¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

15°
26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Elecciones en situación límite

Lunes, 12 de julio de 2021 21:23

Con la oficialización de alianzas y la presentación de listas de candidatos ante la Justicia se lanza oficialmente la carrera electoral que concluye en noviembre. El oficialismo, que en diciembre habrá consumido la mitad del período conquistado por la fórmula Alberto Fernández - Cristina Fernández de Kirchner, aspira a transitar la segunda mitad con una situación legislativa más desahogada (de mínima: alcanzar quórum propio en la Cámara de Diputados). La oposición, de su lado, se propone al menos evitar que el Gobierno consiga ese objetivo, que el jefe del bloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri, pintó con tono ominoso: “Estamos a siete bancas de que el kirchnerismo se quede con la república”. Por encima de eso, espera aumentar homeopáticamente su representación en la Cámara alta.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Con la oficialización de alianzas y la presentación de listas de candidatos ante la Justicia se lanza oficialmente la carrera electoral que concluye en noviembre. El oficialismo, que en diciembre habrá consumido la mitad del período conquistado por la fórmula Alberto Fernández - Cristina Fernández de Kirchner, aspira a transitar la segunda mitad con una situación legislativa más desahogada (de mínima: alcanzar quórum propio en la Cámara de Diputados). La oposición, de su lado, se propone al menos evitar que el Gobierno consiga ese objetivo, que el jefe del bloque de Juntos por el Cambio, Mario Negri, pintó con tono ominoso: “Estamos a siete bancas de que el kirchnerismo se quede con la república”. Por encima de eso, espera aumentar homeopáticamente su representación en la Cámara alta.

 Las encuestas palpitan que el Frente de Todos podrá con derecho considerarse ganador, ya que conservaría la primera posición y obtendría más votos que Juntos por el Cambio, pero estiman también que la distancia entre ambas coaliciones puede ser más estrecha que la de las presidenciales de 2019, lo cual convertiría la primacía oficialista en un éxito amargo e insuficiente. Tendría por delante dos años signados por una relación de fuerzas legislativas básicamente análoga a la que hasta ahora le cerró el paso a iniciativas emblemáticas como su proyecto de reforma judicial.

Ese posible empate práctico (ni que hablar de un resultado francamente adverso al Gobierno) agravaría los síntomas de ingobernabilidad.

El paisaje de debilitamiento de la gobernabilidad se acentúa ante el hecho de que a una autoridad presidencial que se va diluyendo se suma la inviabilidad de un gobierno de la señora de Kirchner (que ella misma admitió cuando eligió a Fernández como candidato) y el anacronismo del programa que ella enarbola. 

En nuestro encuentro virtual del mes pasado, citábamos las reflexiones de Agustín Salvia -el coordinador del Observatorio de la Deuda Social de la Universidad Católica Argentina- que definía como inconducentes las políticas practicadas a partir de la crisis de principios de siglo. “Tras aquella crisis -decía Salvia- , el kirchnerismo y el macrismo asumieron que la sociedad estaba fracturada, que la matriz productiva no iba a poder absorber a los 4 ó 5 millones de personas que quedaron fuera del sistema y que la única respuesta posible era empoderarlos como consumidores vía asistencia”. Pero agregaba “ese mecanismo hoy ya llegó a su límite” y el país se encamina a tener un 40 % de pobreza estructural, perdiendo la malla de prevención de la clase media, incluyendo un 27% de trabajadores que, pese a tener ingresos formales, caen a situación de pobreza y pierden perspectivas de reinserción”.

Debilitada y devaluada la autoridad presidencial, el oficialismo avanza hacia la elección de medio término con un programa con el que, aún ganando con las improbables ventajas que desea, no podría gobernar. Un programa que, impulsado por las emergencias del conurbano bonaerense y por las urgencias electorales atadas a ese territorio, está condenado a profundizar el retroceso y está lejos de contener al conjunto de la Argentina, en especial a sus regiones y sectores más productivos, así como de ofrecer una perspectiva de futuro apoyada en las grandes posibilidades que hoy le ofrece al país el mundo que sale de la pandemia. 

La pandemia aceleró tendencias que ya estaban presentes antes de su estallido. Por ejemplo, las que mostraban una creciente diferenciación en planos sociales y culturales. Incrementó la velocidad y el alcance de la digitalización e integración del sistema productivo, estableciendo nuevos escalones de disparidad en el acceso al empleo y en los niveles de ingresos de los países y de las personas. 

Una política que se proponga modificar el progresivo empobrecimiento estructural que señalan las estadísticas no puede basarse ni en el subsidio al consumo ni en la mera generación de empleo independientemente de su productividad.

Emilio Pérsico, que además de ser secretario de Economía Social del Gobierno nacional, es uno de los líderes del Movimiento Evita, una de las columnas principales de los llamados movimientos sociales señaló que, ante las situaciones de vulnerabilidad, “lo primero que se le ocurre al Estado y a la política es: hay pobreza, inventemos subsidios. Pero no es la salida el subsidio. No resuelve el problema, porque no integra. La integración como consumidor no es tal. La integración es integración como trabajador. Es el trabajo lo que va a dignificar a la persona”.

El dato es muy significativo ya que el conurbano es un fenómeno más relevante que su papel electoral con vistas a noviembre. Ese escándalo de extralegalidad, es el nudo estratégico de las perspectivas de crecimiento y promoción social de la Argentina. 

La flagrante anormalidad de una enorme porción de la población nacional sustraída de las condiciones mínimas de una vida digna, víctima de la inacción e impotencia del Estado, requiere una política prioritaria de la Nación para el conurbano, más que una política enfrascada en el rédito electoral de ofrecer al conurbano soluciones de emergencia que sean más de lo mismo.

La lógica de los hechos impone a la Argentina asumir con decisión ese problema que tiene una importancia estratégica central, para cuya resolución el país tiene a su disposición los medios: la integración nacional y social y la integración al mundo son dos caras de una misma moneda. Aunque todavía no han madurado las condiciones políticas, el paisaje postelectoral tal vez las ponga a punto.

 

PUBLICIDAD