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Simulacros en nombre del progresismo

Viernes, 23 de diciembre de 2022 00:00

Llevo tanto tiempo escribiendo sobre y, en general, contra las mismas cosas, infructuosamente, que a veces me tienta acudir a volver a escribir pese a todo.

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Llevo tanto tiempo escribiendo sobre y, en general, contra las mismas cosas, infructuosamente, que a veces me tienta acudir a volver a escribir pese a todo.

En todas las épocas hay quienes «ponen sus butacas en la dirección de la historia", según la certera expresión de Albert Camus, y reclaman pasar por «progresistas" (dicho de una persona o de una colectividad de ideas y actitudes avanzadas) ante sus rezagados contemporáneos. Muchos son asesinos, terroristas y traidores, pero mantienen discursos de pretendida pureza emancipatoria, que han deslumbrado a muchos sobre todo a fanáticos y fundamentalistas.

Estamos hartos de oír a gente que se proclama progresista pero que jamás se ha comprometido a nada audaz y que manifiesta sus simpatías a quienes cree que mejor representan sus pretendidas convicciones.

Tener ideas radicales en la juventud es una enfermedad muy común, se disfruta de la suficiente vehemencia y cierto afán de enmendar la plana al universo. Saber poco y sentir apasionadamente es como emprender una batalla sin riesgos.

La vida es una empresa humana de principio a fin, un proceso de crecimiento orgánico, evolutivo, humano, con hallazgos repentinos y períodos de estancamiento, y también con extrañas desviaciones. Se desarrolla a partir de su pasado, pero nunca lo supera, del mismo modo en que nosotros tampoco superamos nuestra infancia.

No es optimismo auténtico el de quien espera confiado a que la realidad llegue a tener el tamaño de sus sueños. La felicidad no debe estar al fin de ningún camino: debe ir estando en el camino. No es, nunca, una cosa hecha: es intención y referencia, es conciencia y fe.

Los progresistas violentos están convencidos de que son héroes, de que su lucha estuvo justificada y fue altruista, de que imitarlos al menos en su ideología radical es lo más digno para cualquier joven.

No se debe compadrear con quienes amenazan directamente nuestros derechos y libertades, por muchas banderas caprichosas que agiten; en casos extremos, el debate puede amenazar con destruir el sistema de creencias de uno de los antagonistas, y con ello, tal vez, el sistema de creencias de la cultura en su conjunto.

Uno llega a creer que los demás se equivocan; uno llega, además, a malinterpretar a los demás, y acaso inconscientemente reacciona contra ellos para desarrollar y desplegar con éxito las propias ideas. «Todo talento", escribe Nietzsche, «debe desplegarse en la batalla".

La vida pública puede ser bastante más entretenida, sin necesidad de insultos ni amenazas. Por supuesto, es difícil estar siempre de acuerdo.

Vóteme a mí porque, si no, vienen los otros, se dice frecuentemente pues al parecer ignoran que los otros son imprescindibles y que ni vienen ni van sino que están en el sistema para quedarse e influir para que la cosa pública salga lo mejor posible.

Hay muchos casos en los que quienes se proclaman de izquierdas encarnan el matonismo criminal, la intimidación y la extorsión sin dejar de llamarse liberadores del pueblo oprimido; hay también peligrosos y nefastos de derechas. Muchos de los primeros no han podido triunfar como verdugos y ahora pretenden ganar y ocupar posiciones haciéndose las víctimas.

Hay algunos políticos con propuestas más o menos rupturistas, alimentados por un odio feroz y pueril a lo que creen como verdad.

Vivir en paz es sinónimo del cumplimiento de las leyes. La paz que reconoce la gente como tal es el cese de amenazas, crímenes y extorsiones; en cuanto a la reconciliación, no la hay mejor que ver a los malhechores castigados y aceptando la pena por sus delitos.

Se condena a las izquierdas por sus mejores intenciones incumplidas y se condena a la derecha por sus peores resultados.

Siempre hay que estar dispuesto a ofrecer alternativas legales y políticas a los aspectos más indeseables de lo establecido, pero sin pretender derribar el sistema ni prometer paraísos inéditos y sin la mínima simpatía por quienes promueven actos violentos y creen que sin quemar o destruir algo no se puede salir de reaccionario.

La vida nos obliga a enfrentarnos tanto a las anomalías como a ideologías profundamente arraigadas; y esta competencia, cuando adopta la forma de debate y juicio abierto, es esencial para su progreso. Cuando estos debates se desarrollan de manera franca y directa, es posible encontrar una solución rápida y avanzar así en consecuencia.

Muchos progresistas pecan de cierto narcisismo carismático y prometen a sus pueblos planes, programas y leyes de beneficios inefables; hay peores y hasta famosos como fue Adolf Hitler cuyas dos primeras leyes fueron para proteger a la Madre Tierra y a los animales y luego condenó y aniquiló a judíos, homosexuales, gitanos, etc. y además como era antitabaquista, inventó lo de advertir "fumar mata" lema incorporado a las cajetillas de los cigarrillos.

Hay grupos políticos que respaldaron tales falsedades como los principios libertarios de la constitución de la URSS en sus inicios o las vibrantes proclamas del ideario de la Falange Española; los pueblos han creído a pies juntillas esas normas modélicas. Muchos contenidos democráticos fueron sustituidos por exhibicionismo demagógico.

Muchos llamados progresistas forman grupos de forajidos que pretenden saquear a los ciudadanos burlándose de la legalidad, amenazan derechos y libertades, se apoyan en refritos de historia revisionista, son enemigos descarados de la Constitución y son enemigos políticos, algunos se han convertido en indudables asesinos y traidores, pero manteniendo discursos de pulcra pureza emancipatoria. Cuando son encarcelados se les llama "presos políticos"; cuando cumplen las condenas se les recibe con festejos como héroes, muchos acceden a los Parlamentos y tienen múltiples simpatizantes o cómplices que se niegan a condenarlos y se alían con ellos para formar bloques progresistas sin dejar de llamarse liberadores del pueblo oprimido.

Desde la época medieval se estudiaba la libido que se dividía en las ramas: el afán de poseer, el afán de dominar, el afán de sentir placer y el afán de castigar que pueden aplicarse a la conducción política de los pueblos para ganar su favor, principios claros no verificables y que estén de moda, razonamientos fáciles de seguir, actitudes y frases elocuentes y seductoras; decirle al Pueblo lo que más le satisface escuchar para congraciarse con la mayoría para que obedezcan mejor.

Se están registrando hechos destacables en estos últimos tiempos de la realidad que nos toca vivir en esta Argentina de hoy.

Lo que alcanzo a vislumbrar en torno a la situación de la vicepresidente, como diría un paisano es que "está perdiendo viento". Su poder de convocatoria está menguando poco a poco.

Previo a la sentencia que la condenara a seis años de prisión por la causa de Vialidad la situación era de enfrentamiento. Recordemos tan solo lo que las huestes K repetían: "Si la tocan a Cristina qué kilombo se va a armar" pretendiendo amedrentar a jueces y el resto de la sociedad.

Luego de conocida la sentencia la situación pasó a ser otra diametralmente opuesta. Desde la propia La Cámpora expresaron que no era el momento de hacer algún tipo de convocatoria o marcha. ¿Qué paso?

Además, por segunda vez se postergó, ahora para marzo, el acto del Grupo de Puebla que esperaba a diferentes políticos de países vecinos. El anuncio de Cristina de que no será candidata deja de lado el relato de la proscripción.

El ministro de Economía, sin plan alguno, salvo el suyo personal, pretende "crear" una nueva economía a contramano de la economía real.

El índice inflacionario de noviembre recientemente publicado de 4,9% ha sorprendido a propios y extraños y lo hace de dudosa credibilidad considerando otros parámetros.

No debemos olvidar que Marcos Lavagna, actual responsable del Indec y de un Censo Nacional sin respuestas, es hombre de Sergio Massa y es conocido el proyecto de este para el 2023.

¿A esto se habrá referido Alberto Fernández cuando, al cumplir su tercer año como presidente, en un acto "vaciado" por el kirchnerismo, dijo: ¡"Haré lo que sea necesario para garantizar el triunfo de nuestro espacio en el 2023"!?

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