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Cada vez más salteñas encuentran un refugio en las artes marciales y la defensa personal

En las prácticas desarrollan confianza, seguridad, control y llegan a tener un alto rendimiento que va más allá de la fuerza física. Especialistas advierten que la sociedad tiene la responsabilidad de construir espacios seguros. 
Miércoles, 04 de octubre de 2023 18:18
Foto: Javier Rueda

Silenciosas, con complejos que quizás no las dejan pararse derechas, mirando al suelo y con caras de susto. Todos los días llega una chica nueva a las clases de Taekwondo de Emilia León o de Jiu Jitsu y Judo de Adrián Costanzo.

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Silenciosas, con complejos que quizás no las dejan pararse derechas, mirando al suelo y con caras de susto. Todos los días llega una chica nueva a las clases de Taekwondo de Emilia León o de Jiu Jitsu y Judo de Adrián Costanzo.

Ambos son profesores de artes marciales desde hace más de dos décadas y hace años que ven cómo crece la cantidad de mujeres en prácticas de defensa personal.

Emilia León es profesora de Taekwondo en la zona sur de la capital salteña. Trabaja en varios espacios y el 50 por ciento de sus alumnas son chicas de entre 13 y 20 años.

 

“En actividades que tienen que ver con la defensa personal, no tanto con las artes marciales, aumentó el ingreso de chicas, sobre todo de adolescentes. A esa edad se las ve con mucha timidez para relacionarse”, expresó la sabón a El Tribuno. La instructora dijo también que algunas se deciden a empezar para resguardarse del bullying.

Emilia León destacó que las niñas llegan muchas veces con sus padres. “Ellos temen que sus hijas sean víctimas de ataques en la calle y también en la escuela. Entonces buscan que las chicas aprendan a defenderse”, detalló León. Según contó, con el tiempo las chicas advierten que las artes marciales son diferentes que la  defensa personal y optan por lo último.

“Tenemos muchos casos de violencia en las escuelas. Burlas por cómo se visten, porque usan ropa pasada de un hermano a otro, porque se juntan con determinado compañero o porque son buenos alumnos”, señaló.

Los chicos que aprendieron defensa personal o artes marciales llegan a entender que no tienen que usar las técnicas que les enseñaron porque pueden tener problemas mayores. “Si pierden el control, pueden generar un gran daño. A eso los violentos los saben y algunos se abusan de la situación, buscan provocar”, detalló la instructora.

Foto: Javier Rueda

Emilia León advirtió que los padres de los niños que suelen agredir, en muchos casos, los justifican. “Que tienen los padres separados o que están mucho tiempo solos son las excusas que utilizan para no ponerles un control”, agregó.

Adrián Costanzo es sensei de Jiu Jitsu y Judo. Hace 33 años que da clases. “Antes era muy raro que alguna mujer fuera a entrenar. Eran dos o tres en el grupo. Ahora, el 50 por ciento de la clase está integrado por mujeres. El interés por las clases de defensa o artes marciales comienza en la adolescencia. El grueso de las mujeres tiene de 12 a 20 años”, indicó el sensei.

En su caso, cuenta, las chicas llegan por el comentario de alguna amiga. “La defensa personal es el objetivo principal. Es el contagio de ver a alguna amiga que puede luchar, que puede defenderse, que puede controlar a otra mujer o a un hombre, es la principal razón”, comentó el instructor, que además agregó que en ese rango de edad, los varones también van para buscar las herramientas que les permitan sentirse más seguros y defenderse de una posible agresión.

Un cambio desde la actitud

Costanzo describe que la forma de ser de los practicantes se modifica a lo largo del aprendizaje. “No se ven iguales cuando llegaron que después de un año. Lo que cambia es la actitud. La práctica trae seguridad, autoconfianza, permite comunicarse con los demás. Todo depende cómo ellos lo van tomando. Dentro de las artes marciales, uno está constantemente sometido a decidir, si me levanto, bloqueo o freno. Y eso ayuda a tomar decisiones en la vida diaria”, detalló.

El sensei explica que la persona que busca a quién agredir o asaltar en la calle “sabe muy bien quién puede ser su víctima”.

Foto: Javier Rueda

“Las personas que son atacadas son las que se ven más débiles, más indefensas. A alguien que camina seguro no lo eligen, porque se les complica. La mejor defensa es la actitud”, agregó.

Sensei Costanzo aseguró que, con el paso del tiempo, sus alumnas van ganando seguridad y llega un momento en que confiesan que recurrieron a la defensa personal porque, en alguna etapa, fueron víctimas de alguna forma de violencia. “Puede haber sucedido en la casa, en el trabajo o en el colegio”, detalló.

Emilia León agregó que tiene en sus clases a chicas que sufrieron abuso, acoso o robos en las paradas de los colectivos. “Aquellas personas que practican artes marciales saben que no deben dejar que la adrenalina del momento las lleve a hacer uso de sus herramientas. Y hay que tener en cuenta que, para la ley, es un agravante que la persona que se defiende tenga conocimientos de artes marciales”, alertó la sabón.

Constanzo destacó que, en el caso de sus estudiantes, las mujeres a las que tocan en contra de su voluntad en la vía pública, se defienden. “La resolución que tienen las chicas en los combates se puede ver en los torneos o las prácticas diarias. Cuando las chicas llegan acompañadas por los papás, es por temor a que les pase algo en la calle. Cuando las ven en los torneos, después de un de año, se sorprenden de las capacidades que desarrollan sus hijas”, relató.

El instructor definió que las artes marciales son habilidad. “El varón es más fuerte y, en una contienda entre dos varones, no necesariamente gana el más fuerte sino el más hábil. En entrenamientos cruzados con varones y mujeres, las chicas tienen muy buen rendimiento”, agregó.

 La salida es colectiva

El bullying es la agresión física, verbal o emocional, que se ejerce entre niños y adolescentes. Estos maltratos derivan en estrés traumático y generan inseguridad en la víctima. Este tipo de violencia puede hacer que las mujeres se sientan mucho más vulnerables.

“Aprender defensa personal puede ayudar a desarrollar sentimientos de empoderamiento. A sentirse capaces de experimentar autoprotección y a mejorar incluso la autoestima”, señaló Carina Salas, licenciada en Psicología.

La profesional advirtió que la víctima de hostigamiento puede desarrollar herramientas pero que es fundamental ver qué ocurre en el grupo de pares que mantienen el silencio frente a estas situaciones. 

“El bullying se detiene con la observación y es importante lograr acciones que puedan detener el hostigamiento  y brindar seguridad a los chicos”, destacó la profesional, que agregó en las escuelas deben convertirse en espacios seguros.

“Tiene que haber una clara política institucional para evitar el bullying y para que se pueda denunciar  sin que eso te convierta en el buchón del grado”, sostuvo.

Foto: Javier Rueda

Salas resaltó la necesidad de trabajar con los pares, con los padres y los docentes. “No solo dentro del aula sino también en el resto de los espacios. Hay que ver cómo se vinculan los adolescentes fuera el ámbito escolar, porque puede seguir, por ejemplo, con un ciber acoso”, alertó la profesional.

“Hay que defenderse de situaciones de hostigamiento a través de conductas asertivas, buscar ayuda. Expresar los temores no es un indicador debilidad, sino que sirve para desarrollar competencias emocionales”, detalló Carina Salas, que recalcó la necesidad de generar estrategias para afrontar  estas realidades, que no solo deben afrontar las víctimas sino el sistema como un todo.

 

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