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Francisco, un Papa de alto perfil en la tormenta del mundo

Diez años difíciles para la democracia, la paz y la participación de los creyentes en la vida de la Iglesia
Lunes, 13 de marzo de 2023 01:56

Hace diez años el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y porteño hasta la médula, era consagrado Papa de Roma. Era el primer jesuita elevado a esa dignidad eclesiástica. Como jefe de la Iglesia universal adoptó el nombre de Francisco de Asís, un rebelde del siglo XIII, que no era sacerdote sino diácono, y que fundó una de las órdenes religiosas más trascendentes, caracterizada por el voto de pobreza, la capacidad misionera y su proyección intelectual en los siglos posteriores. El nombre Francisco se asocia con fuertes rupturas, pero que nunca buscaron dañar la integridad de la Iglesia de Roma.

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Hace diez años el cardenal Jorge Bergoglio, arzobispo de Buenos Aires y porteño hasta la médula, era consagrado Papa de Roma. Era el primer jesuita elevado a esa dignidad eclesiástica. Como jefe de la Iglesia universal adoptó el nombre de Francisco de Asís, un rebelde del siglo XIII, que no era sacerdote sino diácono, y que fundó una de las órdenes religiosas más trascendentes, caracterizada por el voto de pobreza, la capacidad misionera y su proyección intelectual en los siglos posteriores. El nombre Francisco se asocia con fuertes rupturas, pero que nunca buscaron dañar la integridad de la Iglesia de Roma.

La Iglesia Católica existe desde hace 21 siglos y su vocación es la universalidad; en ese período se fue fragmentando en iglesias nacionales y luego, con el cisma iniciado por Martín Lutero en el siglo XVI. A partir del Concilio Vaticano II, de 1965, el Vaticano se plantea como meta a largo plazo la unidad de todos los cristianos. Los escándalos y las ambigüedades en su seno fueron generando una diáspora de creyentes, pero la fe en lo trascendente no ha decrecido; el respeto por la imagen de Jesucristo está presente en las devociones populares, donde convive con cultos animistas y espiritualismos de origen impreciso.

América Latina es hoy el continente con el mayor núcleo de católicos y, en simultaneo, con un crecimiento significativo de comunidades evangélicas con fuerte marketing y una débil teología. Al mismo tiempo, la expansión de los populismos, con fuerte componente de adhesión mágica y generalmente convertidos en dictaduras, coloca en Francisco dilemas que se parecen mucho a un laberinto.

La disposición del Papa argentino a denunciar el drama de la exclusión, la pobreza y la situación de los desplazados, y sus reclamos de libertad y respeto por los Derechos Humanos parecen encolumnarlo en una posición anticapitalista, algo que él niega terminantemente. Pero el menguado énfasis puesto para condenar la invasión a Ucrania y el despotismo de los gobiernos populistas, sumado a su excesiva tolerancia hacia Cuba han llevado componer la imagen de un "papa peronista". Una imagen que contrasta con su desempeño anterior, como sacerdote y arzobispo en la Argentina.

Doctrina Social

Más allá de su interpretación de la Doctrina Social, Francisco es un religioso comprometido con los sectores más postergados: nunca impulsó un desvío teológico y moral. Pero en la alterada política internacional le toca un rol central y trata con poco éxito de mantener el equilibrio, pero también suma críticas.

Si viene al país como pastor, en una visita absolutamente despolitizada tal como prometió en estos días, las calles dirán qué sentimiento inspira el Papa en la mayoría del pueblo argentino. En ese momento se podrá medir y diferenciar su imagen política de la influencia espiritual y del amor que genera el pastor entre sus compatriotas.

 

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