El vuelo de Aerolíneas Argentinas me dejó unos minutos antes de la hora programada en el aeropuerto Martín Miguel de Güemes. Me esperaban dos días de intenso trabajo. El recibimiento de los colegas, un asado distendido, con las sierras de fondo fue un buen comienzo.
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El vuelo de Aerolíneas Argentinas me dejó unos minutos antes de la hora programada en el aeropuerto Martín Miguel de Güemes. Me esperaban dos días de intenso trabajo. El recibimiento de los colegas, un asado distendido, con las sierras de fondo fue un buen comienzo.
El viernes 10 de marzo por la mañana, 50 practicantes del psicoanálisis, muchos de ellos jóvenes, esperaban en un salón de un hospital general interesados en participar de una actividad clínica. Durante dos horas y media se desarrolló un trabajo que dio cuenta de lo que el psicoanálisis puede transmitir acerca de las posiciones propiamente subjetivas de un paciente. Es decir, cómo captar la máxima singularidad de aquel que sufre, como dice Jacques Lacan, de su cuerpo o de su pensamiento, y cómo el encuentro con un psicoanalista puede cambiar esa vida de sufrimiento por un saber hacer que permita incluirse en un lazo social, atemperar el dolor de existir y hacer una vida vivible.
La pregunta "¿cómo se hace lazo en la época de los solos?" se mantuvo presente durante esos dos días.
Por la noche en la sede del CID (Centro de Investigación y Docencia del Instituto Oscar Masotta), con la presencia de más de 40 colegas y estudiantes, se abrió la actividad de Cursos Breves dedicada a las psicosis. Se pudo continuar con las puntualizaciones clínicas y abrir nuevas vías de trabajo e investigación.
El sábado por la mañana, alrededor de 70 personas, algunas de manera remota, participaron de la primera clase del Seminario Clínico Anual que lleva por título: "Variaciones de la Figura del Otro en la Clínica Psicoanalítica". Un joven docente del CID presentó un caso de su práctica que permitió precisar los recorridos y configuraciones de una fobia infantil. Tuve la ocasión de comentar el caso y verificar el deseo que habita en los colegas salteños en relación con lo vivo de una práctica.
Luego fue mi turno de presentar un trabajo sobre la identificación contemporánea, hoy. La pregunta acerca de por qué la insistencia de la palabra "hoy" luego de contemporánea, dio lugar a plantear la posición del analista como aquel que está a la altura de la subjetividad de la época, de aquellos que se dirigen a él. Eso quiere decir de cada época y en cada lugar.
Para Freud, el psicoanálisis es ante todo un lazo social, así lo dice: "Desde el comienzo mismo la psicología individual es simultáneamente psicología social en este sentido más amplio, pero enteramente legítimo". Lacan dice que el discurso analítico es una forma de lazo inédita, a partir de la cual él pudo formalizar los otros modos de lazo, discurso del amo, discurso universitario, discurso histérico.
Luego de las presentaciones se abrió un debate que dio cuenta del interés por precisar el lugar del analista en la práctica actual, frente a los nuevos modos del síntoma que afectan el cuerpo de manera particular con la imposibilidad de habitarlos, entonces esos cuerpos llegan a la consulta en pánico, estallados, trans - formados.
Retomando a Freud, la legitimidad del psicoanálisis se sostiene en su posibilidad de hacer lazo, de hacer existir el lazo social. Un discurso que engendra una práctica, una experiencia que pone a cada uno en posición de ligarse a los otros, de mejorar la posición de sujeto.
Me llevo de mi viaje a Salta el sentimiento de un acontecimiento vivo.
*Silvia Baudini es médica psiquiatra, miembro de la Escuela de la Orientación Lacaniana y la Asociación Mundial de Psicoanálisis. Directora del CID Salta y asesora de la Revista deCid. Traductora de diversos libros y artículos de psicoanálisis
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