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Tercera expedición al Alto Perú y el Pacto de los Cerrillos

Una consecuencia directa fue la declaración de la independencia de la Provincias Unidas.
Domingo, 21 de marzo de 2021 01:46

Mañana, 22 de marzo, se cumple el 205 aniversario del Pacto de los Cerrillos, rubricado por los generales Martín Miguel de Güemes y José Rondeau, el primero, gobernador de Salta y el segundo, Jefe del Ejército del Norte. Para algunos analistas, el conflicto habría comenzado a incubarse a poco que José Rondeau resolvió organizar la tercera expedición al Alto Perú, a fines de 1814. 

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Mañana, 22 de marzo, se cumple el 205 aniversario del Pacto de los Cerrillos, rubricado por los generales Martín Miguel de Güemes y José Rondeau, el primero, gobernador de Salta y el segundo, Jefe del Ejército del Norte. Para algunos analistas, el conflicto habría comenzado a incubarse a poco que José Rondeau resolvió organizar la tercera expedición al Alto Perú, a fines de 1814. 

Pero veamos cómo se desarrollaron los acontecimientos. A tres meses de que el general San Martín se hizo cargo en Tucumán, del Ejército del Norte (30/1/1814), este ya tenía una idea de cómo era el escenario de la guerra en el norte. Y así fue que el 22 de abril de 1814, le escribió reservadamente a su amigo Nicolás Rodríguez Peña: “No se felicite usted de lo que yo pueda hacer en esta (Tucumán): no haré nada y nada me gusta aquí. La Patria no hará camino por este lado del norte que no sea una guerra defensiva, y nada más; para eso bastan los valientes gauchos de Salta con dos escuadrones de buenos veteranos. Pensar en otra cosa es empeñarse en echar al pozo de Ayrón hombres y dineros”.
Es difícil imaginar que Güemes no estuviera al tanto de esta apreciación de San Martín.
Luego de que San Martín se apartó del Ejército del Norte aduciendo enfermedad, el 14 de agosto de 1814, el director supremo, Gervasio Antonio de Posadas designó en su reemplazo al brigadier José Rondeau.

El nuevo jefe, apenas arribado a Tucumán, lo primero que hizo fue dedicarse a organizar una nueva expedición al Alto Perú. Y en ese marco, una de las primeras medidas que tomó fue designar al coronel Martín Rodríguez, jefe del Estado Mayor y también, jefe de la Vanguardia, esto último en reemplazo del coronel Martín Miguel de Güemes. 

Seguro que el salteño no debe haber estado de acuerdo con estas medidas, pero fundamentalmente con expedicionar nuevamente por el cuestionado camino del Alto Perú. De todos modos, como buen profesional que era, no solo acató la decisión, sino que además, sumó al ejército, mil gauchos de la División Salta, en enero de 1815.

Las diferencias del camino 

Pero en el camino comenzaron surgir las diferencias. Una de ellas fue en El Tejar (19-2-1815), donde además de sufrir el ejército un revés a manos de los realistas, el coronel Martín Rodríguez, -reemplazante de Güemes- intentó un arreglo espurio a cambio de su libertad. Más adelante, cuando la Junta de Guerra planificaba sorprender a los realistas en Puesto del Marqués (17-4-1815), surgió otra diferencia. Fue una acalorada discusión entre Hilarión de la Quintana y Martín Güemes y, de la cual, según el coronel Lorenzo Lugones, participaron otros miembros de la Junta. De todos modos, la acción se ejecutó bajo el mando del coronel Francisco Fernández de la Cruz, resultando exitosa por la atinada intervención de Güemes y su división. Sin embargo, en el parte de guerra De la Cruz ignoró a Güemes aunque sin dejar de señalar el aporte de los gauchos. Esta omisión adrede, colmó la paciencia de Güemes y por ello decidió retirarse del ejército y regresar a Salta.

La actitud de Güemes de abandonar el ejército, fue interpretada por los historiadores de distintas maneras. Hoy por testimonios, documentos e investigaciones se puede decir que su alejamiento fue como consecuencia de una serie de hechos que se habían sumando a lo largo del camino. 
Pero lo que no se puede aceptar, es lo que dijeron militares de la época y que repitieron ciertos historiadores: que el retiro de Güemes fue por una cuestión de vanidad. En realidad, la omisión adrede de De la Cruz, al redactar el parte de guerra de Puesto del Marqués, se debe interpretar como un acto hostil, falta de respeto y de confianza hacia un par. Y así lo entendió cabalmente Güemes. 

Por otra parte, ante esa drástica determinación, el comandante, general Rondeau, nada hizo por persuadir a Güemes. Por el contrario, palabras más, palabras menos, dijo que si quería retirarse que lo hiciera pero que dejase la División Salta. Güemes, intuyendo la suerte que correría el Ejército del Norte, rechazó la propuesta recordándole que esa división no era parte del ejército sino de la provincia de Salta. Y así fue que regresó a Salta con los mil gauchos. A su paso por Jujuy, retiró 700 fusiles, hecho que sumó otro ingrediente a la ya tensa relación.

Güemes gobernador

Ya de vuelta en Salta, Martín Güemes fue electo gobernador en mayo de 1815, un acontecimiento que produjo una dura resistencia por parte de un grupo de cabildantes de Jujuy, quienes además, se quejaron airadamente ante Rondeau. 

Y la reacción no se hizo esperar. Desde el Alto Perú el jefe del ejército solicitó a Buenos Aires que enviara una división para aprehender a Güemes, no solo por el tema de los fusiles sino también por usurpación del gobierno de Salta. Buenos Aires tan lerdo para ciertas diligencias, de inmediato envió dos mil hombres bien pertrechados al mando del coronel Domingo French, con la misión de cumplir la orden de Rondeau.

Por cierto, la maniobra fracasó pues Güemes interceptó su paso y cuando por fin, French pudo llegar al norte, Rondeau ya había sido derrotado en Vuelta y Media (20/10/815) y en Sipe Sipe (29/11/815).

Estas derrotas, significaron para las Provincias Unidas no solo el definitivo alejamiento del Alto Perú, sino también, pérdida de vidas, de recursos económicos, de armamentos y de casi la totalidad de la logística, sin contar los prisioneros. De un ejército de más de 4 mil hombres, solo regresaron unos 1.500, casi despojados de sus pertrechos, hambrientos y lo peor de todo, desmoralizados. Fue la derrota más categórica que sufrió el Ejército del Norte luego del desastre de Huaqui en 1811. Su retroceso fue una de los más penosos que se recuerde en la Guerra de la Independencia. Sin embargo, José Rondeau a su arribo a Jujuy, fue influenciado por “los mal avenidos con Güemes”, al decir de Bartolomé Mitre. Desde San Salvador renovó su hostilidad hacia el gobernador de Salta, pese a que desde Sipe Sipe, había recibido apoyo permanente de Salta.

La iracundia de Rondeau

Desde Jujuy, ya nada pudo calmar la iracundia de Rondeau quien reiteradamente envió mensajes al gobernador de Salta exigiéndole su rendición, que abandone la gobernación pues lo consideraba un usurpador. Y a tanto llegó su malestar que, a principios de marzo de 1816, resolvió marchar a Salta para aprender a Güemes quien no dejó, en ningún momento, de buscar un arreglo pacífico al conflicto.

Pero nada ni nadie pudo detener a Rondeau quien llegó a Salta el 15 de marzo, en tanto Güemes se retiraba a Los Cerrillos. Tres días después, y luego que enviar varios emisarios con el fin de doblegar al gobernador, el Ejército del Norte marchó a Cerrillos y acampó en la Hacienda San Miguel (INTA) exigiendo desde allí la rendición lisa y llana de Güemes.

Finalmente, viéndose Rondeau sin caballada, sin el ganado aportado por los jujeños, sin agua y con la tropa hambrienta, enferma y desmoralizada, resolvió aceptar la paz con Güemes. Tres personalidades hicieron un importante aporte: los hermanos Apolinario y José Gabriel de Figueroa y la hermana del gobernador, doña Macacha Güemes de Tejadas.

La paz, se firmó el 22 de marzo de 1816 en los campos de Los Cerrillos. Luego de la reconciliación, el Ejército del Norte se retiró a Jujuy donde Rondeau lanzó una proclama conciliadora. Posteriormente se encaminó rumbo a Tucumán, asiento natural del Ejército del Norte, pero al llegar al límite, el Congreso de Tucumán, le ordenó que allí detuviera su marcha y esperara su relevo, orden que acató.

Las consecuencias del fracaso militar

El Pacto de los Cerrillos tuvo importantes consecuencias. La primera de ellas fue que creó un clima de seguridad y confianza para que el Congreso de Tucumán pudiese continuar sesionando y declarar el 9 de julio de 1816 la Independencia de la Provincias Unidas. Algunos historiadores cuestionan este tema pero se sabe que la Junta de Guerra del Ejército del Norte, aconsejaba a José Rondeau, antes de Cerrillos, resistir su reemplazo, tanto como Director Supremo, como Comandante en Jefe, luego de haber sufrido las derrotas en el Alto Perú. De allí, el recelo que el Congreso tenía para con José Rondeau, cuando se aproxima a Tucumán.

  José Rondeau

La segunda consecuencia de la reconciliación de Cerrillos, es que Martín Güemes deja de ser considerado por las autoridades nacionales, un usurpador del gobierno de Salta, tal como sostenían ciertos vecinos de aquí y de Jujuy. A partir de entonces fue reconocido como un legítimo mandatario.

Una tercera consecuencia, es que a partir del 22 de marzo de 1816, el curso de la guerra sufrió un cambio fundamental. Desde entonces, el Ejercito del Norte quedó en su asiento natural de Tucumán como reserva para la guerra defensiva, tal como la había planteado San Martín. Y esa responsabilidad quedó a cargo exclusivamente de Martín Güemes con sus divisiones de Salta, Jujuy, Orán y Tarija.

Una cuarta consecuencia que aquí podemos consignar, es que los grandes recursos económicos que el gobierno nacional destinaba para afrontar los gastos de guerra del Ejército del Norte, comenzaron a tener otro destino, el Ejército de los Andes. Se cumplía así, con otro planteo del general San Martín, cuando en la carta a Rodríguez Peña dice: “Pensar en otra cosa (expedicionar por el Alto Perú) es empeñarse en echar al pozo de Ayrón hombres y dineros”. El pozo de Ayrón no era otra cosa que las fracasadas incursiones por el Alto Perú.

El Pacto de los Cerrillos explica la alegría de San Martín cuando cuenta al diputado del Congreso de Tucumán, don Godoy Cruz: “Más que mil batallas, he celebrado la reconciliación de Güemes y Rondeau”. 
 

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