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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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“Llegó la hora de patear el tablero de la izquierda con nuevas experiencias”

La dirigente del partido Nuevo Más estuvo en Salta para presentar la alianza con la facción que quedó en el Partido Obrero local.
Miércoles, 26 de mayo de 2021 08:55

La visita a Salta de Manuela Castañeira no fue casual. Coincidió con el proceso de ruptura del Partido Obrero local, en el que, tras una fuerte interna, fueron expulsados dirigentes históricos de la agrupación. 
Castañeira es una de las protagonistas a nivel nacional de un proceso de renovación de la izquierda. Fue la única mujer precandidata a presidente en las elecciones de 2019, con su partido Nuevo Más.
Antes de que se decida la postergación de las elecciones provinciales, el miércoles pasado estuvo en la capital salteña para presentar la alianza del Nuevo Más con lo que quedó del PO. 

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La visita a Salta de Manuela Castañeira no fue casual. Coincidió con el proceso de ruptura del Partido Obrero local, en el que, tras una fuerte interna, fueron expulsados dirigentes históricos de la agrupación. 
Castañeira es una de las protagonistas a nivel nacional de un proceso de renovación de la izquierda. Fue la única mujer precandidata a presidente en las elecciones de 2019, con su partido Nuevo Más.
Antes de que se decida la postergación de las elecciones provinciales, el miércoles pasado estuvo en la capital salteña para presentar la alianza del Nuevo Más con lo que quedó del PO. 

¿Por qué un frente con la nueva tendencia del PO?
Nos interesa esta alianza porque creemos que nos tenemos que fortalecer a nivel nacional. Tenemos la perspectiva de la renovación de la izquierda, construir nuevas alternativas, que potencien las experiencias, las voces de aquellos que suelen estar silenciados, que son los trabajadores y trabajadoras, las mujeres, las personas del colectivo LGBT y la juventud. Eso es parte de lo que queremos expresar con esta alianza.

Si bien es una discusión si se quiere local, se produjo una fuerte división dentro del Partido Obrero salteño, entre lo que sería un grupo de largos años de militancia en la provincia y otro que vendría a ser la renovación, usando tus palabras, ¿cuál es tu percepción sobre ese conflicto?
En primer lugar, el conflicto entre los compañeros del Partido Obrero y la nueva tendencia son asuntos de ellos y me parece que es mejor preguntarles a ellos y no que yo opine. Sí te podría decir una cuestión, me parece que muchas veces los debates que hay en el seno de la izquierda son utilizados por las fuerzas conservadoras para desprestigiarla, porque es la que está en las luchas, en los conflictos de abajo y en los procesos de la sociedad que se quieren silenciar. A aquellos que hacemos esas experiencias, en general, se busca un desprestigio. Y después en la izquierda hay discusiones como las hay en todos lados, yo veo el oficialismo en la provincia que van en mil listas, así que la verdad que no sé de qué se espanta la gente. Me parece que el problema lo tienen las fuerzas conservadoras, que son los mismos de siempre, que se perpetúan en el poder para que las desigualdades sigan exactamente iguales.

En las elecciones legislativas de 2013, la izquierda en Salta, representada por PO, realizó una elección histórica y arrasó en la capital provincial. En ese momento las condiciones socioeconómicas eran similares a las actuales, incluso mejores, y rondaba en el aire un repudio a la clase dirigente, que se canalizó con el voto a un partido no identificado con la crisis. Ahora, quizás, en los próximos comicios el escenario sea parecido, pero hay una izquierda dividida. ¿Será todo esto una oportunidad perdida?
Te puedo hablar de la experiencia de la izquierda más general. La izquierda viene haciendo una experiencia en nuestro país de fortalecimiento descomunal, que es fundamentalmente social. Por ejemplo, en mi caso mi militancia viene desde el movimiento de mujeres. Nosotros venimos de la marea verde, de conquistar la legalización del aborto, de hacer vigilias de un millón de personas. Obvio, fue una cuestión social general, pero estuvimos militando muchísimo. Allí donde hay una lucha contra un despido o por precariedad laboral, ves a la izquierda. En las movilizaciones contra el gatillo fácil, por los Derechos Humanos, ves a la izquierda. Vas al movimiento estudiantil peleando por la educación pública y la docencia, ves a la izquierda. Somos una fuerza que se está metiendo desde abajo en el seno de la sociedad y nos fortalecemos en esa experiencia. Es un país que tiene mucha tradición de lucha, que no disputa solo la política en el terreno de las instituciones. La política en la Argentina es plaza y palacio. Son instituciones y las calles. Ahí estamos nosotros metidos y me parece que ese fortalecimiento es lo que nos tiene que ordenar. La experiencia que venimos haciendo es junto a los trabajadores, vinculada a la sociedad. Después en términos de lo electoral, creo que hay una enseñanza de todas las rupturas y los conflictos. La izquierda en terreno electoral no puede ir más allá de la experiencia que hagan los trabajadores y trabajadoras, el movimiento de mujeres, personas del LGBT y la juventud. Nosotros no podemos substituir ni ir más allá de eso que esté pasando. Y para ser más específica sobre tu pregunta, hay mucho espacio por delante para nosotros y mucha necesidad de renovación. Llegó la hora de patear el tablero de la izquierda para construir experiencias distintas y con caras nuevas que reflejen esas experiencias que la sociedad hace.

¿Cómo ves lo que pasa en Chile, con el surgimiento de agrupaciones de izquierda que recibieron un gran apoyo electoral en las elecciones para convencionales constituyentes?
Es muy interesante la experiencia de Chile, justamente porque ahí vuelve esa relación que te decía antes de plaza y palacio. Chile viene de una rebelión popular, de un proceso de movilización profundo, contra toda la legislación y las relaciones que dejó planteada el pinochetismo. Se planteó una elección para un proceso constituyente que querían hacerla controlada y ahora se creó una crisis política porque ha tenido un resultado y una composición que no está claro para nada que los conservadores puedan controlar. Pasó la rebelión en Chile, pero también está Colombia, donde la juventud está movilizada, hay procesos mundiales de movilización. Volviendo a la Argentina, creo que tenemos la obligación de expresar esas experiencia y por eso este frente acá en Salta es importante para darle voz a todo eso que se cocina por abajo.

Volviendo a Chile, lo que se puede observar es también un hartazgo de la sociedad a la clase dirigente, parecido al “que se vayan todos” del 2001. ¿Argentina está lejos de eso?
Creo que Argentina está llena de posibilidades de eso. En Chile el proceso es muy profundo, hay un cuestionamiento a lo que dejó arrojado la dictadura, al neoliberalismo, hay un aspecto en relación al establishment político, pero también el problema de la explotación, de la precarización, los jóvenes que se tienen que endeudar para estudiar, que además acá en Argentina nos vendían a Chile como lo mejor del neoliberalismo y la sociedad se lo está sacudiendo y lo quiere enterrar. Me parece que sería muy importante un proceso constituyente en la Argentina, que sea abierto, libre y soberano, que permita discutir todo, no como ocurre en Salta que es parcial. 


¿Cuál es tu valoración sobre la gestión de Alberto Fernández?
Me parece que hay muchas palabras, pero se mantienen los intereses de los poderosos. Por ejemplo ahora con las medidas para la pandemia. Dice que le preocupa la salud, pero en realidad lo que le preocupa es la economía y la economía que le preocupa es la ganancia de los capitalistas, porque se cortó el IFE, las becas para que los jóvenes puedan estudiar, no hubo conectividad ni presupuesto para las escuelas. Con el tema del precio de la carne, me genera hartazgo escuchar a los sectores del agro decir que son unos pobrecitos cuando se llenan los bolsillos a expensas del hambre de la sociedad, pero las medidas que plantea el Gobierno son ineficaces e insuficientes...

¿Con el tema de la carne, qué solución planteás?
Hay que hacer una política de congelamiento de precios en serio y un control de las exportaciones por parte del Estado. Como se exporta lo que se come en la Argentina, se traslada a precio dólar la comida y el dólar está por las nubes y los salarios son de indigencia. El salario mínimo, vital y móvil llegará a los 30 mil pesos recién en 2022, pero la línea de pobreza ya está en 62 mil pesos. Hay una inflación del 17% en los primeros cuatro meses del año y las paritarias son una vergüenza. Para los jóvenes no nos ofrecen un futuro, porque nos ofrecen que estudiemos como podamos, que trabajemos por dos pesos, son perspectivas de precariedad absoluta. Yo no puedo hablar por toda la juventud, pero una parte importante no se siente representada ni con perspectiva de futuro.
 

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