó en el edificio que pertenecía al Consejo de Educación de la Provincia, Mitre 77. El diseño de las refacciones de los que hoy es el MAAM estuvo pensado por la Dirección de Preservación del Patrimonio Arquitectónico y Urbano de Salta (Dipaus) que buscó conservar su fachada original con recova. Este edificio, integra junto con otros, el Conjunto Monumental de plaza 9 de Julio, en una de las fachadas más valiosas sobre calle Mitre.

Con el proyecto del ingeniero Francisco Host y construido por Noé Macchi, este edificio fue inaugurado a fines de 1860, con destino a viviendas de rentas, variando su uso desde lo educativo. Fue la Escuela Normal de Mujeres en 1882 , Colegio Belgrano hacia el 1900, comercio, oficinas, vivienda y, hoy, el MAAM.

Su fachada es una expresión arquitectónica ecléctica, donde se fusionan con poco rigor estilístico el lenguaje clásico con formas del neogótico; ojivas, arcos trilobulados y pináculos conviven con pilastras acanaladas, que rematan en capiteles corintios, frisos y balaustres de origen italianizante.

Es importante destacar el aporte de continuar con el espacio de recova en la planta baja y logia en el piso superior, que originalmente planteara el edificio del Cabildo. 
A partir del hallazgo de los Niños del Llullaillaco, en marzo de 1999, y dada la relevancia del mismo, el Gobierno provincial asume la custodia y preservación de este valioso Patrimonio Cultural, y a los efectos de crear una infraestructura edilicia adecuada para asegurar su preservación y exposición.

La restauración, refuncionalización y ampliación de este sector del edificio, con su tipología de habitaciones alrededor de un espacio central, en sus dos plantas de considerable altura, permitió acondicionar de manera óptima los espacios requeridos para la preservación y exposición de este valioso patrimonio. La propuesta respetó la tipología edilicia, valorizando sus espacios originales.
Se crearon entrepisos de apoyo a los lugares de exposición, en los locales internos que dan al espacio central, aprovechando su altura; y destinados a laboratorios, depósitos e infraestructura técnica necesaria; manteniendo las salas sobre la fachada, con la altura original. Para esto se construyó una nueva estructura resistente, reforzando a la vez los muros de calicanto de la antigua construcción. 

Dadas las características del edificio original, con dos plantas de exposición y una sola escalera, se determinó un recorrido circular, reduciendo el cruce de visitantes ingresantes con los que egresan; de manera que sólo el personal que trabaja en el edificio, tiene acceso a los entrepisos técnicos, mediante otra escalera independiente que une los distintos niveles. Enfrente de la escalera de uso público y techo vidriado que permite la entrada de luz, está el ascensor. La zona de sanitarios y servicios se ubicó en una construcción nueva en la parte posterior del predio. 

El espacio semipúblico de la recova sirve como espacio de transición protegido de las inclemencias del tiempo en el acceso al Museo, en cuya fachada se usó el recurso de colocar vidrio en reemplazo de la masa muraria, incrustando en este panel transparente la carpintería de madera, logrando en el hall de acceso un espacio con iluminación natural. 

 

 

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