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Formación docente tras la pandemia

Miércoles, 19 de octubre de 2022 02:19

La etimología de la palabra pandemia remite a algo que nos afecta a todos. No se trata de un episodio local, parcial, zonal, ni de algunas sociedades. Es una situación totalizante, general y global. Sin embargo esto no quiere decir que esta afectación sea igual para todas las sociedades ni para todos los que poblamos el planeta. Países, sociedades, colectivos y sujetos en condición de vulnerabilidad, la padecen más. Así, los efectos de la COVID-19 han impactado como esquirlas en cada esfera de la vida. En los sistemas políticos, económicos, en la sociedad civil, en las instituciones y en las subjetividades, costumbres y prácticas de la vida cotidiana.

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La etimología de la palabra pandemia remite a algo que nos afecta a todos. No se trata de un episodio local, parcial, zonal, ni de algunas sociedades. Es una situación totalizante, general y global. Sin embargo esto no quiere decir que esta afectación sea igual para todas las sociedades ni para todos los que poblamos el planeta. Países, sociedades, colectivos y sujetos en condición de vulnerabilidad, la padecen más. Así, los efectos de la COVID-19 han impactado como esquirlas en cada esfera de la vida. En los sistemas políticos, económicos, en la sociedad civil, en las instituciones y en las subjetividades, costumbres y prácticas de la vida cotidiana.

El sistema educativo, las instituciones que lo conforman, los sujetos que lo habitan, los rituales, el encuentro con otros, la enseñanza y el aprendizaje dejaron de ser inesperadamente, lo que venían siendo. Así los docentes, ante la situación de emergencia, han traducido a la virtualidad las clases que no fueron pensadas de este modo, no teniendo en algunos casos, experiencia en previa.

El Estado sale al ruedo tomando medidas rápidas para prevenir, cuidar y acompañar. Tiempo y espacio, dos dimensiones clave para la vida en las instituciones educativas se vieron interpeladas. Del "cronos" al "kairos". Del tiempo cronológico y secuencial al tiempo indeterminado donde las cosas suceden. Del espacio público del aula al espacio privado del hogar. Del saber especializado de los docentes al saber vivencial de la familia. Así rápidamente hubo que pensar otros modos de hacer educación. Otras estrategias para enseñar. En esta vorágine, la tecnología se configuró como la aliada ineludible, pero también en el faro que desnudó la realidad de una sociedad dolorosamente desigual.

Pongamos en consideración la idea de "moratoria pedagógica" en ese período de tiempo incierto de la pandemia. Refiere a pensar la teoría y la práctica pedagógica de modo tal que habilite desde titubeos, idas y vueltas hasta priorizaciones, selecciones, usos y prácticas otras, que no son las habituales. No se trata de un cambio paradigmático radical. Las crisis no siempre son el mejor momento para esto. Pero sí se trata de una necesaria resignificación de las tradiciones pedagógicas y estilos de enseñanza. La historia irá marcando cuan permanentes o transitorios serán los cambios.

Quizá sea de provecho fortalecer los saberes específicos poner bajo análisis el trabajo que a diario despliegan los y las docentes y con la historia formativa y personal con la que cuentan. Ser docente hoy es un trabajo más complejo que nunca. Ser estudiante hoy también es más complejo, sobre todo para aquellos a los que a las muchas desigualdades se les ha sumado la desigualdad tecnológica.

Por eso, la virtualidad nos enfrenta con un conjunto de desafíos, entre ellos, conocer sus ventajas y posibilidades, pero también sus límites. No reemplaza a la presencialidad atávica de la educación institucionalizada. Sin embargo se va constituyendo en una herramienta de valor inestimable a la hora de plantear la enseñanza en este nuevo contexto. Sabemos que durante la cuarentena lo que se hizo no fue educación a distancia. Esta es una modalidad con fundamentos y lógicas propias. Pero sí podemos hablar de una práctica educativa mediada tecnológicamente. Tampoco podríamos afirmar que las clases que desarrollamos hayan sido clases virtuales y/o digitales. Pero sí podríamos hablar de "clases de emergencia" como las describía Inés Dussel en 2020.

Otras de las nociones que esta pandemia ha puesto de relieve, son las que aluden a lo vincular, a lo relacional, a la alteridad, a la copresencia, al cuerpo y la multiplicidad de lenguajes que la transmisión educativa pone en juego en la presencialidad. El aislamiento pasó a ser una política del cuidado y ser solidarios es mantenerse alejados de los demás. Por esto, la necesaria inclusión de un módulo que desarrollara estos contenidos desde otros campos disciplinares además del pedagógico.

La expectativa es revisar y modificar sin perder de vista lo realizado ni el capital conceptual y experiencial adquirido. Hacer de esta experiencia inédita un ejercicio tanto cognitivo, como reflexivo y también del orden de lo existencial. Construir una especie de reservorio conceptual y práctico al que las y los docentes puedan recurrir, tanto se trate de un formato solo presencial, solo virtual o mixto para organizar desde un lugar conocido y construido, lo que se viene.

En línea con lo que se viene sosteniendo, a la formación docente como espacio formativo especializado, le va a quedar un inmenso trabajo de construcciones y deconstrucciones que el ritmo de los tiempos y el contexto le irá requiriendo. Después de la emergencia, a la pedagogía y a la formación docente le han quedado un repertorio de preguntas para dilucidar lo que pasó, cómo impactó, qué de todo esto permanecerá, qué cambiará. Pero también dejó unas luces encendidas para iluminar aquello que ya no se puede dejar pasar en el escenario de la formación docente.

 

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