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Escuela en tiempo de millennials

Viernes, 05 de febrero de 2021 02:00

"Estamos entrando en un milenio en el que el poder económico de los países está cada vez más basado en la capacidad intelectual y creativa de sus habitantes (...) La Argentina está repleta de este tipo de material humano. Ése es el ingrediente más difícil para un futuro de alta tecnología y ese ingrediente está allí, esperando poder concretar su potencialidad".

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"Estamos entrando en un milenio en el que el poder económico de los países está cada vez más basado en la capacidad intelectual y creativa de sus habitantes (...) La Argentina está repleta de este tipo de material humano. Ése es el ingrediente más difícil para un futuro de alta tecnología y ese ingrediente está allí, esperando poder concretar su potencialidad".

(César Milstein (1927-2002) Bioquímico argentino de la UBA; descubridor de los anticuerpos monoclonales; Premio Nobel de Medicina y Fisiología 1984)

El aprendizaje se realiza a través de la comunicación con los semejantes y por la transmisión deliberada de pautas, técnicas valores y recuerdos.

Para ser hombre no basta con nacer, sino que también hay que aprender. Sólo por medio de la educación y la convivencia social conseguimos efectivamente serlo; no basta con la mera herencia biológica. Lo importante es enseñar a aprender utilizando provisiones almacenadas de conocimientos a partir de los cuales se pueden elaborar nuevos productos pero sabiendo que haber aprendido es mucho más que una colección de conocimientos ajenos.

Estar educado es ser una persona capaz de pensar, de tomar decisiones, de buscar la información relevante que se necesita, de relacionarse y cooperar positivamente con los demás, comprender problemas complejos, tener la capacidad de asociarse, negociar, concertar y emprender proyectos individuales y colectivos, participar en la vida política, cultural y en la actividad en general y trabajar en forma sistemática en la tarea continua de seguir formando una personalidad y adquirir la madurez que es una aleación de experiencia, paciente escepticismo, moderación y sentido de la responsabilidad.

Vale la pena preguntarse qué tiene que hacer la educación:

¿Preparar competidores para el mercado laboral o formar hombres completos?

¿Potenciar la autonomía de cada individuo transformándola en una persona crítica y disidente o prepararlo para la homogeneidad y cohesión social?

¿Desarrollar la originalidad innovadora o mantener la identidad tradicional del grupo?

¿Atender a la eficacia práctica o apostar al riesgo creador?

¿Reproducir el orden existente o instruir a los rebeldes que pueden derrocarlo?

¿Mantener una escrupulosa neutralidad ante la pluralidad de opciones ideológicas, religiosas, sexuales y otras formas de vida o razonar lo preferible y proponer modelos de excelencia? ¿Pueden todos o algunos de los objetivos precedentes resultar incompatibles? ¿Cómo y quién debe decidir por cuáles optar? ¿Hay obligación de educar a todo el mundo de igual modo o debe haber diferentes tipos de educación según la clientela a la que se dirijan? ¿Es la obligación de educar un asunto público o una política de estado o más bien una cuestión privada de cada cual? ¿Existe la posibilidad o la obligación de educar a cualquiera lo cual presupone que la capacidad de aprender es universal? ¿Por qué ha de ser obligatorio educar?

Como están las cosas hoy en día y el miedo y el desasosiego reinantes gracias a la pandemia que se extiende en el tiempo vamos a tener que repensar las ideas y habilidades o destrezas que se utilizan para la transmisión intergeneracional de conocimientos y la construcción de una cultura común.

Las nociones de atención, concentración, reflexión, memoria, archivo deberán tener nuevas formas de definición e identificación.

Las tecnologías para la comunicación se han extendido en muy poco tiempo, gran parte de la población está conectada a internet y se está transformando la manera y los modos de trabajar, las relaciones interpersonales, el ocio, el entretenimiento, los vínculos y también la escuela deberá cambiar porque la demanda de conocimiento es creciente.

Las principales razones de ser de la escuela siguen siendo la creación y transmisión de conocimientos que deben conducir al crecimiento personal, a la construcción de una esfera pública común donde todos y cada uno cuente con las mejores herramientas para enfrentar su vida práctica, disfrutar y utilizar saberes complejos y ser ciudadanos libres y responsables.

La única manera de tener una escuela justa es incorporar en todas ellas las nuevas tecnologías de la información y la comunicación y asegurar los derechos de los alumnos sobre todo a los que sean beneficiarios del Estado.

Las computadoras posibilitan una nueva relación entre los estudiantes, los profesores y el conocimiento; hoy está planteada una nueva relación pedagógica en que los profesores se deben colocar en la posición de disputar el poder del conocimiento aceptando que ahora hay dos que saben.

En el proceso educativo todos enseñamos y todos aprendemos. Podemos aprender de los chicos el manejo de la computadora y aprovecharlo para enseñar demostrando que los maestros y profesores no tienen autoridad por el cargo que ocupan sino por la posibilidad de conducir a un universo cultural.

La escuela no sólo enseña contenidos sino que también enseña a socializarse, a encontrarse y relacionarse con grupos de iguales, a conocer y aceptar a los diferentes, a vincularse con el mundo adulto y a aceptar límites.

Imágenes virtuales adecuadas pueden acompañar a las clases expositivas y así estimular más la atención y lograr mejores resultados en materia de aprendizaje.

El proceso de aprendizaje está abandonando poco a poco el método de enseñanza tradicional que era la única fuente del saber y dan lugar a formas más cercanas a la realidad; las clases se hacen más dinámicas en las que se seleccionan la información y se promueve el debate y la reflexión; se generan nuevos climas de trabajo, reconocimiento, comprensión y confianza, aumenta la motivación de los estudiantes y la asistencia a clases, se achica la brecha social en el acceso al mundo digital, se brinda igualdad de oportunidades pero todavía no hay evidencias para afirmar que se mejora el rendimiento académico.
Los docentes, que no nacieron en la era digital, se vieron en aprietos y fueron sometidos a un gran desafío porque sus estudiantes manejan las herramientas digitales mejor que ellos pero afortunadamente la mayoría de ellos se han capacitado y lograron salir airosos. Las tecnologías actuales funcionan como lámina, cuaderno, diccionario, equipo de música, de televisión, de cine.
La tecnología por sí sola no cambia nada salvo que solucionemos los viejos problemas que tiene la escuela. No es la tecnología por sí misma la que provoca la innovación educativa. La innovación siempre es pedagógica, la tecnología apoya y potencia ideas y propuestas didácticas basadas en el constructivismo, en el aprendizaje colaborativo, en la vinculación de la escuela con el mundo real y en la posibilidad de que los alumnos sean más productivos y creativos.
Cada generación es nativa digital en nuevos esquemas, aparatos y sistemas pero, salvo las elites, no aprenden cómo crear cosas. La mayoría no tiene realmente el control. 
Quien diseña la arquitectura de participación controla el resultado; quien no pueda crear o programar los espacios virtuales con arquitecturas que le sirvan, será parte del “consumariato” o clase social baja de la nueva era; la clase alta será la “netocracia”.


 

 

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