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Perón y el peronismo

Viernes, 01 de julio de 2022 00:00

Hoy, hace 48 años, moría Juan Domingo Perón, a los 78 años, y en el ejercicio de su tercer mandato presidencial. Mucho antes de ese día, ya había pasado a la historia como uno de los grandes protagonistas políticos en dos siglos de independencia.

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Hoy, hace 48 años, moría Juan Domingo Perón, a los 78 años, y en el ejercicio de su tercer mandato presidencial. Mucho antes de ese día, ya había pasado a la historia como uno de los grandes protagonistas políticos en dos siglos de independencia.

Pero su figura sigue siendo controversial, como ocurre habitualmente con los líderes carismáticos, que terminan convirtiéndose en mito. El maniqueísmo suele ser enemigo de la historia, porque aparta al personaje de su contexto histórico, ya sea para divinizarlo o satanizarlo.

Perón llegó a la presidencia casi por aclamación. No por una aclamación unánime sino porque su gestión como secretario de Trabajo del gobierno militar mostró en él una sensibilidad social de la que hoy carecen, en general, los políticos. Comunicarse con el mundo a través de celulares, encuestas, redes sociales o tertulias de salón no permite percibir las demandas perentorias. Por eso, porque conocía el mundo de su tiempo y la realidad social del país convirtió al trabajo en el valor central de su proyecto; hizo de los trabajadores el sujeto de la transformación social que proponía y de la CGT la organización que vencería al tiempo.

Es claro que su visión de la sociedad y del Estado no era la de la democracia liberal, sino que se apoyaba en la Encíclica Rerum Novarum y en el modelo de líder carismático y autoritario; en una posguerra en la que los fascismos habían sido derrotados y Estados Unidos centraba sus esfuerzos en sostener y repotenciar a Europa, Perón tomó distancia, buscó el acercamiento con los países que quedaban afuera, rechazó drásticamente al comunismo y buscó una vía que se resumía en el ideal de la "Patria libre, justa y soberana".

Una opción que, a la distancia, puede ser analizada desde muchos perfiles, pero que imprimió una dinámica social extraordinaria; un reconocimiento de derechos para los sectores de menores ingresos que, a la larga y en las décadas siguientes, terminó desbordando a la capacidad productiva y la competitividad económica del país.

¿Un autoritario? Probablemente. Fue presidente en el "patio trasero", durante el reordenamiento internacional de posguerra con epicentro en Europa. Un hombre que vivió en una cultura autoritaria; no fue un mito.

El uso intencionado de las frases puede desvirtuar su sentido. Eva Duarte pronunció un principio ético y direccional: "Detrás de cada necesidad hay un derecho". Es muy genérico, pero necesita definir a qué tipo de necesidad se refiere y cuál es el rol del Estado para satisfacerla. El acceso al agua potable, a la seguridad, a un sistema sanitario de calidad y a la alimentación básica son deberes de cada gobierno. Pero, frente a esa frase, hay una definición complementaria de Perón: "Cada argentino debe producir al menos lo que consume". Porque el derecho supone una obligación.

El peronismo amplió la oferta educativa a los sectores populares, pero sin promoción automática. La columna vertebral de su proyecto fueron los trabajadores y su recuerdo perenne a través de generaciones se debió al agradecimiento de esos sectores.

También es cierto que las estrategias estatistas en materia de economía, la idea de "vivir con lo nuestro" y la regulación extrema de los mercados en las actividades privadas eficientes, como era el campo, fueron fracasos que se acumularon ya en su primera etapa. Y que engendraron odios mutuos.

Perón fue elegido presidente en una etapa de poca transparencia y una creciente cultura del facto. El golpe de Estado de 1930 instauró al "partido militar" y abrió la Caja de Pandora, la violencia como instrumento político. Esa fue la levadura que estalló a partir de 1969.

Juan Domingo Perón murió el 1 de julio de 1974. El peronismo, ya debilitado por el exilio, pasó a ser una caricatura. Ni la CGT, ni mucho menos las "organizaciones de los trabajadores desocupados", desempeñan un rol vertebrador ni contribuyen a la mejora del trabajo ni la calidad de vida. Y los políticos que aún se abrigan en el recuerdo del líder carecen de esos dos perfiles esenciales de la personalidad política del general: conocimiento de la realidad mundial y percepción de las necesidades de la sociedad argentina.

 

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