El amor por la pintura las llevó a que se crucen sus caminos. Julia Navarro, se encamina a los 70. Hace un par de años dejó la vida de ruidos y corridas en el centro de la Ciudad de Salta, y se mudó a un campito -siempre verde- antes de La Silleta.
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El amor por la pintura las llevó a que se crucen sus caminos. Julia Navarro, se encamina a los 70. Hace un par de años dejó la vida de ruidos y corridas en el centro de la Ciudad de Salta, y se mudó a un campito -siempre verde- antes de La Silleta.
Julia tiene cuatro hijos y gran parte de su vida, trabajó en la Municipalidad de Rosario de Lerma. Con la partida de los hijos, su vida dejó de estar centrada en el vuelo de los chicos y comenzó a recuperar sus otros amores.
María Otilia Goepel, con un poco más de 71 años, vive en un barrio de la zona sur y aprovecha la jubilación- tan bien ganada- para hacer talleres de arte y sumar conocimiento y experiencia a sus obras.
María nació en Buenos Aires, pero un día conoció a su compañero de vida, y decidió hacer el viaje con él. Durante 15 años estuvo trabajando en Santa Cruz, como taquígrafa y en 1979 se mudó a Salta. Recuerda que “de toda la vida” le gustó pintar. También tuvo cuatro hijos y su vida estuvo regida por las responsabilidades que había asumido. Hasta que los chicos se fueron y se volcó a tomar clases de dibujo y pintura. “Con las chicas tenemos un feeling muy especial a la hora de ponernos a hacer arte”, confesó a El Tribuno.
Karina Toyos es la más chica del grupo. Tiene 47, y vive en Campo Quijano. Desde hace varios años se dedica a la venta de té. Antes de la pandemia, en la feria del paseo Balcarce y ahora, desde casa. Karina se inició en la pintura junto al grupo “Encuentro”, en Campo Quijano. Fue una amiga quien la invitó a sumarse y dio sus primeras pinceladas de la mano de la profesora Susana Cañiza. “Primero iba los viernes, me gustaba y, de esos encuentros se convirtieron en mi espacio personal, donde me relajaba y dejaba de lado todas las preocupaciones diarias”, contó Karina, madre de tres hijos.
“El grupo comenzó hace tres años atrás. A Karina la conocí de mis paseos por Campo Quijano y con María nos conocimos en la pileta y fuimos compañeras de las talleres que ofrecía Carolina Cornejo, en el Museo Bellas Artes durante 4 años”, recordó Julia, que pinta desde los 10 años.
Antes de ingresar a los talleres del museo, Julia también tomó clases con la profesora de arte, Karina de la Cuesta. “Fue ella la que guió con su experiencia sobre las técnicas de trabajo y cómo participar de las muestras de arte”, recordó.
Así fue que se animó a las primeras muestras. Julia Navarro recordó que las primeras exposiciones fueron organizadas por el taller, y así se fue dando cuenta que su nuevo mundo era el arte.
Sin planificarlo, Julia empezó a exponer solar y nació “Tres Mujeres”. La primera muestra fue junto a una amiga, ya fallecida, y María Otilia, en el Museo Casa de Hernández. La segunda exposición fue junto a Roxana Lamper, en la Biblioteca Provincial. Y mientras se organizaba la tercera exposición, llegó la pandemia. “El año pasado no logramos hacer nada”, expresó Julia, mientras toma un sorbo del té con canela y cascaritas de naranja que preparó Karina. Pero 2021 llega con nuevos aires y proyectos concretos para las “Tres Mujeres”.