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Sara y René vencieron la COVID-19 y  cumplen 65 años de casados

Superaron la COVID con síntomas leves. Se unieron en 1956 y festejan las “Bodas de Platino”. Contaron su emotiva historia a El Tribuno.  
Domingo, 31 de enero de 2021 02:21

Sara “La Gringa” Galipe, de 87 años, y René “El Ruso” Torres, de 89, vencieron al coronavirus y cumplen 65 años de casados. Se conocieron el 20 de febrero de 1954 y dos años después se unieron en matrimonio. Tienen tres hijas profesionales. Hace unos meses lograron vencer al coronavirus. 
“Nos conocimos en un centro vecinal, en la provincia de Tucumán. Era la fiesta de la fraternidad, de los ferroviarios porque ella era empleada del ferrocarril General Belgrano y yo tenía la costumbre de dar una vueltita en la pista. Pagaba la entrada y veía el ambiente y estaba una flaquita de vestido blanco. Ahí la conocí”, relató René Torres, quien se desempeñaba como tornero mecánico. Es oriundo del departamento tucumano de Chicligasta.
Pasaron dos años y la pareja se casó un 3 de febrero de 1956. “Luego vino nuestra hija, Beatriz Inés, que ahora tiene 64 años. Después tuve a Gladys Susana, que tiene de 60, y Mónica Patricia, de 55. Tengo siete nietos y cinco bisnietos”, contó Sara, quien nació en San Miguel de Tucumán. 
Hace 16 años el matrimonio se mudó a la capital salteña. “Nos trajeron nuestras hijas para cuidarnos porque allá estabamos solitos. Esa fue la prueba más fuerte, el desplazamiento, dejar Tucumán para venir a Salta. Un día embalamos todas nuestras cosas y nos vinimos. Dejamos nuestras amistades y familia allá”, dijeron visiblemente conmovidos. 
En septiembre pasado la pareja contrajo coronavirus. “Él tuvo estornudos y dolor de garganta, bajó 11 kilos y yo tuve perdida de olfato y un poco de todos. También bajé de peso. Nos contagiamos por una persona muy cercana. Dimos positivo, luego nos volvimos a hacer los análisis”. 

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Sara “La Gringa” Galipe, de 87 años, y René “El Ruso” Torres, de 89, vencieron al coronavirus y cumplen 65 años de casados. Se conocieron el 20 de febrero de 1954 y dos años después se unieron en matrimonio. Tienen tres hijas profesionales. Hace unos meses lograron vencer al coronavirus. 
“Nos conocimos en un centro vecinal, en la provincia de Tucumán. Era la fiesta de la fraternidad, de los ferroviarios porque ella era empleada del ferrocarril General Belgrano y yo tenía la costumbre de dar una vueltita en la pista. Pagaba la entrada y veía el ambiente y estaba una flaquita de vestido blanco. Ahí la conocí”, relató René Torres, quien se desempeñaba como tornero mecánico. Es oriundo del departamento tucumano de Chicligasta.
Pasaron dos años y la pareja se casó un 3 de febrero de 1956. “Luego vino nuestra hija, Beatriz Inés, que ahora tiene 64 años. Después tuve a Gladys Susana, que tiene de 60, y Mónica Patricia, de 55. Tengo siete nietos y cinco bisnietos”, contó Sara, quien nació en San Miguel de Tucumán. 
Hace 16 años el matrimonio se mudó a la capital salteña. “Nos trajeron nuestras hijas para cuidarnos porque allá estabamos solitos. Esa fue la prueba más fuerte, el desplazamiento, dejar Tucumán para venir a Salta. Un día embalamos todas nuestras cosas y nos vinimos. Dejamos nuestras amistades y familia allá”, dijeron visiblemente conmovidos. 
En septiembre pasado la pareja contrajo coronavirus. “Él tuvo estornudos y dolor de garganta, bajó 11 kilos y yo tuve perdida de olfato y un poco de todos. También bajé de peso. Nos contagiamos por una persona muy cercana. Dimos positivo, luego nos volvimos a hacer los análisis”. 

   El cuadro con la foto del casamiento y objetos antiguos que conserva la familia. JAVIER CORBALÁN 

Sara expresó que cuando supieron que tenían COVID-19 no sintieron miedo ni angustia, sino que permanecían tranquilos, pese a que ella afrontó una operación de columna hace tiempo y padece problemas de tiroides y él tiene un marcapaso. “Nos cuidaban nuestra hijas. Pudimos superarlo”, dijo. 
Añadió: “Lamentablemente esta enfermedad poco a poco se está llevando la raza humana porque hay tantos muertos, y tantos que están todavía para morirse que uno no se explica. Hubo muchas pestes durante mi vida, pero nunca una tan dura como esta, tan dolorosa”. 
Por su parte, René expresó: “Si hago un análisis de la situación, en esta lista yo ya no tendría que estar, con la edad que tengo, pero me siento bien y creo que los cuidados son fundamentales”. 

El próximo miércoles Sara y René cumplirán 65 años de casados y exhiben orgullosos un cuadro con una fotografía del día en que dieron el sí. El paso del tiempo deja su huella: la imagen, en blanco y negro, está un poquito borrosa. También muestran objetos antiguos que conservan como teteras, mates y utensilios. 
Él expresó que el secreto para cumplir tantos años en matrimonio tiene que ver con “saber llevar”. 
“No quitándole mérito a ningún hombre quiero decir que a mi me enseñaron de chiquito que si la mujer nos sabe llevar a nosotros, nosotros vamos bien. Sara tiene la virtud de saberme guiar”, sostuvo René. 
Sara confesó que se enamoró de René “porque era joven y lindo (risas), pero sobre todo porque como persona era bueno conmigo, muy respetuoso. A mi no me dejaban salir más de dos a tres cuadras de distancia para que nos veamos. Después cuando llegó a casa lo aceptaron. Fue el único novio que tuve en toda mi vida”. 
El matrimonio contó que cuando se conocieron se trataban de “usted” mutuamente. Sara cree que René se enamoró de ella a primera vista al verla con su “vestidito blanco”. Lo cuenta entre risas. Él dice que guarda gratos recuerdos de cuando su cuñado le decía: “Andá a buscarla a la flaquita” y él lo hacía entusiasmado. 

Administrar el hogar

El hombre destacó que su esposa “llevó un cargo pesado. En un frasco grande celeste y blanco nosotros depositábamos la plata cuando cobrábamos y ella se encargaba de pagar mensualmente las cuentas, desde la heladera hasta los muebles que habíamos comprado, porque empezamos desde cero. Ella era muy ordenada en ese sentido. Así fuimos progresando. Sinceramente cuando fui a su casa pensaba si me iban a aprobar el noviazgo o no porque yo era un tornero mecánico. No había estudiado una carrera”. 
“Él había estudiado en la Escuela de Artes y Oficios, no había hecho una carrera como abogado, por ejemplo, pero fuimos criando a nuestras hijas dentro de nuestras posibilidades y de lo que teníamos porque apenas cobrábamos, pagamos las cuentas y nos quedábamos con algo de plata”, relató Sara. Ella trabajaba siete horas durante la mañana, él también y sus hijas quedaban al cuidado de sus abuelos.

Libertad de elegir

Las tres estudiaron en la facultad. La mayor es odontóloga, la del medio bioquímica y la más chica pediatra. “Las tres son profesionales y cada una eligió su carrera. Yo les di la libertad de elegir, pero con la condición de que la empezaran y no la cambiaran el primer o segundo año. El sacrificio nos llevó a eso. La carrera de odontóloga es muy cara, la de bioquímica no tanto y la de doctora más o menos y eso es lo que podemos demostrar, haberle dado a nuestras tres hijas lo que ellas querían”, aseguró Sara. La mujer fue empleada ferroviaria del sector tráfico durante 39 años. Los miembros del matrimonio se refirieron el concepto de “amor”. “Para mí el amor es todo. Ser buena mujer, aspirar a tener algo más de lo que teníamos y vivir la vida como se nos presentaba. La sinceridad es fundamental”, dijo ella.. 
Por su parte, el hombre de la casa manifestó: “El amor llena todo el vacío en el hombre. Encontrar a alguien que nos sepa llevar, guiar es un gran triunfo. Mi esposa con solo mirarme ya sabe todo de mí, todo lo que me pasa. Me siento afortunado”.
 

Un hincha fanático de Racing Club

René “El Ruso” Torres contó que es fanático del Racing Club. “Mi padre, que en paz descanse, era hincha y aunque todos mis hermanos eran de Independiente, yo soy de Racing. A los 12 años me declaré fanático”, sostuvo. 
Con gran orgullo exhibió una página de papel de diario El Tribuno, de cuando Racing salió campeón años atrás y le hicieron una nota durante los festejos. 
“Me hicieron una entrevista. Yo tenía 87 años. Se asombraron de mi buena memoria porque me acordaba todo”, dijo. 
Agregó que cuando vivía en Tucumán, durante su juventud, jugó en primera división y que cuando se mudó a Salta se hizo muy amigo del secretario general de filiales de Racing Club en el interior del país. “Una vez viajaron tres colectivos con hinchas salteños y llegaron a Avellaneda, pero no los dejaban entrar. Yo ya les había dicho a los hinchas que si tenían problemas lo busquen al señor Rodríguez de parte mía y ahí nomás les abrieron las puertas. Yo ya no podía ir porque tenía problemas de salud”, recordó. 
“En 2014 cuando salimos campeón también me firmaron la camiseta todos los jugadores. Cuando era joven jugaba en el Rojo de Villa Alem, a 12 cuadras de la plaza Independencia (Tucumán). Jugué poquito porque en ese entonces con Sara estábamos de novios y ella no quería que juegue más”, indicó.
“Es que venía con la ceja abierta, sin diente. Le dolían las piernas, la columna y el médico le tenía que poner inyecciones”, finalizó Sara. 
 

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