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Exposición de Lippe Mendoza en el Kiosko de Arte

Hasta el 30 de noviembre se podrá ver originales de la novela gráfica “Güemes. La sangre gaucha”, en El Palacio Galerías. 
Sabado, 20 de noviembre de 2021 11:21

En el Kiosko de Arte -sala 20 de El Palacio Galerías (Mitre 37 y Caseros 662)- el ilustrador Lippe Mendoza está exponiendo unas muestras de originales de “Güemes. La sangre gaucha”, la novela gráfica guionada por Rafael Gutiérrez e ilustrada por él. Las obras estarán en exhibición hasta el 30 de noviembre y se pueden visitar de forma gratuita de lunes a sábados, de 10.30 a 14 y de 17 a 21.

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En el Kiosko de Arte -sala 20 de El Palacio Galerías (Mitre 37 y Caseros 662)- el ilustrador Lippe Mendoza está exponiendo unas muestras de originales de “Güemes. La sangre gaucha”, la novela gráfica guionada por Rafael Gutiérrez e ilustrada por él. Las obras estarán en exhibición hasta el 30 de noviembre y se pueden visitar de forma gratuita de lunes a sábados, de 10.30 a 14 y de 17 a 21.

En diálogo con El Tribuno y horas antes de esta apertura Lippe contó que la resolución de una disputa doméstica lo había catapultado al dibujo. De niño él pasaba horas modelando en arcilla pequeñas figuras; pero aquella agua que iba mezclando progresivamente para que el material no secara rápido y perdiera su cualidad maleable dejaba líneas marrones por toda la casa y su madre, Cristina Ayarachi, refunfuñaba al limpiarlas. Fue entonces cuando su padre, Felipe Mendoza Terrazas, -“muy sabiamente”, acotó Lippe- le presentó papel y lápiz y lo invitó a dejar la tridimensión para aventurarse en la bidimensión. Lo que nadie pronosticaba era que el cambio no le iba a crear ninguna dificultad ni pérdida del gusto al niño Lippe. Al contrario, le resultaría sencillo y le daría organización y cohesión a su destino.

Lippe con los años se recibiría de maestro nacional de Dibujo en el Centro Polivalente de Arte y de profesor nacional de pintura en el Instituto Superior de Profesorado de Arte. Puesto a analizar sus influencias dijo que en estas instituciones formales había encontrado guías y maestros, sobre todo en el aprendizaje del dibujo anatómico, del dibujo “de bellas artes”, pero que la historieta era un “otro lado”. “Acá en Salta no tuve grandes maestros que me hayan enseñado el oficio de ser historietista; pero sí varias personas que de alguna manera fueron mis mentores en este arte como Jorge Klix Cornejo, que ya era toda una personalidad en Salta, un gran maestro y además una muy buena persona. Él me dio buenos consejos quizá no tanto consejos gráficos, porque tenía limitaciones; pero sí era un muy buen narrador y eso me sirvió mucho. También aprendí en su momento de otros artistas en Tucumán como Arturo Soria”, recordó. Añadió que en Salta había conocido a Enrique “Quique” Alcatena, a quien Lippe admiraba, que marcó su obra y con cuya amistad y camaradería cuenta hasta hoy.

Dibujante del interior, Lippe no podía hacer cursos específicos del género como los que dictaba la Escuela Panamericana de Arte en Buenos Aires, una distancia que se acentuaba porque en aquellos años la historieta aún tenía fama de subproducto cultural, aunque Lippe asistió a su reivindicación artística. “La de dibujante de historietas era una profesión no muy digna ni muy bien pagada, pero bueno, esa época ya ha pasado”, señaló ahora.

Lippe añadió que como muchos de su generación se había formado leyendo y mirando “las soluciones gráficas” de maestros como Enrique Breccia, Juan Zanotto y Francisco Solano López, cuyas producciones habitaban las revistas de Editorial Columba como D’artagnan, Fantasía, Nippur o El Tony; Skorpio, de Ediciones Record; o Fierro.

Curiosamente otro preeminente de la historieta mundial, Robin Wood -que también poblaría con su “Nippur de Lagash”, “Marx”, “Savarese”, “Pepe Sánchez” y “Gilgamesh” las publicaciones antes mencionadas- les daría a Lippe y a Rafael Gutiérrez un consejo vertebrador para su abordaje sobre la gesta gaucha.

¿Cómo surge “Güemes. La sangre gaucha”?

En 2013 nos juntamos Rafael y yo, y armamos un proyecto para presentar al Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural. “La Batalla de Salta doscientos años después” era el título que le habíamos puesto a una novela gráfica en la que ya trabajábamos la historia de la Batalla de Salta, el Éxodo Jujeño y la Batalla de Tucumán con todos los pormenores y haciendo la revisión de esos hechos históricos ficcionados a través de la historieta. Para esa oportunidad éramos varios en el proyecto, en la realización puntualmente, porque yo había formado un grupo de dibujantes para otro proyecto y habíamos logrado contratarlos para que dibujaran algunos de los episodios del libro y yo me había encargado también de varios.

En 2007 habíamos tenido la fortuna de conocerlo a Robin Wood, que había trabajado con grandes dibujantes y siempre contaba historias muy apasionadas, muy románticas y enmarcadas en hechos históricos. Le contamos sobre lo que estábamos haciendo y él en más de una oportunidad nos había dejado clara la idea de que la historieta no era un manual ilustrado, sino historias con personajes que tienen que parecer reales y que pueden estar enmarcadas en hechos históricos; pero no son protagonizados por esa figura ecuestre tan omnipotente y casi perfecta que conocemos, si no que había que mostrar personajes que tuvieran ese costado humano, que hicieran sentir al lector que habían estado vivos de verdad. Nosotros hicimos un libro siguiendo esas pautas y este terminaba con una última viñeta donde se mostraba que después de que Güemes regresaba a Salta acompañando a San Martín, este lo dejaba a cargo del Ejército del Norte para ir a Mendoza con el fin de preparar el Cruce de los Andes. En la última imagen se lo veía a Güemes cargando contra el enemigo con sus infernales y así terminaba ese libro. Nos prometimos entonces que algún día íbamos a tocar el tema de Güemes y finalmente este año lo pudimos hacer.

¿En qué te basaste para el diseño de los personajes?

Me he basado en las pinturas y las referencias pictóricas que hay sobre Martín Miguel de Güemes. De él no hay más que relatos sobre cómo era y algunos dibujos hechos a partir de lo que se decía de él. Yo le puesto la cicatriz que dicen que tenía en la ceja y que en algunas pinturas casi no se ve, pero que era algo muy particular de él. También he sido un poquito fiel a la iconografía que se tiene del general, como las imágenes de pinturas coloniales de sus oficiales. También he tratado de retratar el espíritu del gaucho salteño, que no es lo mismo que el gaucho de la Pampa, o el de Jujuy o el de la Puna, porque todos tienen sus particularidades y su fisonomía. Hemos tratado de demostrar toda esa variedad de guerreros que defendieron esta zona y a los españoles también les hemos tratado de ser muy fieles a los uniformes y a las maneras en las que ellos se presentaban por esta región, siempre apoyado por los libros de historia y los fascículos del Güemes esencial que aporta mucha información, lo mismo que los relatos de Juana Manuela Gorriti y tantos otros historiadores. Sobre el final contamos con el apoyo del historiador Martín Miguel Güemes Arruabarrena, un pariente lejano del general. Él ha visto con buenos ojos todo el material que nosotros habíamos realizado y tanto fue así que nosotros lo invitamos a él a escribir el prólogo del libro, lo cual hizo magistralmente y con el mayor de los gustos.

¿Cómo es el trabajo entre el dibujante y el guionista para tener la misma visión sobre la historia y lo que leerá y verá el lector? ¿Está muy sincronizado o el dibujante puede mostrar algo que no esté expresamente consignado en el guion?

El límite entre el guionista y el dibujante siempre ha sido algo ambiguo y en favor de que el resultado final sea mucho mejor muchas veces el guion es una guía y el dibujante es el director de cine que se toma ciertas libertades.

En varias oportunidades cuando yo tuve que trabajar con guiones de otras personas casi siempre he hecho a rajatabla lo que con el guion me mandaba el artista; pero en el caso de Rafael y yo, que venimos trabajando juntos en varios proyectos, él sabe como guionista hasta dónde darme libertad y yo como dibujante sé hasta dónde puedo tomarme esa libertad para una mejor solución gráfica y para una resolución más apasionante del capítulo. Entonces hay veces en que he metido mano al guion para aportarle cosas y no para quitarle ni cambiarle, siempre con mucho respeto.

¿Qué perspectiva particular les dieron a los hechos que recrean, teniendo en cuenta esa versión oficial petrificada que el revisionismo histórico se ha ido encargando de desmigajar?

Hemos trabajado mucho en la gesta güemesiana, que no solo se realizó en Salta, sino también en todo el Norte: Jujuy, la zona de quebradas llegando hasta Tarija y pasando por Potosí. Todas las influencias y marcas que las batallas iban dejando. Hay que tener en cuenta que en esa época el Alto Perú, lo que hoy es Bolivia, era una fuerza muy importante y allí muy cerquita de nosotros estaba el distrito de Potosí, que era nada menos que la villa imperial, un lugar muy importante, donde se extraía un mineral de un valor incalculable que debía viajar a España y acá cuando comenzó la guerra de la independencia ese comercio se cortó, se truncó y había todo un movimiento comercial de Salta y Jujuy con el Alto Perú que también se fue trastocando en favor de la guerra de la independencia y todo eso después deviene en la traición que los comerciantes salteños le hacen a Güemes para organizar su caída. Bueno eso queríamos contar en la novela gráfica. Tomar todos estos elementos y recrear las situaciones con personajes ficticios y otros muy reales, porque son héroes oficiales que vivieron y murieron en esa época y nosotros contamos su historia como la conoce el gaucho, que es el testigo que estuvo en esta guerra tan dolorosa y tan particular para Salta y el Norte y ellos como testigos dan su mirada sobre los hechos y eso nos da cierta libertad para decir algunas cosas que por ahí en la Historia no se dicen o se cuentan bajo la mirada del propio enemigo, que con altanería había llegado a esta región pensando que acá se peleaba con palos y piedras y que había una manada de gente ignorante que no iba a poder vencerlo y así después se van frustrados al encontrar organización, valentía y sacrificio por esta región.

¿Ya eras “güemesiano” en el sentido de que siempre te había atraído el genio y figura del general o es un sentimiento que te ha despertado este libro?

Se podría decir que trabajar en este libro me abrió un poquito la mente en cuanto a qué grandes héroes eran aquellos. De Güemes a uno le hablan desde niño y uno sabe que es el héroe y todo eso; pero después volver a revisar su historia no solo como oficial, sino como hijo, como esposo y ver todo lo que tuvo que vivir y no vivir también causa admiración. Privarse de estar junto a su esposa y tener la angustia permanente de que ella y sus hijos pudieran llegar a ser capturados por el enemigo para lograr vencerlo. Era un tipo desesperado en muchos sentidos y también con ideales firmes que le dan ese costado tan romántico, romántico des de el punto de vista de los revolucionarios de entonces, claro. Hoy puedo “decir” con conocimiento de todo lo investigado, todo lo revisado y todo lo abordado a través de la gráfica para los hechos que estamos relatando que me apasiona la historia de Güemes y si eso es ser güemesiano lo soy. En este camino cada vez que puedo aportar algo o escuchar algo nuevo me intereso de buena manera por saber más y si escucho a alguien que diga algo errado no me quedo callado, sino que ahora tengo motivos y fundamentos para defender su gesta si necesito hacerlo. Y creo que el haber hecho el libro ya de por sí da cuenta de la importancia que para mí tiene el general.

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