¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

17°
29 de Marzo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

"Ante la Ley"

Viernes, 09 de junio de 2023 00:00

Fran Kafka escribió "Ante la Ley"; un cuento desesperanzador. Inapelable. "Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un hombre del campo y le pide ser admitido en la Ley. Pero el guardián dice que por ahora no le puede permitir la entrada. El hombre se queda pensando y pregunta si le permitirán entrar más tarde. «Es posible", dice el guardián, «pero ahora no"".

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

Fran Kafka escribió "Ante la Ley"; un cuento desesperanzador. Inapelable. "Ante la Ley hay un guardián. Hasta ese guardián llega un hombre del campo y le pide ser admitido en la Ley. Pero el guardián dice que por ahora no le puede permitir la entrada. El hombre se queda pensando y pregunta si le permitirán entrar más tarde. «Es posible", dice el guardián, «pero ahora no"".

Kafka entrega, desde el principio, algunas claves. Quien busca acceder a la Ley es un campesino -un hombre común y corriente-. No un rey ni una reina; tampoco un señor feudal; no un pequeño burgués ni un sacerdote o un militar, personajes emblemáticos de la sociedad de su época. Además, el edificio donde se aloja "la Ley" se describe desmesurado y enigmático; lleno de guardias que impiden el acceso en incontables estancias que se suceden unas a otras como los guardias, el siguiente más poderoso y de aspecto más aterrador que el anterior.

"La Ley ha de ser accesible siempre y a todos, piensa (el campesino), pero cuando observa con más detenimiento al guardián envuelto en su abrigo de pieles, con su gran nariz puntiaguda, su larga barba tártara, rala y negra, decide que es mejor esperar hasta conseguir el permiso de entrada".

Antes de morir, después de haber esperado toda su vida y de haber hecho todo lo posible por cruzar ese umbral sin haberlo traspasado nunca, le pregunta al guardia: "Todos aspiran a entrar en la Ley. ¿Cómo es que en tantos años nadie más que yo ha solicitado entrar?". El hombre le responde: "Nadie más podía conseguir aquí el permiso, pues esta entrada solo estaba destinada a ti. Ahora me iré y la cerraré".

Pocos escritores han comprendido y relatado con tanta magistralidad el sin sentido de esta modernidad en la que todos somos antihéroes perdidos en un mundo deshumanizado e incomprensible que nos somete cada vez más con más fuerza y con menos piedad. Pocos como él han logrado retratar el abismo que se abre entre nosotros y las instituciones que hemos creado para representarnos y para defendernos. Es paradójico que nuestros propios monstruos nos devoren con su iniquidad.

Franz Kafka nació en Checoslovaquia mucho antes de su disolución. Creo que podría haber sido argentino. Como Checoslovaquia antes Argentina hoy también está dejando de existir; se está disolviendo lentamente sin que nos demos cuenta. Mientras nos vamos convirtiendo en una fantasía colectiva. Quizás, Argentina y todos nosotros no somos más que una pesadilla soñada por ese autor tan antiguo como vigente; una ficción producto de su tortuosa imaginación.

Solo en una fantasía kafkiana haría sentido esta permanente reinterpretación de la Ley -en uno y otro sentido- que hacen los más variopintos personajes tanto de nuestra política nacional como del propio poder judicial. Solo en una pesadilla kafkiana podría hacer sentido el pedido de absolución del fiscal Marijuan a Cristina Elisabet Fernández de Kirchner en la causa conocida como "La ruta del dinero K"; causa por la cual Lázaro Báez fue condenado a 10 años de prisión acusado de lavar 65 millones de dólares. Marijuan había imputado a Fernández de Kirchner bajo la fuerte sospecha de que la fortuna de Báez, valuada en casi 200 millones de dólares, pertenecía en realidad a la señora vicepresidente.

El fiscal probó que existieron al menos 372 llamadas entre los entornos de Fernández de Kirchner y Báez, y entre ellos mismos; además de frecuentes visitas del "empresario" a la Quinta de Olivos. "Con sólo imaginarse lo difícil o casi imposible que es para cualquier ciudadano llamar telefónicamente a un Presidente de la Nación, el resultado de esta medida pone en evidencia, con esa inmensa cantidad de contactos, que Lázaro Báez y Cristina Fernández eran algo más que simples conocidos de Santa Cruz y tenían un contacto fluido", escribió el fiscal.

Así y todo, Marijuan pide ahora su absolución, pedido al que se suman los dos organismos estatales querellantes en la causa: la Unidad de Información Financiera (UIF) y la Administración Federal de Ingresos Públicos (AFIP). De inmediato, el juez Sebastián Casanello dicta el sobreseimiento, algo extraño en el marco de una justicia que se caracteriza por la extrema lentitud de sus decisiones y procesos en una causa que estuvo abierta durante siete años. Por desgracia, todo hace pensar que el acceso a la Ley es algo personal y que cada individuo tiene su propio camino para beneficiarse o quedarse fuera de ella. "Sin acusación no hay proceso penal posible", dice Casanello. "Algo huele a podrido en Dinamarca", hubiera acotado Hamlet.

Como en el cuento de Kafka, la situación permite imaginar que hay ciertos guardianes asignados a determinadas personas que podrían abrir las puertas y dejarlos acceder a su propia versión de la Ley por un favor personal, por conveniencia política, o por algún interés económico. O por todo ello junto. El momento elegido para el pedido de absolución por parte del fiscal y la velocidad para expedirse del juez permiten alimentar cualquier sospecha. Justa o no. Correcta o no. Como dijo el César, no le basta a la mujer del César ser pura y casta; también debe parecerlo.

Mientras tanto, nosotros, los campesinos de este mundo, sólo podemos aspirar a esperar, sentados en nuestros taburetes, poder acceder a «la Ley" antes que nuestro guardia cierre la puerta, antes de nuestro suspiro final.

 

PUBLICIDAD
PUBLICIDAD
PUBLICIDAD