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La paradoja Montessori

Lunes, 25 de enero de 2021 00:00

Maria Montessori, la creadora del famoso método pedagógico que lleva su nombre, fue una mujer de carácter enérgico. Esta médica italiana genial, nacida hace 150 años, diseñó su revolucionario sistema didáctico para ayudar a los niños recluidos en manicomios, jóvenes encerrados en reformatorios, a los menores más pobres y desfavorecidos.

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Maria Montessori, la creadora del famoso método pedagógico que lleva su nombre, fue una mujer de carácter enérgico. Esta médica italiana genial, nacida hace 150 años, diseñó su revolucionario sistema didáctico para ayudar a los niños recluidos en manicomios, jóvenes encerrados en reformatorios, a los menores más pobres y desfavorecidos.

Sólo en un segundo momento empezó a adaptar su metodología a los niños en general.

Hoy, paradójicamente, de su método sacan provecho sobre todo las familias adineradas, capaces de pagar los elevados gastos que muchas veces conlleva que sus hijos estudien en alguna de las 65.000 "escuelas Montessori" que se cuentan en el mundo y reciban una educación exclusiva y, sin duda, mucho mejor que la tradicional.

La prueba es que los creadores de Amazon (Jeff Bezos), Google (Sergey Brin y Larry Page) y Wikipedia (Jimmy Wales), estudiaron en colegios de ese perfil.

Montessori tenía 28 años cuando empezó a visitar el manicomio de Roma y contempló, horrorizada, cómo a los pequeños internados en esa institución se les dispensaba un trato absolutamente inhumano. Vestidos con unos delantales sucios y harapientos, abandonados a su suerte, esos niños que entonces eran denominados "retrasados", "deficientes"" o sencillamente "idiotas" - y entre los que había discapacitados psíquicos, epilépticos, ciegos, sordos y autistas- eran considerados incurables.

Montessori llegó a la conclusión de que la educación debía ser una técnica de amor y de respeto. Sobre esa base, dio forma a un método didáctico revolucionario para la época. Un método basado en confiar en los niños. A los pequeños, decía Maria Montessori, no había que acosarles, obligarles ni dirigirles. Ni premiarlos ni castigarlos, ni siquiera corregirlos. Había que respetarlos y no interferir.

"Sigmund Freud descubrió el inconsciente, Albert Einstein la relatividad y Maria Montessori, al niño", asegura Cristina de Stefano, biógrafa de la educadora. La biografía lleva por título "El niño es el maestro" y acaba de publicarse en español.

En 1907 Maria Montessori abrió en San Lorenzo, entonces uno de los barrios más pobres de Roma, su primera escuela: La Casa de los Niños. A partir de ahí, en pocos años, su método dará la vuelta al mundo y la convertirá en un personaje famoso.

"Es una paradoja. Pero sigue habiendo gente que continúa aplicando su método para ayudar a niños en dificultad", agrega la biógrafa.

Pero esa no es la única incongruencia relacionada con Maria Montessori. La mujer que consagró su vida a los niños, que nos enseñó a respetarlos y valorarlos, abandonó a su propio hijo.

Había comenzado una relación sentimental con un colega médico, Giuseppe Montesano. En los planes de Montessori no entraba la idea de casarse porque no creía en la institución del matrimonio y porque entonces una mujer casada no podía trabajar fuera del hogar sin el permiso del marido. Cuando quedó embarazada, las dos familias acuerdan que dé a luz en secreto. Y cuando nace un niño, Mario, lo registran como hijo de padre y madre desconocidos y lo entregan a una nodriza. Montesano y Montessori acordaron que ambos se ocuparían del niño desde la distancia. "Cuando Montesano se casó con otra mujer y reconoció al niño ante la ley como su hijo, Maria perdió todo derecho sobre el pequeño, que entonces tenía 3 años". Montessori no vio a su hijo hasta que el chico cumplió 15 años. Pero a partir de ese momento luchó por recuperarlo, desafiando una vez más las reglas de la época. Y lo consiguió: no volvió a separarse de él jamás, aunque casi hasta al final de sus días en público lo presentaba como su sobrino.

María Montessori colaboró con el régimen fascista de Benito Mussolini hasta que, en 1933, profundamente decepcionada al ver que el Duce no ha cumplido sus promesas de transformar las escuelas italianas según su método pedagógico, la Montessori decide romper cualquier relación con el régimen.

Pero esa mancha en su biografía le pasará factura: fue tres veces nominada al premio Nobel de la Paz, pero no lo ganó nunca.

Con toda probabilidad, por su relación con el fascismo.

 

 

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