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2021: año de transición

Martes, 26 de enero de 2021 00:00

La idea de transición normalmente suele pensarse en relación a lo pasible, un puente en espera hacia un resultado o estado ideal. El imaginario del esquema de transición en la política puede ser el traspaso de poder entre dos administraciones o la espera del impacto de alguna política pública recién puesta en marcha, como puede ser la reglamentación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, votada el año pasado.

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La idea de transición normalmente suele pensarse en relación a lo pasible, un puente en espera hacia un resultado o estado ideal. El imaginario del esquema de transición en la política puede ser el traspaso de poder entre dos administraciones o la espera del impacto de alguna política pública recién puesta en marcha, como puede ser la reglamentación de la ley de interrupción voluntaria del embarazo, votada el año pasado.

Pasando al rubro de la práctica privada, las transiciones suelen ser momentos de recabamiento de datos, de explicar rumbos pasados y de ordenar la administración para un paso siguiente distinto. En todos estos aspectos, la idea de espera, de paciencia o de dilación está presente. También está presente esa imagen de cambio por venir, una luz al final del túnel. Ordenar los papeles para poder transcender a lo nuevo. Las transiciones son momentos de incertidumbre ante la espera de lo que puede cambiar.

Poniéndonos de acuerdo que el año 2020 fue bisagra para romper con planes, esquemas de gobierno y lógicas inamovibles de nuestra vida y tejido social, el 2021 va a ser un año de transición para el mundo, para Argentina y para Salta.

Cuatro crisis paralelas

El mundo afronta cuatro crisis paralelas: la de la pandemia del coronavirus y su impacto en los sistemas de sanidad, el brutal desequilibrio económico y su impacto en el empleo y la inversión; la caída acrofóbica (vertiginosa) en la confianza a las instituciones públicas y los gobiernos; y la bomba de tiempo de la crisis climática.

Comentaristas y profesores de la realidad dirán que son más de cuatro las crisis que enfrenta el mundo, y probablemente tengan razón.

La pandemia es una crisis, que, a estas alturas, por lo menos ya no es desconocida. Aun así, la crisis de la COVID-19 entrará en una etapa de transición por dos motivos: la posible constante mutación del virus y la inequidad en el reparto de la vacuna. Ante estos dos escenarios, la transición puede llevarnos a una competencia geopolítica aumentada por las estadísticas de mortalidad, contagio y porcentajes de vacunación por millón de habitantes.

La transición a una realidad post

COVID no es otra que una amplia gama de dificultades económicas severas. Esta segunda crisis en el mundo complejiza la capacidad de volcar inversiones públicas para paliar la pobreza y probablemente sufra contracciones de acuerdo a la incapacidad de los gobiernos de llevar un sendero prudente en su emisión de deuda a futuro.

La tercera crisis es consecuencia, en parte, de las primeras dos: el mal manejo de la crisis y la falta de respuestas en la recuperación económica impactarán en la confianza de los que gobiernan. La confianza no se hereda, se construye. Inclusive en la Argentina se atraviesa una crisis de confianza en instituciones públicas que tradicionalmente fueron incuestionables, pensar en la Administración Nacional de Medicamentos, Alimentos y Tecnología Médica como ejemplo.

Por último, la crisis climática. La transición hacia la estabilidad ecológica dependerá en gran medida de la conferencia de la ONU sobre el Cambio Climático (COP26) en noviembre donde los firmantes del Acuerdo de París tienen una última chance en proteger el planeta.

Sí, se puede

¿Pueden los gobiernos responder a estas cuatro crisis paralelas? Sí, pueden: justamente trascendiendo.

Tomemos como ejemplo Argentina, y Salta. Un posible escenario de segunda y tercera ola de contagios de coronavirus mediante mutaciones del virus necesita, de una vez por todas, despertar a los gobiernos a tratar la pandemia como lo que es: una crisis.

En varias columnas en el 2020 hacíamos referencia a los pilares de cualquier manejo de crisis: transparencia, comunicación pedagógica y medidas razonadas en evidencia científica. En un contexto de transición de la pandemia, trascender y aprender del 2020 significa elevar la vara institucional en el manejo integral de la pandemiamientras se desarrolla el programa de vacunación nacional. Un ejemplo: en vez de desarticular los Comités de Emergencia, reforzarlos para transformarlos en centros de detección temprana en el manejo de la pandemia, con, por ejemplo, capacitación en comunicación de crisis para sus voceros. En consecuencia la crisis económica y de empleo necesita del ingrediente siempre faltante en la política Argentina: la capacidad de crear consensos.

¿Cómo empezar a ayudar a Sísifo?

Trascendiendo en la amplitud del debate y empoderando los espacios de encuentro. Aquí, tanto el Gobierno nacional como provincial tienen las herramientas necesarias en sus respectivos Consejos Económicos y Sociales.

Otro ejemplo: arreglar con el FMI. Si los gobiernos, o aquellos que participan en la toma de decisiones logran trascender en la crisis de la pandemia y la económica, entonces estaremos ante la posibilidad de reparar la falta de confianza. La mejor oportunidad para dar un salto de calidad afrontando la crisis de confianza en las instituciones públicas son las elecciones nacionales y provinciales a medio término. Por ejemplo, la oportunidad está en presentar propuestas realistas, planes de futuras gestiones, candidaturas motivadas en el servicio público, debates públicos y abiertos entre candidatos, y por supuesto procesos electorales claros, simples y pensados en el ciudadano. 
En Salta, en particular, otra gran oportunidad sería expandir la ambición de la modificación de la Constitución Provincial para debatir una magna carta digna de un mundo post-COVID del siglo XXI para todos los salteños y salteñas, más allá de los poquísimos cambios propuestos por el gobierno. 
Por último, la bomba de tiempo: la crisis climática. Urge la necesidad de poner el tema en agenda con serios debates de políticas públicas a corto y mediano plazo. Salta ya sufre de sequías, e inundaciones y cambios bruscos en los patrones climáticos históricos. Poner el tema en agenda requiere a los gobiernos a pensar toda su función de acuerdo a coeficientes de impacto climático para extender regulaciones a otros sectores. 
En teoría, en el Estado salteño funcionó un Observatorio de Cambio Climático desde el 2011. Hoy no existe en el organigrama del Ministerio de Producción y Desarrollo Sustentable ni el observatorio ni la función pública para el seguimiento del tema. En 2020 conocimos la fragilidad de nuestros sistemas sociales ante amenazas y cambios naturales. 
El 2021 no será mejor ni peor que el 2020. Será un año de transición. Para trascender, tendremos que     afrontar las crisis que afronta el mundo, dar respuesta, y salir del túnel. 

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