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10 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
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El portazo al BRICS, una decisión que deja dudas

Miércoles, 10 de enero de 2024 01:15

Antes de concluir el año 2023, el gobierno argentino oficializó su declinación de ingresar al grupo BRICS a partir del primero de enero de 2024. La decisión adoptada por el gobierno no puede considerarse ni sorpresiva ni intempestiva, pues durante la campaña electoral Javier Milei aseguró que los alineamientos de Argentina bajo su eventual gobierno serían con las democracias "libres" de occidente. Sin embargo, la manera en la que se implementó la medida fue poco sutil -cualidad que en el terreno diplomático es muy valorada- y, probablemente, también fue poco inteligente.

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Antes de concluir el año 2023, el gobierno argentino oficializó su declinación de ingresar al grupo BRICS a partir del primero de enero de 2024. La decisión adoptada por el gobierno no puede considerarse ni sorpresiva ni intempestiva, pues durante la campaña electoral Javier Milei aseguró que los alineamientos de Argentina bajo su eventual gobierno serían con las democracias "libres" de occidente. Sin embargo, la manera en la que se implementó la medida fue poco sutil -cualidad que en el terreno diplomático es muy valorada- y, probablemente, también fue poco inteligente.

Si bien en nuestro país la formulación de la política exterior corresponde al Poder Ejecutivo, y éste es unipersonal, el presidente actúa en nombre del Estado y lo compromete frente a sus pares. Si despersonalizamos la decisión, la lectura institucional que puede hacerse es que la Argentina consiguió la aceptación al ingreso a los BRICS en agosto de 2023 y a los cuatro meses se arrepintió. Lamentablemente, acciones como la descripta ya no sorprenden a nadie pues constituyen una constante histórica que muestran una volatilidad en política exterior que atenta contra de los intereses nacionales.

Desde que en la cumbre de los BRICS de Johannesburgo de agosto del año pasado se anunció el ingreso de Argentina junto a Irán, Arabia Saudita, Etiopía, Egipto y los Emiratos Árabes Unidos (BRICS+), se ha dicho y escrito mucho sobre la conveniencia o inconveniencia de dar semejante paso. Poco se ha dicho, sin embargo, sobre cómo hacerlo y, en el campo de la diplomacia, las formas son tan importantes como el fondo.

Bloque en construcción

Los BRICS son un bloque particular en proceso de construcción. No se trata de un proyecto regional, pues involucra a países de tres continentes: Brasil (América); Rusia, China e India (Asia) y Sudáfrica (África). Tampoco es en sentido estricto un bloque comercial, pues más allá de facilidades que puedan existir recíprocamente no hay un área de libre comercio, mucho menos un arancel externo común o una liberalización plena del intercambio de factores productivos. No hay, en sentido estricto, una organización política que lo respalde, pues no tiene sede, ni algo parecido a una secretaría general y carece de un tratado constitutivo. Entonces, ¿qué es el BRICS? ¿Para qué le puede servir a la Argentina?

El término BRIC fue acuñado por el economista británico Jim O`Neill para dar cuenta, a principios de siglo, de la emergencia de un grupo de países con el potencial de rivalizar con los poderes tradicionales. Brasil, Rusia, India y China eran por entonces países sólidos como un ladrillo –ladrillo en inglés se dice brick- y cada vez menos dependientes de occidente. Los cuatro son enormes geográficamente (mayores a los 3 millones de km2); superpoblados (más de 200 millones de habitantes); altamente industrializados y con capacidad nuclear. En este punto, Brasil era la cenicienta, pues de los cuatro es el único que no dispone de armas nucleares, si bien utiliza esta energía con fines pacíficos. El nombre gustó y los líderes de esos países pronto lo adoptaron.

En 2010 ingresó Sudáfrica (pasó a llamarse BRICS) lo cual, de alguna manera, rompió con el sentido original de la denominación, pues en extensión, población y capacidad industrial no se asemeja al resto y, como Brasil, tampoco dispone de armas nucleares. Esta incorporación fue importante, no obstante, para sellar el hecho de que el bloque dejó de ser una mera denominación para pasar a ser un proyecto estratégico en el cual, por los recursos naturales, África es una pata indispensable y, dentro del continente, Sudáfrica es el país de mayor proyección. Desde el punto de vista social, sin embargo, aun presenta flaquezas, pues el índice de desarrollo humano es bajo en todos esos países, así como es alta la desigualdad y la pobreza estructural. En esos cinco países conviven los contrastes de un presente complejo y un futuro promisorio.

Luces y sombras

Quienes advierten que es errónea la decisión tomada por el gobierno argentino de no ingresar al grupo suelen esgrimir la bandera estratégica. Alegan que se trata de un espacio que representa más del 40 % de la población mundial, casi el 25 % del PBI global (superando a los países del G7); un tercio del territorio del planeta y alrededor del 20 % del comercio internacional total. Brasil y China son los dos principales socios comerciales de Argentina y las exportaciones hacia la India demuestran, en los últimos años, una tendencia positiva y podría explotar aun más. Es, en definitiva, una oportunidad perdida frente a los vientos de cambio que muestra el actual sistema internacional.

Quienes celebran que Argentina se haya retirado del BRICS criticaban el ingreso por tratarse de un grupo crítico de Occidente, y en especial de EE.UU., a quien se necesita dado el difícil presente del país en materia económica y financiera, debido a su influencia en el FMI, BM, BID, entre otros organismos internacionales. Entienden, desde esta perspectiva, que la decisión tomada es estratégica pues abrazarse a los países que conformarán el BRICS+ rompería con los vínculos que el país necesita para garantizar su estabilidad y oportunidades de desarrollo.

Es verdad que ambas visiones tienen mucho de razón. El problema es que se presentan como antitéticas y excluyentes, lo que es propio de un viso ideológico que inhibe el verdadero pensamiento estratégico que busca el interés nacional por sobre las creencias particulares. Fue una imprudencia que un gobierno saliente haya solicitado el ingreso al foro sin tomar en cuenta al resto del arco político.

Fue otra imprudencia haber salido de la forma en que se hizo sin tener en cuenta al resto del arco político. En política exterior no todo es un "o", sino a veces es un "y"; depende de la destreza de sus ejecutores lograr posiciones intermedias sin ofender a ninguna de las partes. Muchas veces las negociaciones internacionales fracasan porque se piensa en términos dicotómicos y se pone la mirada en los intereses opuestos en lugar de los intereses diferentes, que son los que verdaderamente permiten construir acuerdos estables y de largo plazo.

Una vez más, la política exterior es materia propia del Poder Ejecutivo, pero en un país republicano las decisiones no se toman individualmente sino institucionalmente. Las decisiones de esta índole requieren del consenso de todos los actores que tienen competencias en el área, como podría ser el Consejo Superior de Embajadores o las Comisiones Parlamentarias de Asuntos Exteriores, ya que se trata de políticas de Estado que tienen que sostenerse en el largo plazo más allá del gobierno de turno.

Toda decisión política se hace en pos de una ganancia y para obtenerla hay que asumir ciertos costos; en eso se resume la estrategia. En economía existe el concepto de "costo de oportunidad", que es el bien o servicio al que se renuncia para obtener otro bien o servicio. Traducido al terreno de la toma de decisiones, el costo de oportunidad refiere a las alternativas de ganancias que se abandonan en búsqueda de otra ganancia. El presidente Milei es el primer economista de carrera que se sienta en el sillón de Rivadavia y debería entenderlo mejor que nadie.

* Víctor Toledo es docente en la Ucasal. Es además Magister en Administración de Negocios y en Ciencia , Tecnología y Sociedad.

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