El cancionero popular argentino ha dejado un importante legado cultural en las distintas generaciones de argentinos. Hubo muchos aportes muy valiosos; en esta ocasión rescatamos el nombre importante de Enrique Santos Discépolo "Discepolín" por su contribución a la canción ciudadana. Fue un autor y compositor trascendente.
Discépolo se destacó como actor, dramaturgo y director teatral, músico, guionista de cine. Nació el 27 de marzo de 1901 en la ciudad de Buenos Aires donde perdió a sus padres cuando tenía 11 años. Y su hermano, el dramaturgo Armando Discépolo, se hizo cargo y lo introdujo en el mundo artístico. Sus primeros pasos: en 1917, integró el elenco de la obra Chueco Pintos y un año después estrenó su obra El duende, escrita con Mario Folco, en el teatro Nacional. Luego escribió El señor cura y Páselo, cabo. Después las obras: Cuatro corazones (1939), Caprichosa y millonaria (1940), Cándida, la mujer del año (1943), El Hincha (1951).
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El tango ya se metía en su sangre, empujado por la amistad que le dispensaban el poeta santiagueño Homero Manzi, el bandoneonista Aníbal "Pichuco" Troilo y el poeta Celedonio Flores. Su camino como compositor comenzó con el tango "Bizcochito", en 1924, pedido por el dramaturgo José Antonio Saldías. Desarrollaba sus actividades artísticas entre Buenos Aires y Montevideo. Las letras de sus tangos mostraban las dificultades del diario vivir, con ironía y ternura. Entre los más célebres tangos de su autoría: Qué vachaché (1926), interpretado por Tita Merello; Esta noche me emborracho (1927), popularizado por Azucena Maizani; Yira Yira (1930), grabado por Carlos Gardel; Cambalache (1934); Alma de bandoneón (1935); Desencanto (1937); Uno (1943), con música de Mariano Mores; Malevaje; Canción desesperada (1944); Cafetín de Buenos Aires (1948); Soy un arlequín; el vals Sueños de juventud.
Tuvo un estilo personal para describir lo que acontecía en su pueblo con su mirada sensible, filosófica, comprometida. Compartió 25 años de su vida con la actriz y cantante Tania, el amor de su vida. Fue un hombre profundo en su decir para describir una dura realidad social del 30. Murió el 23 de diciembre de 1951, a los 50 años, dejando una obra fundamental que muestra su tiempo. Este es su mayor legado.
En su tango Cambalache define proféticamente de este modo: "El Mundo fue y será una porquería / ya lo sé, / en el quinientos seis / y en el dos mil también". // íHoy resulta que es lo mismo / ser derecho que traidor!... // íTodo es igual! / íNada es mejor! / íLo mismo un burro / que un gran profesor! // íSiglo veinte, cambalache / problemático y febril!... / El que no llora no mama / y el que no afana es un gil! // Es lo mismo el que labura / noche y día como un buey, / que el que vive de los otros, / que el que mata, que el que cura / o está fuera de la ley.
Contundente su mensaje, como habrá sido su frustración. ¿Qué habrá visto en su camino para expresar tanto dolor y vaticinarlo hacia el futuro?. ¿Que diría Discepolín si viviera este tiempo? En su momento todavía había respeto y la palabra valía como una firma. Tiempos generosos, con códigos y ternura. La picante realidad que vivimos, duele en el sensible corazón humano, que a pesar de una población multiplicada vive en estado de soledad, de escasez de sensibilidad, que desdibuja la alegría de la existencia.