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Bombas de tiempo para Lula

Lunes, 02 de enero de 2023 01:20

Dos décadas después de convertirse en el primer presidente de origen obrero de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva reasumió el cargo con una serie de problemas urgentes a solucionar aún mayores que en aquel momento.

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Dos décadas después de convertirse en el primer presidente de origen obrero de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva reasumió el cargo con una serie de problemas urgentes a solucionar aún mayores que en aquel momento.

A los 77 años de edad, ahora Lula enfrentará dificultades que el politólogo brasileño Maurício Santoro considera comparables a "bombas de tiempo".

Desde que Lula fue electo a fines de octubre, seguidores de Bolsonaro se opusieron a su retorno al poder por distintos métodos, incluidos bloqueos de carreteras y campamentos frente a cuarteles para pedir una intervención de las Fuerzas Armadas.

Muchos de ellos sostienen sin pruebas que hubo fraude en las elecciones. La alarma por los bolsonaristas radicales creció después que uno de ellos fuera arrestado el fin de semana pasado, presuntamente por intentar estallar un artefacto explosivo en Brasilia para crear caos antes del cambio de gobierno.

"¿Cómo convivir con estos grupos muy radicalizados, incluso violentos, que no juegan de acuerdo a las reglas tradicionales de la democracia?", pregunta Santoro, profesor de Ciencia Política en la Universidad del Estado de Río de Janeiro

El Partido Liberal de Bolsonaro tendrá la mayor bancada de diputados en el nuevo Congreso brasileño, el más conservador desde que el país recuperó la democracia.

Además Lula debe revertir la influencia política que hubo dentro de las fuerzas de seguridad brasileñas bajo el gobierno de Bolsonaro, un excapitán del Ejército.

Otro desafío enorme para Lula será reducir el hambre que pasan 33 millones de brasileños. Es el 15,5% de la población del país, una proporción bastante mayor al 9,5% de personas que pasaban hambre en Brasil durante el primer gobierno de Lula.

De hecho, quienes votaron por Lula esperan que repita el gran logro de su primer gobierno, cuando más de 30 millones de brasileños ascendieron a la clase media con programas sociales del Estado.

En cambio, Brasil registró durante el gobierno de Bolsonaro la mayor cantidad de gente viviendo pobreza de la última década: 62,5 millones de personas en 2021, equivalentes a 29% de la población, de acuerdo a datos oficiales divulgados en diciembre.

El gasto

Para mejorar la situación social de Brasil, Lula prometió en su campaña medidas como el mantenimiento de un programa de transferencias de dinero a los pobres denominado Bolsa Familia, que fue clave en su primer gobierno, y un aumento del salario mínimo. El Congreso autorizó en diciembre gastos adicionales del gobierno por el equivalente a unos US$28.000 millones durante 2023 para financiar esos planes, así como unos US$4.400 millones extra para inversiones públicas.

Margarida Gutierrez, profesora de Economía en la Universidad Federal de Río de Janeiro anticipa que el mayor gasto aumentará la inflación al estimular la demanda, el déficit primario y la deuda pública, que hoy equivale a cerca de 77% del PIB, por encima de la media de los países emergentes (65%).

El nuevo presidente brasileño ha prometido cambiar la política ambiental de su país para encaminarlo hacia la deforestación cero de sus biomas en 2030. Esto podría darle crédito a Lula en el escenario internacional, pero tampoco será simple.

La tasa de deforestación amazónica durante el gobierno de Bolsonaro aumentó 59% respecto a los cuatro años previos. Los expertos lo atribuyen a la desaparición de controles gubernamentales contra la tala ilegal.

"Tenemos ya partes de la región amazónica principalmente tomadas por el crimen, tanto en la deforestación ilegal como en la minería ilegal o la invasión de tierras indígenas", dice Suely Araújo, expresidenta del Instituto Brasileño de Medio Ambiente.

"No se consigue corregir todos esos problemas en un año", señala. "Es un proceso que durará todo el gobierno de Lula".

 

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