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El logro de uno es el sueño de muchos

Sabado, 26 de junio de 2021 02:50

Para cualquiera que vive detrás de una pelota o haciendo deporte, llegar a lo máximo siempre se convierte en un objetivo. El desafío arranca desde muy chico, casi sin proponerselo, porque varios eligen hacer deportes porque les gusta y otros, muchos, lo eligen para escapar del algún vicio o un mal camino. 
En el sueño cumplido del que llega se aferran los sueños de tantos otros y otras que miran desde lejos, atentos a lo que sucede para tratar de emular acciones y llegar a cumplir lo que se han propuesto.
Por eso, lo que hacen Ramón Quiroga y Valentina Raposo son esfuerzos que deben ponerse en lo alto para que aquellos que vienen por detrás puedan darse cuenta cuál es el camino a seguir para llegar a destino. En el caso de Ramón y Valentina hablamos de llegar a los Juegos Olímpicos, la cita más importante para todos aquellos que vienen desde el amateurismo más bajo hasta convertirse en atletas de alto rendimiento. 
Para otros el final del camino será ser campeón salteño, otros optarán por un título nacional y hasta se animarán a ser campeones del mundo. En el deporte se pierde más de lo que se gana, de 10 o 20 equipos que inician un torneo solo uno sale campeón y el resto se queda con las manos vacías desde la visión resultadista. Desde las otra visión, la que valora el sacrificio, el esfuerzo, más allá del resultado, competir siempre significará crecer.
¿Qué hubiera pasado si Ramón o Valentina se rendían ante la primera piedra en el camino? La respuesta es sencilla, los Juegos Olímpicos de Tokio hubieran sido imposible. Pero de la primera derrota, del primer traspié también se aprende y mucho.
Para saber cómo ganar el Hormiga debió hacer sacrificios como dejar a su familia en Orán e irse a Mendoza para entrenar con un excampeón del mundo. Allí sumó nuevas herramientas, nuevas técnicas y continuó forjando su destino, que hoy lo tiene entre los 160 atletas argentinos con el privilegio de representar al país en la máxima cita deportiva.
Con Raposo pasó lo mismo. Viajar a concentraciones nacionales desde muy chica formaron su carácter y le dieron nuevas cualidades de juego que la llevaron a Las Leonas, uno de los seleccionados más emblemáticos del deporte argentino de los últimos años. 
Hoy, Ramón y Valentina y muchos otros como Maxi Díaz, Kevin Benavides, Daniel Díaz o Chipi Figallo, deben ser el reflejo para muchas generaciones de deportistas que crecen en toda la provincia. 

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Para cualquiera que vive detrás de una pelota o haciendo deporte, llegar a lo máximo siempre se convierte en un objetivo. El desafío arranca desde muy chico, casi sin proponerselo, porque varios eligen hacer deportes porque les gusta y otros, muchos, lo eligen para escapar del algún vicio o un mal camino. 
En el sueño cumplido del que llega se aferran los sueños de tantos otros y otras que miran desde lejos, atentos a lo que sucede para tratar de emular acciones y llegar a cumplir lo que se han propuesto.
Por eso, lo que hacen Ramón Quiroga y Valentina Raposo son esfuerzos que deben ponerse en lo alto para que aquellos que vienen por detrás puedan darse cuenta cuál es el camino a seguir para llegar a destino. En el caso de Ramón y Valentina hablamos de llegar a los Juegos Olímpicos, la cita más importante para todos aquellos que vienen desde el amateurismo más bajo hasta convertirse en atletas de alto rendimiento. 
Para otros el final del camino será ser campeón salteño, otros optarán por un título nacional y hasta se animarán a ser campeones del mundo. En el deporte se pierde más de lo que se gana, de 10 o 20 equipos que inician un torneo solo uno sale campeón y el resto se queda con las manos vacías desde la visión resultadista. Desde las otra visión, la que valora el sacrificio, el esfuerzo, más allá del resultado, competir siempre significará crecer.
¿Qué hubiera pasado si Ramón o Valentina se rendían ante la primera piedra en el camino? La respuesta es sencilla, los Juegos Olímpicos de Tokio hubieran sido imposible. Pero de la primera derrota, del primer traspié también se aprende y mucho.
Para saber cómo ganar el Hormiga debió hacer sacrificios como dejar a su familia en Orán e irse a Mendoza para entrenar con un excampeón del mundo. Allí sumó nuevas herramientas, nuevas técnicas y continuó forjando su destino, que hoy lo tiene entre los 160 atletas argentinos con el privilegio de representar al país en la máxima cita deportiva.
Con Raposo pasó lo mismo. Viajar a concentraciones nacionales desde muy chica formaron su carácter y le dieron nuevas cualidades de juego que la llevaron a Las Leonas, uno de los seleccionados más emblemáticos del deporte argentino de los últimos años. 
Hoy, Ramón y Valentina y muchos otros como Maxi Díaz, Kevin Benavides, Daniel Díaz o Chipi Figallo, deben ser el reflejo para muchas generaciones de deportistas que crecen en toda la provincia. 

 

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