¿Quieres recibir notificaciones de alertas?

10°
2 de Mayo,  Salta, Centro, Argentina
PUBLICIDAD

Un nuevo intento de poder autocrático

¿Pacto o emboscada? Si quiere realmente un acuerdo, el presidente lo debe proponer con apertura. Pretender que la política sea una escribanía va a ser receta de más conflicto. Hasta mayo hay tiempo para intentar algo mejor que un decálogo reciclado.
Viernes, 08 de marzo de 2024 01:27

La apertura de la Asamblea Legislativa por parte del presidente fue un momento importante para entender su plan de gobierno en base a lo que prometió en campaña y también de cara a la población. Su discurso transcurrió en temas económicos, muy poco en temas sociales y casi nada en temas estratégicos hacia el futuro. Me refiero a temas tan candentes como la pobreza, como la eliminación de la desigualdad, como la crisis climática y como otros tantos temas que, al no entrar en el dogma neoliberal anarcocapitalista, directamente son parte de un itinerario de gobierno.

Alcanzaste el límite de notas gratuitas
inicia sesión o regístrate.
Alcanzaste el límite de notas gratuitas
Nota exclusiva debe suscribirse para poder verla

La apertura de la Asamblea Legislativa por parte del presidente fue un momento importante para entender su plan de gobierno en base a lo que prometió en campaña y también de cara a la población. Su discurso transcurrió en temas económicos, muy poco en temas sociales y casi nada en temas estratégicos hacia el futuro. Me refiero a temas tan candentes como la pobreza, como la eliminación de la desigualdad, como la crisis climática y como otros tantos temas que, al no entrar en el dogma neoliberal anarcocapitalista, directamente son parte de un itinerario de gobierno.

La apertura de la Asamblea Legislativa es un espacio para demostrar hacia el futuro cuáles son las prioridades de gobierno dentro de un plan concreto y que tenga sentido dentro del contexto del país.

El presidente en su discurso nos da a entender que las próximas leyes que sean parte de la Asamblea Legislativa serán un poco más de lo mismo. Austeridad, limitación del Estado y la vuelta a un principio que fue más bien caótico con la fallida legislación del mega DNU 70/2023 y la ley ómnibus. Pretender relanzar un gobierno desde el fracaso nos lleva también a preguntar cuál es el plan de crecimiento después de la austeridad. ¿O el plan es solo austeridad? El presidente nos cuenta cómo empequeñecer, ¿y cómo creceríamos?

¿Pacto o trampa?

En cada apertura de sesiones hay una cuota de dogma político que intenta poner a un partido o a un presidente en frente de otra elección o de otra oferta política. La oferta política que está al frente tampoco tiene planes concretos de disputa política con el presidente. Si la estrategia es solo la oposición por oposición misma, la elección del que tiene, por lo menos, un plan, es más fácil.

Ese plan parece ser el llamado "pacto de mayo". ¿O el plan es una trampa?

El presidente, en su discurso, hace un llamamiento a un pacto, un pacto que si uno investiga cuáles son sus cualidades y también investiga cuáles son sus antecedentes, dará la conclusión de que es muy parecido al Pacto de Washington, que es en otras palabras, el pacto de los 10 puntos del nuevo orden mundial después de la Segunda Guerra Mundial en Bretton Woods.

Este decálogo al que el presidente intentó darle una épica religiosa no es otra cosa que una receta para ganar tiempo. El tiempo que necesita el presidente para alinear las variables económicas y dejar a la Argentina en un aspecto mucho más cercano a una posible dolarización. Donde la inflación, la bajada de actividad y una recesión inducida hacen que la posibilidad de dolarizar a un precio de mercado muy bajo sea más posible.

Ganar tiempo a mayo también significa volver a poner el énfasis en las provincias y en los gobernadores. A la misma medida que se vuelve a negociar la ley ómnibus y el mega DNU, ganar tiempo es una trampa, porque el tiempo en este estado de la Argentina significa poner pausa a los consensos que se pueden buscar en pos de un gran encuentro nacional sincero.

Un gran encuentro nacional sincero requiere de ciertos requisitos para que realmente sea útil y superador.

Primero no se puede negociar desde una lista cerrada de temas del famoso decálogo. Segundo, lo que se negocia tiene que partir primero de un trabajo previo. Que es sobre todo un trabajo de visión, un trabajo técnico y un trabajo que incluye. Tercero, no se puede negociar desde un dogma donde no hay apertura a otras ideas u otras formas de poder lograr lo que la Argentina más quiere, que es terminar con la maldición del péndulo y los experimentos económicos.

No hay un gran acuerdo si tampoco es posible converger en las ideas que realmente son importantes para el país. El decálogo del presidente Milei no dice nada sobre salud, sobre educación, sobre ciencia y técnica, sobre la crisis climática y sobre los diferentes desafíos que atraviesa la Argentina y el mundo. La Argentina no puede avanzar en un nuevo orden institucional si tampoco tiene un panorama de las grandes expectativas mundiales y como estas afectan al país. Por eso es posible entender que el pacto de mayo que intenta instalar esta administración es una trampa para volver a tener una cuota mediática importante para salir a justificar más medidas de ajuste y austeridad y para volver a poner en el centro de escena a gobernadores y legisladores que puedan ser acusados por estorbos, por casta y por traidores al cambio anarcocapitalista.

Un gran fracaso, sobre todo pensando en la provincia de Córdoba, también puede ser el pie de partida para una situación institucional que vaya en declive de manera mucho más rápida, porque para mayo, para junio del año, se esperan los resultados económicos ya a flor de piel a nivel de la sociedad.

Los niveles de paciencia, aunque el presidente siga teniendo hoy un diferencial positivo en su imagen, pueden agotarse rápidamente si para mayo las promesas sobre la inflación y la prosperidad caducan. Si bien Milei prometió ser Irlanda en 15 años, la Argentina no puede ni esperar seis meses.

Más aún si no hay una vuelta en la economía ni tampoco en la política para mejorar la vida de la gente. Por eso el pacto de mayo puede ser una trampa para encapsular a una gran parte de la política dentro de una visión de país y una visión de gobierno que no es ni compartida ni negociada, pero es el último paso antes de una grave situación institucional y de seguridad.

No se puede negociar desde el dogma. El dogma no es parte de la política. La política es la construcción de consensos. Un presidente que llama a un consenso hace su trabajo, pero debe hacerlo desde una perspectiva de apertura, sobre todo pensando en dos cuestiones claves.

La primera, la parte discursiva. Gobernar desde alegorías constantes al enfrentamiento, a la violencia, al discurso del odio, a la batalla cultural, a intentar desprestigiar a sectores enteros por lo que piensan, no es cómo debe conducirse la investidura presidencial.

Y segundo, la tensión lleva a más tensión. Y empieza siendo un tweet, después termina siendo un decálogo inconsulto, luego un discurso encendido, un insulto hacia sectores que piensan en disidencia y después, una tragedia.

Donald Trump y Jair Bolsonaro vienen a la mente. Por eso el presidente, si realmente quiere un pacto, lo debe hacer con apertura. Volver a justificar el encuentro nacional para hacer que la política solamente sea una escribanía va a ser receta de más conflicto. Un decálogo reciclado de más de 70 años no es la forma. A mayo hay tiempo, y el presidente tiene la oportunidad de construir gobernabilidad para apuntalar la relación entre la política y una ciudadanía que no puede seguir resistiendo más embates de televisión.

 

PUBLICIDAD