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El Día del Padre con la silla vacía y el corazón rebosante de amor y nostalgia 

La poeta María Carla Conesa escribió “Trascender y permanecer”, su tercer poemario, en memoria de su padre, José Víctor Conesa. 
Domingo, 19 de junio de 2022 15:53

“Hoy ha sido un domingo más
entre tantos
después de tu partida.
Un domingo más,
y uno menos.
Muy temprano ha comenzado el día,
como era tu costumbre
la ceremonia de lo cotidiano,
preparar café
antes de que resplandezcan los colores del alba,
ese café que ahora apacigua los dolores,
ese café
que a veces irrumpe con su aroma
y quiebra en lágrimas.
Hoy he visitado tu casa,
querido padre mío...
todos estábamos ahí,
a veces acompañaba algún bullicio,
otras, un profundo silencio
nos habitaba la mirada
indiferente, taciturna.
¡Y es que duele tanto!
Duele no haber vivido lo vivido.
De pronto se escuchaban
las risas de tus nietos,
esas risas que te llenaron
tantas veces el alma,
esos instantes de magia
donde tu picardía también
era la de un niño”. 

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“Hoy ha sido un domingo más
entre tantos
después de tu partida.
Un domingo más,
y uno menos.
Muy temprano ha comenzado el día,
como era tu costumbre
la ceremonia de lo cotidiano,
preparar café
antes de que resplandezcan los colores del alba,
ese café que ahora apacigua los dolores,
ese café
que a veces irrumpe con su aroma
y quiebra en lágrimas.
Hoy he visitado tu casa,
querido padre mío...
todos estábamos ahí,
a veces acompañaba algún bullicio,
otras, un profundo silencio
nos habitaba la mirada
indiferente, taciturna.
¡Y es que duele tanto!
Duele no haber vivido lo vivido.
De pronto se escuchaban
las risas de tus nietos,
esas risas que te llenaron
tantas veces el alma,
esos instantes de magia
donde tu picardía también
era la de un niño”. 


Hoy, día festivo, en muchas mesas extensas y de encuentro entre generaciones habrá una silla vacía, un carácter protector y afectivo que falte y un momento para espantar las lágrimas que, como hermanas, rodarán por las mejillas. Esta es la materia de “Trascender y permanecer”, el nuevo poemario de María Carla Conesa (46) que fue escrito en memoria de su padre, José Víctor Conesa, fallecido el 17 de junio de 2020, aquel año pandémico y fatídico en muchas aristas. 
“Escribí estos poemas bajo la tribulación de un dolor desconocido, el dolor más profundo que -hasta entonces y desde mis vivencias- había experimentado. Jamás imaginé que esas horas largas y frías cobrarían vida, que tendrían alguna forma”, le contó Carla a El Tribuno, sorprendida de que su padre haya resbalado de la muerte, de la propia muerte “rutinaria” de una realidad sin poesía. Desde que el hombre tiene conciencia de sí mismo probablemente no exista un problema más contradictorio y trascendental para el hombre como la muerte. El ser humano se aferra a la vida y al pensar la muerte se siente abandonado, tal vez por ello la muerte es un tema recurrente en la poesía de todos los tiempos. 
“Existimos para morir y morimos sin dejar de existir. Es inevitable a veces no reflexionar sobre esto; sobre el sustento de este antagonismo tan humano en su raíz, en su esencia, por lo inherente a nosotros; sobre estos opuestos van conformándose nuestras vidas y también lo que será después de ellas”, reflexionó Carla. Y sucede que el desprendimiento del ser amado tal vez nos ancle como nunca en el presente, porque la muerte si algo nos roba es aquellas formas que el otro asumiría en un futuro que no alcanzaremos a adivinar, en el mismo movimiento que aquieta las aguas del pasado para que estén allí dispuestas a reflejarnos en su superficie pura. 
En palabras de Carla: “‘Trascender y permanecer’ llega a mí desde ‘el dolor primero de la muerte primera’; llega desde ‘ese desconsuelo que oprime el corazón contra el mundo’, donde todo se transfigura, ‘el antes y el ahora’, ‘lo que fue, lo que ya no será nunca’. En esa metamorfosis siendo y ya sin ser lo que fuimos, porque una parte de nosotros también ha dejado de existir, esa parte que nos hacía ser uno con el ser amado. Entonces en esa trasmutación sin ni siquiera percibirlo, crecemos, nos hacemos fuertes de tan desvalidos y ante tanto sufrimiento un día nos redimimos, cuando aceptamos, cuando reconocemos que el amor es transformación, que no se extingue la presencia del ser amado en su ausencia. Comprendemos que ciertamente, la existencia de uno se sustenta en la presencia del ser amado, pero tampoco puede uno perecer en su totalidad ante su ausencia”.
La muerte de su padre dijo Carla que la golpea dos veces en esta fecha comercial, cuyos preparativos se van delineando desde una quincena antes. 
“El domingo pasado, justamente, reunión familiar, ya comenzaban a escucharse las voces, los planes, qué almorzamos, qué hacemos, qué regalamos... Lo cual me parece perfecto, es lo mejor que podemos hacer mientras tenemos a nuestros padres vivos, nada mejor que disfrutar el tiempo con ellos. Pero de pronto me perdí en mi mundo, en mis pensamientos. Y pensé en nosotros, los que ya no festejamos. Los que nos quedamos ese día absortos, hasta un poco perdidos, refugiándonos en los recuerdos, esperando que el día pase, y termine. Pensé en mi padre... Pensé en mis abuelos, padres de otros padres... Pensé en todos aquellos padres que ya no están aquí para ser abrazados. Pensé en tantos padres que durante el 2020 se fueron, como el mío”, expresó. Y no pudo evitar, con su ojo artístico, detectar la causalidad abriéndose paso también entre la fatalidad. A José Víctor Conesa le ganaba el espíritu güemesiano y concurría a la tradicional Guardia bajo las estrellas. Tal vez allí mismo estaba, en su lecho de enfermo, pero en un homenaje tal y como lo recordaba, no en aquel encendido de un par de fogones simbólico con solo las autoridades en torno y sin público que permitió la Covid-19 durante sus últimas horas de vida. “Esa noche, 16 de junio de 2020, la guardia bajo las estrellas la hacíamos nosotras (por ella, su mamá y sus tres hermanas), esperando un milagro, que por algún designio superior no fue realizado. Entonces imaginé que ahora puedo -por qué no- brindarles a ellos un homenaje... a ellos, nuestras estrellas brillando en el cielo”, definió Carla.
La fecha tentativa para la presentación de “Trascender y permanecer” es el 16 de julio próximo. “Cuando entré por primera vez a esta redacción tengo claro, nítido, el recuerdo, era julio de 2001, me acompañaba mi padre, yo lo veía sentado esperándome, y grabé -hoy entiendo el porqué- esa imagen. Pasados 21 años nuevamente estaré allí, y sé que de cierta manera estoy con él.
Aquella vez presentaba mi primer libro ‘Armonía Crepuscular’”, concluyó Carla.

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