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“No soy un chaqueño disfrazao, sé trabajar en el campo y también sé cantar” 

René Tranquilino Segovia, pequeño productor agropecuario.
Domingo, 31 de octubre de 2021 09:51
Fotografías: Pablo Yapura.

La de René Tranquilino Segovia es la típica historia de un chaqueño que ama a su tierra, sus costumbres, pega el grito donde quiera y sabe hacer toda tarea de campo.
“Yo soy un pequeño productor campesino. Tengo mis animales en el monte y vivo de eso porque es lo que sabemos hacer desde hace varias generaciones”, definió René, a quien en Rivadavia Norte lo conocen como el “Morocho”.
Segovia nació hace 65 años en medio del monte chaqueño a unos 400 km de Salta. Increíblemente son 14 hermanos los Segovia y todos vivieron el puesto El Blanco. 
Todos son hijos de Ramón Segovia y de Urbana Beleizán quienes también vivieron con el mismo sistema de subsistencia: la producción ganadera a pequeña escala.

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La de René Tranquilino Segovia es la típica historia de un chaqueño que ama a su tierra, sus costumbres, pega el grito donde quiera y sabe hacer toda tarea de campo.
“Yo soy un pequeño productor campesino. Tengo mis animales en el monte y vivo de eso porque es lo que sabemos hacer desde hace varias generaciones”, definió René, a quien en Rivadavia Norte lo conocen como el “Morocho”.
Segovia nació hace 65 años en medio del monte chaqueño a unos 400 km de Salta. Increíblemente son 14 hermanos los Segovia y todos vivieron el puesto El Blanco. 
Todos son hijos de Ramón Segovia y de Urbana Beleizán quienes también vivieron con el mismo sistema de subsistencia: la producción ganadera a pequeña escala.

 

Son comentadas y divertidas las aventuras con don Lucio Rojas, de La Merced, Santa Victoria Este, en los tiempos en que eran jóvenes.


“Yo no lo conocí a mi abuelo Claudio, pero tengo su tumba en mis tierras y todos los relatos de mis padres dicen que él también vivía como lo hicimos nosotros y como lo hago yo ahora. Lo que quiero decir es que somos varias generaciones de Segovia que vivimos con el mismo modo de producción”, definió el Morocho.
El hombre, cuando fue niño, fue a la escuela de Finca Campo Argentino. “Yo me acuerdo que venía cada cuanto una maestra, nos daba clases 3 o 4 meses y se iba. No nos terminaban de conocer y se iban. No resistían mucho las condiciones de la zona. Es que la vida en el monte es muy sufrida. Hay muy pocas cosas, no tenemos agua apta para el consumo. La que tomamos tiene arsénico y no es recomendable ni para los animales. Ahora que vinieron los terratenientes con sus monocultivos también nos contaminan con agrotóxicos. Entonces toda la vida se hace difícil por las distancias, la falta de rutas y caminos a los puestos que en las lluvias se vuelven imposibles, no hay energía eléctrica en muchos parajes, entre tantas otras cosas. Todas esas cosas siguen haciendo difícil la vida del chaqueño”, describió.


Cuando fue más grande, ya un hombre hecho y derecho, casi a los 20 años, conoció a Ramona Gutiérrez. Nadie sabe cuándo ni muchos menos cómo el Morocho la conquistó. Con Ramona tienen 6 hijos y la mitad de ellos mantiene la forma de producción agropecuaria sustentable.
“Yo era muy atorrante y no sé cómo la conocí. A veces creo que siempre estuvo ella conmigo, pero saco la cuenta y llevamos más de 45 años juntos”, dijo muy en serio.
Ellos tienen unas 300 vacas, unos cuantos chanchos, algunas cabras y unas pocas gallinas. Dicen que no pueden con la agricultura porque los venenos de los campos contaminaron toda el agua. Sin embargo, tienen la esperanza en sus tierras, en su gente y que alguna vez las cosas cambiarán.
“Yo siempre he vivido en monte. Sé hachar, desmontar, pialar, capar, vacunar, marcar, armar un rancho; todo con mis manos. A mí no me den máquinas, con mi machete, mi pala y mi hacha tengo todo lo que necesito. Yo no soy ningún chaqueño disfrazao”, dice el hombre con un anillo de oro y cinto con sus letras iniciales.
 
Música

Lo más increíble es su humildad, porque en realidad el Morocho Segovia es muy conocido en el ambiente de las “chaqueñadas”. 
Coplero y cantor, es un referente de la música del Chaco salteño. Muy amigo de Oscar Esperanza Palavecino y de los Rojas. Son comentadas y divertidas las aventuras con don Lucio, de La Merced, en los tiempos en que eran jóvenes.
Con la música de su Chaco llegó hasta Cosquín, a la Serenata a Cafayate y en Jesús María también hizo bailar a toda la doma. Integró varias de las delegaciones chaqueñas que comandaba el Tuna Esper y con Nacho Salazar tienen las mejores versiones de andanzas por las escenarios de Salta.
Actuaron muchas veces en Balderrama y en las peñas de la Balcarce.
“Por eso digo que yo no soy un chaqueño disfrazao. Sé hacer todo el trabajo de campo, pero también sé cantar y rimar coplas como todo buen chaqueño”, dijo a los gritos.
 

Un pedido por la tierra

Don René Tranquilino siente que su vida está anclada a su tierra. Hoy su historia está atravesada por una preocupación que tiene que ver con el lugar al que pertenece. Según relató a El Tribuno, hay un proceso legal en marcha que podría terminar con el desalojo de su familia. Según señaló, el empresario Gianfranco Macri habría sido quien inició una acción para reclamar la propiedad de esas tierras. Los inicios de la historia se vuelven intrincados, pero al parecer el empresario habría comprado antiguamente terrenos que estaban habitados por varias familias. El caso se encuentra en el Juzgado de Primera Instancia en lo Civil y Comercial del distrito judicial Tartagal, Salta, a cargo de Griselda Beatriz Nieto, quien dictó a fines de septiembre una orden de desalojo que les genera preocupación. En la zona destacaron que las familias campesinas del Chaco salteño reclaman paz, seguridad y justicia social en el lugar donde viven y producen. Quieren seguir trabajando en armonía con la naturaleza en la tierra donde nacieron y que heredaron de sus ancestros.
 

 

Organizaron una marcha de 400 km

El Frente Nacional Campesino realizó una marcha desde Rivadavia Banda Norte hasta Salta.
Se trata de unas 80 personas que caminaron más de 10 días para recorrer alrededor de 400 kilómetros, desde la localidad norteña de Fortín Dragones, en el departamento San Martín, para pedir por el fin de los desalojos. Son familias campesinas que partieron el 18 de octubre y que viven en su mayoría a la vera de la ruta nacional 81. Los criollos vienen desde puestos que están en las inmediaciones de Morillo, Los Blancos, Dragones, Hickmann, Capitán Pagés.
Trajeron para entregar al Gobierno de la Provincia un petitorio de 7 puntos. Los requerimientos están referidos al fin de los desalojos judiciales y extrajudiciales; mensuras y titularización de las tierras campesinas; obras de acceso al agua para la producción y para uso doméstico; infraestructuras intraprediales para el mejoramiento de la producción; apoyo a la juventud campesina para favorecer el arraigo rural; innovación tecnológica para la producción campesina y acceso a la vivienda digna, energía eléctrica y conectividad.
Si bien el reclamo puntual es por la suspensión de los desalojos y la reglamentación de la ley 7658, también reclaman por el “olvido y abandono” que padecen por parte del Estado argentino.
 

 

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