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El nuevo nacionalismo chino

Martes, 16 de agosto de 2022 02:21

China es cada vez menos comunista y más nacionalista. Uno de los máximos teóricos de ese nuevo nacionalismo es Eric Li, un consultor de empresas educado en Occidente que cumple un rol relevante en el aparato propagandístico gubernamental. En Estados Unidos, Li es miembro de instituciones como el Instituto Aspen y el Fondo Carnegie para la Paz Internacional pero postula un nacionalismo antiliberal que enarbola la superioridad del sistema político chino sobre las democracias occidentales. Esa plataforma ideológica parece destinada a signar el futuro del Partido Comunista Chino.

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China es cada vez menos comunista y más nacionalista. Uno de los máximos teóricos de ese nuevo nacionalismo es Eric Li, un consultor de empresas educado en Occidente que cumple un rol relevante en el aparato propagandístico gubernamental. En Estados Unidos, Li es miembro de instituciones como el Instituto Aspen y el Fondo Carnegie para la Paz Internacional pero postula un nacionalismo antiliberal que enarbola la superioridad del sistema político chino sobre las democracias occidentales. Esa plataforma ideológica parece destinada a signar el futuro del Partido Comunista Chino.

El nacionalismo antiliberal es proclamado hoy con más entusiasmo que el mensaje comunista. Por sus vínculos con Occidente, Li es una personalidad destacada en esa tarea. Graduado en las universidades californianas de Berkeley y Stanford, esa educación le brinda la posibilidad de defender las opiniones nacionalistas fuera de China. Colabora en varias publicaciones de lengua inglesa, entre ellas The New York Times y The Economist. En una célebre charla Ted de 2013, hizo una provocativa defensa del sistema de partido único en China.

Li fue criado en Shangai y está orgulloso de tener sus raíces en la ciudad que surgió como un centro de sofisticación occidental en las primeras décadas del siglo XX pero también fue el lugar de nacimiento del Partido Comunista Chino en 1921. Cuando se mudó a Estados Unidos para asistir a la universidad en la década del 80, se convirtió, según su testimonio, en un "hippie de Berkeley". Pero ese período de contracultura fue breve. En 1992, trabajó en la campaña electoral de Ross Perot, un empresario adalid de la libre empresa. Al regresar a China. Li ayudó a lanzar Chengwei Capital, un fondo de riesgo y empezó a una exitosa carrera en el mundo empresario.

El Financial Times comparó a Li con Steve Bannon, uno de los principales ideólogos de Donald Trump. En un artículo publicado en Foreign Affairs en diciembre de 2016, Li elogió la cruzada de Donald Trump contra las "elites globales". Desde su perspectiva, la "autocracia" puede ser vista como una forma de "democracia". En un artículo en The Economist, señaló que la democracia debe medirse "no por los procedimientos sino por los resultados". Ese axioma parece diseñado a la medida de un régimen político que en cuatro décadas multiplicó por veinte el producto bruto interno y sacó de la pobreza a más de 800 millones de personas.

Un fenómeno en ascenso

Desde la asunción de Xi Jinping en 2013, el gobierno fomenta el orgullo nacional. Xi presiona también a los propagandistas del régimen para que publiquen y difundan sus ideas en el exterior. En esa estrategia, Li es muy valorado: un capitalista egresado de universidades occidentales como rostro del nuevo nacionalismo chino. Su ascenso está inscripto en un esfuerzo para convertir al nacionalismo en una "ideología de Estado".

Este proceso tuvo su inicio en 2008, en coincidencia con la crisis del sistema financiero internacional. Ese año, los preparativos de los Juegos Olímpicos de Beijing, concebidos por el Partido Comunista como un evento orientado a promover la imagen de China en el exterior, fueron perturbados en distintas capitales europeas por manifestaciones contra la represión en el Tíbet. En China esos episodios provocaron la indignación de sectores juveniles que consideraron que esas protestas y la cobertura favorable de los medios occidentales era parte de una campaña antichina. Esa juventud nacionalista tomó el nombre de Fen Qing, "Juventud Enojada".

El fenómeno fue en continuo ascenso pero hubo circunstancias en que esas energías nacionalistas salieron de control. En 2012, China y Japón entraron en disputa por la soberanía de las islas Diaoyu (en japonés Senkaku). En decenas de ciudades chinas los manifestantes arrojaron huevos y botellas de agua contra la embajada japonesa, tiendas y automóviles japoneses. Para frenar los disturbios, las autoridades abogaron por un "patriotismo racional".

Ese mismo año Li fundó Guancha ("Observar"), una publicación sobre asuntos internacionales que con el tiempo se convirtió en un importante medio de comunicación. Sus video columnas son muy populares entre los jóvenes. El sitio tiene más de 18 millones de seguidores. Guancha se define como "un sitio web de noticias políticas que toca las fibras del corazón de la gente joven". La publicación difunde abundante material de propaganda del Partido Comunista.

El lanzamiento de Guancha reflejó un cambio en el nacionalismo chino. Los aguerridos militantes de la Juventud Enojada fueron reemplazados por los Xiao Feng Hong (los "Rosaditos"), en alusión al color rojo, asociado al régimen. Los "Rosaditos" están muy presentes en la internet china, donde la indignación espontánea de la Juventud Enojada cedió lugar a una propaganda nacionalista más adaptada a las prioridades de la política exterior de Beijing.

La re -re de Xi Jinping

Li y otros académicos crearon el Instituto Chunqiu de Estudios Estratégicos y de Desarrollo de Shangai. El más inquietante es Hu Angang, quien dirige un "think tank" en la Universidad de Tsinghua y sugiere que para erigirse en "un nuevo tipo de superpotencia" China tiene que crear una sociedad monocultural de una "raza estatal".

 Además, postula la homogeneización étnica y justifica los “campos de reeducación” para los separatistas musulmanes en la provincia de Xinjiang. En los últimos tiempos, Li modificó algunas de sus ideas originarias en función de las necesidades políticas del Partido Comunista. En aquella charla TED de 2013 elogiaba la limitación de los mandatos para la mayoría de los cargos políticos impuesta por Deng Xiao ping, pero cuando en 2018 Xi Jinping eliminó los límites para el mandato presidencial para poder acceder a un tercer mandato al frente del gobierno, Li lo caracterizó como un “emperador bueno”.
En un artículo en Foreing Affairs, Li sostuvo entonces que China “desafiará el sentido común convencional en Occidente sobre la evolución política y la marcha inevitable hacia la democracia electoral”. Los críticos de China “equiparan erróneamente liberalismo con democracia”. Denunció que el liberalismo es una ideología opresiva promovida por las elites globales, mientras que líderes fuertes como Narendra Modi y Vladimir Putin buscan “reafirmar los poderes nacionales contra un orden universal de gran alcance”. En mayo de 2020, cuando la pandemia se expandía por el mundo y gran parte de China salía de un brutal confinamiento, Li publicó una nota en Foreign Policy en la que sostuvo que la respuesta a la crisis sanitaria ofrecía nuevas pruebas de que el sistema de partido único en China no sólo es superior sino también más popular que los gobiernos elegidos democráticamente. “Solo un alto grado de confianza de la gente en la experiencia y la capacidad de sus instituciones políticas para protegerla puede dar como resultado semejante nivel de cumplimiento”.
Las reacciones desencadenadas por la visita a Taiwán de la titular de la Cámara de Representantes estadounidense, Nancy Pelosi, potenciaron esa corriente nacionalista. Es difícil encontrar un tema que toque más intensamente la fibra del patriotismo chino que la cuestión de Taiwán. Es evidente que esa bandera será la plataforma con la que Xi Jinping buscará este año su re- reelección como secretario general del Partido Comunista y en 2023 como presidente de China.

* Vicepresidente del Instituto de Planeamiento Estratégico
 

 

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