La atribulada y decadente República Argentina atraviesa un proceso destructivo en muchos de los aspectos concernientes a la inserción del país en el contexto internacional económico.
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La atribulada y decadente República Argentina atraviesa un proceso destructivo en muchos de los aspectos concernientes a la inserción del país en el contexto internacional económico.
En el Mercosur, la rotunda negativa del presidente Lacalle Pou para firmar la declaración conjunta de la reciente reunión en la que el Paraguay entregaba la presidencia pro tempore a Uruguay se debió a diferencias sobre la modernización del bloque sobre la flexibilización para las negociaciones bilaterales, como las que el país oriental conduce actualmente con China.
El único logro durante la conducción paraguaya fue la aceptación de la Argentina para disminuir el arancel externo común del 34% al 10%, una medida estratégica que venía siendo solicitada desde hace tiempo por Brasil.
A nivel global, no se logran acuerdos básicos acerca de como puede responder el bloque a la crisis de alimentos y energía provocada por la invasión rusa a Ucrania. Esa demanda excepcional de productos incluidos en su potencial real existente podría beneficiar al Mercosur, pero prevaleció la insistencia de Uruguay de consolidar su acuerdo bilateral comercial con China. La reunión pasó por alto la propuesta de la Argentina sobre un posible inicio de explotación conjunta de la energía y de la producción de granos y oleaginosas. Fue una cumbre paupérrima, donde asoma un virtual peligro de escisión del Mercosur. Uruguay, el más pequeño de los socios, persiste en sus acuerdos con China, que lo enfrentan con Paraguay, Brasil y Argentina.
Claro, también se evidencia la formidable incapacidad negociadora de sus cancilleres. Ante los indicios de este divorcio público entre los países signatarios, las demás naciones invitadas, Chile y Bolivia, se vieron obligadas a suspender la participación de sus presidentes.
Así, la insistencia de Uruguay en su bilateralidad con China se complica enormemente por la impresionante presión de dicho gigante, para insertarse en el aprovechamiento de los recursos alimentarios y energéticos del Mercosur, con su característica política invasiva y dominante. Uruguay intentó invitar al resto del bloque, "a compartir los beneficios de la comercialización conjunta posible", acorde con la voracidad del gigante asiático, sin respuesta positiva.
China es una amenaza. El Mercosur se verá obligado a aplicar una inteligencia cuidadosa, a fin de asegurarse que los acuerdos comerciales con China no vengan seguidos de la conducta invasiva y dominante que el Gran Dragón impone en sus negociaciones con los diferentes bloques internacionales en el planeta. En el Norte Grande argentino, con el gigantesco avance inversionista de la empresa china Ganfeng, para la disponibilidad de miles de hectáreas para el desarrollo de los proyectos de litio en Pozuelo - Pastos Grandes, adquirida a Pluspetrol Litica Resources en Salta, más otro proyecto, Cauchari - Olaroz, en Jujuy, con la Minera Exar y la canadiense Lithium Americas, dentro del emprendimiento Mariana en Salta, la política debe actuar con la prudencia que exige la defensa de la totalidad de los intereses regionales. La misma atención requieren otros posicionamientos para litio con Zangge Mining Investment, motorizando el proyecto Laguna Verde en Catamarca, más otro de Zijin Mining, también en Catamarca, para el proyecto Tres Quebradas en Fiambalá, lo que se completara en junio 2022 con la propuesta de la empresa Gotion Hygh Tech para la instalación de autobuses eléctricos, y otra de celdas y baterías de litio para la industria automotriz.
El Mercosur y sus países integrantes están obligados negociar con el máximo equilibrio y astucia el aprovechamiento de sus recursos alimentarios y energéticos, pero sin dejar de mantener un balance equidistante y necesario en las estrategias de negociación, posibilitando el mantenimiento vigoroso del marco del Bloque Mercosur, y la institucionalidad político económica de cada país integrante. Así, las cancillerías y los parlamentos se verán obligados a extremar los recursos diplomáticos y comerciales dentro de los intereses mutuos de las partes intervinientes.