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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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Pasó de vender pizzas por el barrio a generar trabajo para dos personas más

En el Día del Trabajador, la historia del joven pizzero que comenzó con su emprendimiento en zona sur vendiendo casa por casa, hace algo más de un año. Una historia con final abierto.
Sabado, 01 de mayo de 2021 08:56

Luis Alberto Gutiérrez Lozano es un joven de 26 años que comenzó en enero del fatídico 2020 con el emprendimiento propio de vender las mejores pizzas precocidas de la zona sur de la ciudad de Salta.
En el barrio Intersindical lo conocen a Luis Alberto como “El Negrito”.
Las pizzas del Negrito ahora se venden por encargo o hay que ir hasta su casa temprano para poder comprarlas. Pero el andar fue duro y lo bueno es que la historia tiene un final abierto. Su juventud hace que el porvenir sea augurioso.
En el 2012 el Negrito Gutiérrez comenzó a trabajar en una pizzería de la zona; era muy chico. Era ayudante de cocina de un gran maestro pizzero. Aprendió viendo y ayudando a amasar, esa es su especialidad ahora y asegura que es el secreto de una buena pizza está en la masa.
“A mí me gustan chatitas, pero cada uno tiene su gusto. Sin embargo esa es la forma, en la masa está el secreto”, dijo en un apartado de la charla.
Luego se fue a la cocina de un karting ubicado en la playa de estacionamiento de un hipermercado también de la zona sur. Allí ya comenzó aplicar todos sus conocimientos aprendidos en la pizzería, pero sentía que seguía trabajando para alguien más.
El otro trabajo que tuvo fue en una sandwichería también del barrio. Un carro de esos que venden lomitos, milanesas y hamburguesas, entre otros manjares.

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Luis Alberto Gutiérrez Lozano es un joven de 26 años que comenzó en enero del fatídico 2020 con el emprendimiento propio de vender las mejores pizzas precocidas de la zona sur de la ciudad de Salta.
En el barrio Intersindical lo conocen a Luis Alberto como “El Negrito”.
Las pizzas del Negrito ahora se venden por encargo o hay que ir hasta su casa temprano para poder comprarlas. Pero el andar fue duro y lo bueno es que la historia tiene un final abierto. Su juventud hace que el porvenir sea augurioso.
En el 2012 el Negrito Gutiérrez comenzó a trabajar en una pizzería de la zona; era muy chico. Era ayudante de cocina de un gran maestro pizzero. Aprendió viendo y ayudando a amasar, esa es su especialidad ahora y asegura que es el secreto de una buena pizza está en la masa.
“A mí me gustan chatitas, pero cada uno tiene su gusto. Sin embargo esa es la forma, en la masa está el secreto”, dijo en un apartado de la charla.
Luego se fue a la cocina de un karting ubicado en la playa de estacionamiento de un hipermercado también de la zona sur. Allí ya comenzó aplicar todos sus conocimientos aprendidos en la pizzería, pero sentía que seguía trabajando para alguien más.
El otro trabajo que tuvo fue en una sandwichería también del barrio. Un carro de esos que venden lomitos, milanesas y hamburguesas, entre otros manjares.

Cuando entró allí también fue como ayudante, luego pasó a planchero y de vez en cuando atendía la caja.

 

La pizzería sin nombre


El año pasado decidió trabajar para él mismo y decidió abrir la pizzería sin nombre.
“No tuve tiempo ni ganas de ponerme a pensar en un nombre aunque muchos la llaman como un nombre que tiene una pizzería que sale en Peter Capusotto y sus Videos”, dijo el Negrito pícaro.
El chango amasa la masa en la cocina de su casa y tiene el talento especial de que le salgan las pizzas como si fueran que están hechas especialemente para cada uno. Empezó quizás como una aventura porque hay que decir también que el protagonista de esta odisea emprendedora es peluquero.
“Iba a la sandwichería, cortaba el pelo a domicilio y en eso me animé a armar pizzas precocidas para vender. El concepto es vender un producto que sea fácil para la familia. Se calienta un horno en 10 minutos y se tiene la comida lista”, explicó.
En los primeros tiempos de la pizzería sin nombre hacían 10 pizzas cada dos días y salía a vender tocando las puertas de vecinos y amigos del barrio. Un pequeño cartel anunciaba la venta en la vereda de su casa. En esos momento sólo le compraban los familiares y los compañeros de la madre.
Con la llegada de la pandemia, con su cuarentena estricta, las ventas aumentaron. De pronto el encierro dio pie a que se compre más comida lista para el horno y el hombre comenzó a ver que su negocio se agrandaba en todos los sentidos. Dejó la sandwichería y la peluquería.
De las 10 pizzas cada dos días que vendía comenzó a preparar 20 pizzas por día. Hoy tiene días que supera esa marca y amasa más de 4 kilos de harina por día.
“Yo no me considero un maestro pizzero, pero sé como se trabaja la masa. Hay que ponerle mucho tiempo y amor”, dijo. Y el Negrito comienza a amasar sus más de 4 kilos de masa a las 15, todos los días, y termina de hacer las pizzas a las 20. El domingo es su día de descanso.

 

El dato. La pizzería sin nombre funciona de lunes a sábado, mejor por la tarde-noche, en calle Río Negro 3026, del barrio Intersindical. Se recomienda hacer pedidos llamando al Negrito al 0387 155673178 por la gran demanda de pizzas que tiene.

 

Es un trabajo duro y la cantidad es grande, aunque desde hace algo más de dos meses tiene la ayuda de su compañera Agustina. La que lo ayuda mucho también es su MamaBertha. “Yo lo sigo en todo el proceso. Vi que empezó haciendo la masa en la cocina de casa, después se compró horno pizzero, y eso es importante porque veo cómo va progresando”, dijo con babero la madre del muchacho.
“El trabajo de ir a buscar los ingredientes y condimentos no es tan grave; lo hago por las mañanas. Ya sé en dónde buscar porque siempre estuve en el rubro. Yo compro todo en el Cofruthos y salgo varias veces a la semana por lo que aseguro que es todo fresco”, aseguró. 
Tiene una gran cartera de clientes ahora por lo que la salida de pizzas es constante. 
Como siempre en los barrios populares, la cuestión es pararse a mirar las calles y encontrar la originalidad de los que se la rebuscan en el día a día. Desde hace un tiempo dos changos vecinos, viendo la aceptación de las pizzas “sin nombre”, le propusieron retirarle algunas pizzas y volver luego con el dinero. Lo que hacen estos muchachos es buscar clientes, levantar pedidos y agregarle un margen al valor para que el trabajo rinda su ganancia. 
Es decir: paso de vender pizzas por el barrio a promover el trabajo para dos amigos más. Ahora vienen desde otros barrios de la zona sur a comprarles. Hay que reservar si uno se quiere asegurar.
“Yo sé hacer toda la variedad de pizzas, pero ahora hago solo cuatro que son: común, especial, calabreza y fugazzeta. Algunas veces por encargo puedo llegar a hacer napolitana o de lo que se quiera. Pero la idea de hacer pocas variedades es por lo que ya dije: vender todo fresco. Prefiero tener pocas opciones, pero buenas”, dijo Luis Alberto.

 

 

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