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26 de Abril,  Salta, Centro, Argentina
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“Lo más fantástico que le puede tocar a un artista es que el tiempo no le haya pasado en vano”

Palito Ortega actuará hoy, a las 21, en el microestadio Delmi, en el marco de su gira despedida.
Viernes, 19 de agosto de 2022 01:30

Esta noche, a las 21, en el Estadio Delmi se producirá un acontecimiento sin precedentes. Palito Ortega, El Rey, quien desde hace cinco décadas ocupa un lugar privilegiado en el universo de la música popular argentina, se despedirá de Salta. Para ello, está llevando a cabo su tour con el corazón henchido de agradecimiento hacia su público. “¡Gracias por tantos años acompañándome! ¡Gracias por compartir mi música! ¡Gracias por todo el cariño! ¡Gracias por estar siempre!”, refirió el artista en el prolegómeno de su gira por el país, denominada “¡Gracias!” y que se inició a mediados de diciembre de 2021 en el Luna Park. Palito está mostrando su vigencia con un show majestuoso y superador. A esta algarabía ha respondido masivamente el público de varias generaciones en todas las ciudades que viene visitando. Ayer recién llegado a la ciudad, se presentó en el lobby del hotel céntrico donde se hospedó para conceder una nota exclusiva a este medio. De riguroso negro, con figura de muchacho y modales de caballero. La hora previa a una cena tardía podría aprovecharse para pasar y repasar páginas de una trayectoria artística increíble, pero con Palito esta charla versa sobre luchar con determinación, perder con clase y vencer con osadía. Sobre que el mundo pertenece a quien se atreve y que la vida es mucho y todo menos insignificante.

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Esta noche, a las 21, en el Estadio Delmi se producirá un acontecimiento sin precedentes. Palito Ortega, El Rey, quien desde hace cinco décadas ocupa un lugar privilegiado en el universo de la música popular argentina, se despedirá de Salta. Para ello, está llevando a cabo su tour con el corazón henchido de agradecimiento hacia su público. “¡Gracias por tantos años acompañándome! ¡Gracias por compartir mi música! ¡Gracias por todo el cariño! ¡Gracias por estar siempre!”, refirió el artista en el prolegómeno de su gira por el país, denominada “¡Gracias!” y que se inició a mediados de diciembre de 2021 en el Luna Park. Palito está mostrando su vigencia con un show majestuoso y superador. A esta algarabía ha respondido masivamente el público de varias generaciones en todas las ciudades que viene visitando. Ayer recién llegado a la ciudad, se presentó en el lobby del hotel céntrico donde se hospedó para conceder una nota exclusiva a este medio. De riguroso negro, con figura de muchacho y modales de caballero. La hora previa a una cena tardía podría aprovecharse para pasar y repasar páginas de una trayectoria artística increíble, pero con Palito esta charla versa sobre luchar con determinación, perder con clase y vencer con osadía. Sobre que el mundo pertenece a quien se atreve y que la vida es mucho y todo menos insignificante.

¿Después de cincuenta años de carrera, qué siente al salir de gira? 

Bueno, es una alegría haber llegado hasta acá, en una carrera muy intensa. Yo empecé a grabar mis primeros discos en 1962. Pertenezco una generación de aquella nueva ola argentina, de aquel Club del Clan, de un grupo de artistas, muchos de nosotros que nos fuimos de nuestras provincias a Buenos Aires. Así Leonardo Favio desde Mendoza Leo, Dan de Santiago del Estero, yo desde Tucumán nos fuimos a la capital en la búsqueda de una oportunidad de grabar un disco, de darnos a conocer. Y creo que la condición de cantautor nos favoreció con respecto al resto. Eso nos permitió llegar al cine haber hecho tantas películas, que muchas de ellas se fueron por todos los países de Latinoamérica. Después vino la posibilidad de filmar con artistas internacionales como Libertad Lamarque o yo con Luis Sandrini, Niní Marshall, que es la historia misma de la cinematografía Argentina o Latinoamericana y todo eso conformó una carrera que nos dio la posibilidad de llegar hasta aquí.

Son 50 años de muchos éxitos, de mucha permanencia y de canciones que han atravesado tantas generaciones y que hoy mismo forman parte hasta de actos escolares. ¿Ese pibito que salió de Tucumán se imaginaba en algún momento que esto le iba a ocurrir yo?

Todos los artistas trabajamos pensando en que podemos alcanzar el éxito y después se trabaja en función de la permanencia, no de ver hasta dónde podemos llegar. A mí particularmente la condición de cantautor me dio posibilidad de proyectarme un poco más allá, porque el cantautor de pronto ya no depende solamente de que él pueda hacer un éxito de una canción, sino que hay otros intérpretes que la cantan. Yo recorrí Latinoamérica varias veces y llegaba a muchos países y una canción mía era un éxito, no en mi voz, sino en la voz de los cantantes melódicos más importantes de Latinoamérica. Por los años 60, los grandes clásicos de la música melódica latinoamericana como Tito Rodríguez, Lucho Gatica, Antonio Prieto en su momento todos me grabaron canciones y eso a uno le permite esa proyección. Se puso de moda por los 60 el cantautor como Sandro, Leo Dan y Leonardo Favio. Yo viajé mucho. Hice películas en México, en España, en mi país y todo basado fundamentalmente en mis canciones, que eran producto de mi propia inspiración. 

Yo desde muy chico soñaba con que iba a ser artista, que iba a ser cantante. A los 10 o 12 años vendía periódicos en Tucumán para ganar unas monedas y recorría las colonias tratando de vender en el día 50 o 60 diarios, pero para eso tenía que caminar mucho y de un pueblo a otro yo cantaba, cantaba, cantaba. Después me gané muchas monedas también como lustrabotas y siempre tenía clientes porque mientras les lustraba los zapatos cantaba. Así es que la música fue para mí como una forma de despertarme permanentemente si bien hablaba poco y era bastante retraído pero yo con la música tenía como una devoción. Estaba todo el tiempo imitando a los locutores que escuchaba en la radio. Yo mismo me presentaba, decía: “¡Ahora canta Ramón Ortega!” Y cantaba. No había música moderna, ni nueva ola, cantaba las canciones folclóricas, los tangos que escuchaba; pero esa vocación ya estaba, se manifestaba a una edad muy temprana y estaba en mí cuando llegue a Buenos Aires. El destino o Dios me llevaron hasta la puerta de una radio, pues yo andaba por las calles vendiendo café para ganar unas monedas y ahí llegué a la puerta de una radio y cuando vi artistas, ahí me quedé, me entusiasmé con ese ambiente. Empecé a conocer músicos. Había un baterista que tocaba en la orquesta estable de la radio y yo lo ayudaba con los tambores y los fierros y ese hombre, muy generoso, me empezó a enseñar las primeras clases de batería, después vino la guitarra y se me empezaron a ocurrir cosas. Era la época del rock and roll y todos querían ser un poco Elvis Presley. Empecé a balbucear mis primeras melodías y empecé a escribir mis primeras canciones como “Sabor a nada”, “Papeles en el viento”, “A mí me pasa lo mismo que a usted”. Y luego algún algunas cosas rítmicas como “Bienvenido amor”, “Camelia”.

 



Palito posa con la naturalidad de ser uno de los artistas más retratados de todos los tiempos. Pablo Yapura

¿Cómo explica el haberle hecho frente a adversidades en los inicios de su carrera, cuando tenía solo -y nada menos- que la voluntad de ser?

Por supuesto que más allá también de lo que cada cual ya traiga, como personalidad, como posibilidad, como talento, como inteligencia, como voluntad, tiene que haber una convicción muy fuerte desde tu propio ser. Yo empecé creyendo en mí. Y de entrada fue muy difícil. Pienso en la cantidad de gente que me decía que no y pienso en todas las puertas que se iban cerrando y digo si yo bajaba los brazos y decía: “No pasa nada, no me quieren, no gusto”... bueno, hasta creo que me hubiese vuelto a mi pueblo, pero yo siempre decía: “No, no me vas a ganar”. De hecho, yo no iba a retroceder, yo insistía, insistía, insistía. A la vez que también me iba preparando porque uno no tiene que aprender un poco la guitarra, sino estudiar la guitarra. Yo no tenía para pagar las clases, pero trataba de buscar la forma de aprender. Cuando empecé a estudiar la batería, que fue el primer instrumento que estudié, era porque al baterista lo ayudaba todo el tiempo a armar y a desarmar la batería. Yo vendía café por las calles y vendía café en una radio e iba a la radio esa y ayudaba a los músicos. Estaba ahí atento y me iba ganando la voluntad de ellos de que me enseñaran. En definitiva, esa es la vida: un permanente desafío y no hay que bajar los brazos nunca ante todas las adversidades que tiene.

Pensando en una vida con tantos hitos: el origen humilde en Tucumán, el éxito en Buenos Aires, el suceso internacional, el haberlo traído a Frank Sinatra y terminar en la bancarrota, el haberse ido a vivir Estados Unidos, el retornar al país y haber sido electo gobernador de Tucumán, el haber tenido seis hijos y haberse casado para toda la vida. ¿No se merece una biopic?

No sé. Uno de mis hijos es productor. Sebastián produjo ficciones muy exitosas y ahora trabaja con cadenas en Estados Unidos y produce en cadenas internacionales. Tengo la curiosidad, porque veo que van juntando cosas y me parece que están esperando el momento tal vez -no sé cuándo será- para hacer algo, porque ellos conocen más que nadie un poco la intimidad de la historia, ¿no? En todo esto también hay una cosa en la que uno a veces no repara demasiado -no es que uno no lo sienta, sino que uno no lo manifiesta- y es que en la vida de un artista hay un elemento muy importante, el afectivo. El artista es muy sensible y si uno no tiene un apoyo afectivo tambalea permanentemente. 
Y yo tuve la suerte de encontrar a una mujer que tenía una carrera brillante por delante, porque cuando yo la conocía a Evangelina (Salazar) ella había ganado el premio a la Mejor Actriz en un festival internacional en España, en San Sebastián, y yo me acuerdo de que andaba de gira por Latinoamérica y estaba en Ecuador, cuando leo en un diario de allí que una actriz argentina había ganado ese premio, la llamé y le dije: “Bueno, ahora te vas a agrandar”. Y me dice: “No, no, no te equivoques. Yo estoy contenta de haber ganado este premio, pero acá terminó mi carrera”, porque ya tenía en su mente la idea de formar una familia. Y tal vez ya me empezaba a conocer. Yo no niego, a lo mejor en un gesto de egoísmo, uno dice si yo voy a cantar y andar todo el día de vigilia y tu mujer hace lo mismo y está de un canal a una radio, mi familia no sería hoy la que es. Necesitaba a alguien que fuera el centro de nuestras vidas. Ella dejó todo para dedicarse a nosotros y también hay que agradecerlo. Yo viajaba a Europa o Latinoamérica y la recorría todo el tiempo y no lo hubiera podido hacer si no encontraba a una mujer que me acompañe en la parte privada de la vida, en el tener una familia que se ocupe de mis hijos. Me doy cuenta de que tenemos seis hijos que la aman profundamente a la madre, porque se dan cuenta de que dejó todo para dedicarse a ellos y están todo el tiempo pendientes de la mamá. Por supuesto, yo tengo también el amor de ellos, pero los varones especialmente tienen un amor enorme por esa madre y los nietos igual. 


¿Alguna vez se vio jubilado?
No sé. Creo que la palabra jubilación a uno le suena siempre a retiro. Y los artistas es muy difícil que se jubilen. Si yo estoy en mi casa, tengo guitarras por ahí y además me gusta la pintura. Entonces pinto, escribo, tomo la guitarra o el piano y me pongo a tocar. Tengo un estudio de grabaciones. Ahí está mi hijo Emanuel en el estudio todo el tiempo y por ahí me puedo ir al estudio y grabar. Uno está en contacto permanente con esa actividad, ¿no? Que no es un trabajo, sino una vocación que uno tiene de estar permanentemente en contacto con los instrumentos.
Me parece que eso si no hago giras o no estoy en un estudio de grabación, tengo los instrumentos. Puedo igual tocar para mí y escribo mucho. Tengo una cantidad de canciones que me gustan y las toco. Y las tengo ahí, porque no las grabé. Así es que no me tengo que poner un uniforme determinado para poder hacer lo que me gusta. La palabra retiro me suena muy rara, porque yo estoy conviviendo todo el tiempo con lo que más me gusta y después bueno, ya el escenario es otra cosa, porque ahí ya lo compartís con la gente y tal. No sé, yo supongo que un jockey tiene que ir al hipódromo y montar el caballo, un piloto el avión o un corredor de autos tiene que ir a buscar el auto. Yo tengo todo a mano en mi casa y estoy en contacto con mis instrumentos, entonces es muy difícil la palabra retiro, no la ubico dentro de mi vida.

Y aparte le suceden dos generaciones de artistas ya también ¿no?, en su propia familia, entonces están en ese ambiente...
Los fines de semana especialmente a mí me gusta hacer asado. Vienen los chicos -no solo mis hijos, ya ahora vienen los nietos- y te ayudan un poco y uno se divierte con ellos. De pronto miro la televisión y están pasando una película y me veo allí con Libertad Lamarque o Luis Sandrini... y así no hace falta que yo vaya a un escenario, sino que estoy conviviendo todo el tiempo con esas cosas que fueron parte de mi vida. Esto lo hace diferente a otras profesiones con respecto al retiro. Seguramente debe de ser muy difícil para alguien que toda la vida fue a un taller determinado, como una carpintería, dejar de ir. Y en mi caso particular no digo que mi vida sea un escenario permanente, pero yo a las cosas del escenario las tengo en mi casa todo el tiempo, ahí está uno permanentemente girando alrededor de la música. 

¿Qué está recogiendo en esta gira despedida? 
Qué curioso que hayan pasado más de 50 años y que sienta el mismo calor de la primera vez. Siento que hay una generación que me acompañó, que me vio nacer, y hay una generación de gente más joven que no sé si será por los padres, pero que conocen la historia y conocen las melodías de entonces. Tal vez eso sea lo más fantástico que le puede pasar a un artista: que el tiempo no le haya pasado en vano, sino que haya ido dejando señales y la gente aún lo reconozca. Será el cine, o las canciones que no solo las canté yo, sino que escribí canciones que cantó otra gente y entonces eso siempre está dando vueltas. A mí me llama la atención mucho el que hayan pasado más de 50 años y que aún me vean y me saluden con una sonrisa. A mí eso me conmueve permanentemente. 

Con amabilidad, El Rey se prestó a una foto con una huésped del hotel donde se hospedó en Salta. Pablo Yapura

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